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Viernes, 08 Noviembre 2024 08:00

Votar con el bolsillo

Con un estilo de campaña basado en la confrontación, el miedo y la promesa de restaurar la economía, Donald Trump logró consolidar su regreso al poder

 

Con un estilo de campaña basado en la confrontación, el miedo y la promesa de restaurar la economía, Donald Trump logró consolidar su regreso al poder. Después de una administración polarizadora, juicios políticos, cargos criminales y un impacto incalculable en el tejido democrático de la nación, el candidato Republicano desafió las expectativas internacionales y logró un margen de victoria que hace apenas unas semanas resultaba impensable.

 

Este resultado se puede explicar desde la estrategia electoral y desde su profundo entendimiento de las demandas del electorado estadounidense.

 

En 2020 alcanzó 74 millones de votos, con lo cual logró 232 escaños en el Colegio Electoral. El martes pasado su votación no logró superar aquel umbral de sufragios, pero el rendimiento fue significativamente superior: 295 lugares en el Colegio.

 

La ganancia trumpista se extiende por todo el territorio: respecto a 2020 mejoró su porcentaje de votación en 90% de los condados. Sin embargo, la focalización en los estados con mayoría inestable es evidente: ganó en las siete entidades donde estaba en juego la elección.

 

Pero el dato que más ha sorprendido es que el expresidente logró mejorar su votación en grupos poblacionales que históricamente apoyaban al Partido Demócrata, incluyendo a latinos y afroamericanos.

 

El éxito del magnate se debe, en gran medida, a su habilidad para canalizar el resentimiento de un sector significativo del electorado que considera que la clase política tradicional ha ignorado sus necesidades. El tres veces candidato presidencial logró presentarse como un externo a la política y ofrecer la esperanza de “hacer a América grande de nuevo".

 

Por un lado, el Republicano volvió a recurrir a una retórica agresiva contra la migración. Con promesas de “sellar la frontera” y ejecutar la mayor deportación masiva en la historia del país, logró movilizar a una base de la población que percibe la inmigración como una amenaza a su modo de vida y a la cultura estadounidense.

 

Por otro lado, la narrativa económica fue uno de los motores de su victoria. La teoría del voto con el bolsillo, postulada desde hace décadas por autores influyentes como Campbell y Converse, sostiene que las personas votan de acuerdo a los cambios en sus circunstancias económicas a nivel individual. A pesar de que, en términos macroeconómicos, Estados Unidos ha mostrado crecimiento, la percepción de buena parte de la ciudadanía es negativa. Para muchos, el precio de la vivienda y el encarecimiento de productos esenciales han opacado los datos de recuperación. El expresidente - como astuto estratega - supo aprovechar este descontento y transformarlo en un mensaje de "rescate económico".

 

Con su victoria, Trump ha vuelto a poner en jaque a sus rivales políticos y ha expuesto las divisiones dentro del Partido Demócrata.

 

La democracia en el mundo enfrenta desafíos sin precedentes en un contexto de polarización. Si bien los próximos años estarán marcados por políticas radicales y un clima de incertidumbre, el verdadero impacto de este cambio dependerá de cómo responda el sistema democrático y si puede adaptarse o no a las presiones que suponen figuras políticas disruptivas. Las instituciones de la democracia serán llamadas al duro examen de la historia.

 

 

POR AMALIA PULIDO

@pulido_amalia

Presidenta del Instituto Electoral del Edomex 

Miércoles, 30 Octubre 2024 08:00

Una persona, un voto

La manipulación de distritos electorales, mejor conocida como gerrymandering, representa uno de los mayores desafíos para la democracia representativa. Lo es porque puede modificar intencionalmente la probabilidad de que determinados grupos sean debidamente representados en congresos y parlamentos. Es decir, atenta contra la igualdad en el poder de decisión de cada persona ciudadana, lo que se resume en la histórica leyenda: “una persona, un voto”.

 

Estados Unidos registra el primer antecedente de esta práctica. En el siglo XIX, Elbridge Gerry, entonces Gobernador de Massachusetts, aprobó una ley que le permitiría redibujar los distritos existentes, a fin de beneficiar a su partido.

 

El mecanismo ideado no requería modificar el tamaño poblacional de cada distrito. Sólo alteraba su perímetro mediante dos métodos. Uno consistía en “amontonar” a las personas votantes de la oposición en la menor cantidad de distritos posibles, minimizando así la probabilidad de que alcancen una representación similar a su peso poblacional. El otro método, el de la “partición”, consiste en dividir a un grupo de votantes con preferencias similares entre distintos distritos, dispersando su poder electoral y dificultando su capacidad de llevar representantes al Congreso. Uno y otro requieren hacer trazos a modo. Suelen resultar polígonos irregulares en formas de salamandra –y claro, de ahí su nombre–.

 

En las últimas décadas, varias reformas han buscado contrarrestar esta práctica en Estados Unidos. Sin embargo, su eficacia ha dependido del contexto político y de los actores involucrados. Por ejemplo, el establecimiento de comisiones independientes para el rediseño de distritos en estados como Arizona, Colorado, California y Michigan ha reducido la parcialidad en el trazado de mapas. Estos colegiados de integración técnica han logrado que los límites distritales sean diseñados a partir de criterios demográficos y no de estrategias partidistas.

 

Lamentablemente, la objetividad en los trazos distritales no es todavía una práctica generalizada en el país vecino. Según un estudio de Duke University, si terminara la práctica de gerrymandering, podría haber entre 37 y 42 curules competitivas más en la Cámara de Representantes, lo que devolvería a la ciudadanía el poder de decidir.

 

En efecto, en estados con mapas fuertemente manipulados, la competencia electoral es prácticamente inexistente, lo que resulta en una ciudadanía desencantada. En lugares como Texas y Florida, donde se diseñaron mapas que dan al Partido Republicano una representación muy por encima de su peso poblacional, el control de las cámaras legislativas ha sido casi inamovible.

 

El caso estadounidense pone de relieve una de las fortalezas del sistema electoral mexicano. En nuestro país, la geografía electoral se diseña a partir de propuestas de comités técnicos, los cuales delimitan periódicamente los trazos distritales a partir de criterios poblacionales y geográficos previamente establecidos. El modelo incentiva que los polígonos agrupen a cantidades similares de población, que existan vías de comunicación adecuadas y que exista compacidad. Es decir, se disuaden las formas geométricas longitudinales e irregulares, propias del gerrymandering.

 

La experiencia internacional nos muestra que, sin un sistema de rendición de cuentas y transparencia en el proceso de distribución de distritos, el riesgo de manipulación sigue latente. De ahí que el Comité Técnico del INE recupera las observaciones de los institutos políticos y el resultado final es sometido a consideración del Consejo General. Inclusive esa decisión puede ser recurrible ante un Tribunal especializado.

 

El sistema electoral mexicano es reconocido en el mundo por su independencia y solidez técnica. Revisar la experiencia de otros países nos permite aquilatar de mejor manera el valor de las instituciones electorales que México ha generado. Nos corresponde a todas y todos el cuidar de nuestras instituciones.

 

Viernes, 25 Octubre 2024 08:00

Una elección empatada

Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate

 

Faltan menos de dos semanas para una de las elecciones más trascendentes para la geopolítica mundial y los resultados todavía son impredecibles. Desde hace unos días, las casas de apuestas dan como favorito al expresidente Donald Trump, mientras que las de encuestas arrojan empates técnicos entre la Vicepresidenta Kamala Harris y el referido candidato republicano.

 

Las primeras tienen un poder predictivo limitado. Esto es así porque los momios dependen de las estimaciones de las y los apostadores, quienes no necesariamente son representativos de la población. Además, los mercados de apuesta pueden ser deliberadamente manipulados por quienes detentan el capital. Una muestra de lo erradas que pueden estar las tendencias en los centros de juego está dada por la elección 2016, pues el lunes previo a la jornada daban 75 puntos porcentuales de ventaja a Hillary Clinton sobre Donald Trump.

 

Las encuestas tienen, por supuesto, una mucho mejor capacidad de reflejar las preferencias de la ciudadanía. No sólo se conoce la fuerza de una y otra candidatura, sino también el tamaño del error estadístico. Es en este punto donde las elecciones estadounidenses se vuelven más difíciles de modelar.

 

Las características del sistema electoral de Estados Unidos hacen compleja cualquier estimación. La presidencia no la gana quien más votos ciudadanos obtiene, sino quien logra 270 votos en el “Colegio Electoral”. Este cuerpo colegiado se integra por 538 representantes electos por el voto popular en las entidades federativas. Cada estado elige entre tres y 54 integrantes del órgano que decide a la o el próximo Presidente, de manera que su composición es una imagen inexacta del electorado.

 

Así, en 1968, 2000 y 2016 –por citar algunos ejemplos– la candidatura que obtuvo más votos ciudadanos no fue la que resultó electa en el Colegio. Hay sesgos provocados por el número de integrantes que aporta cada entidad, así como por la regla comúnmente usada de que el partido que gane en cada estado propone a la totalidad de integrantes del Colegio que le correspondan. Ello, sin importar con qué margen obtenga su mayoría.

 

Para quienes observamos desde fuera, ese método indirecto de elegir Presidenta/e es inexplicable. De hecho, desde su adopción en 1787, se registran alrededor de 900 esfuerzos infructuosos por abolir este mecanismo.

 

Lo cierto es que estas iniciativas no han prosperado porque la fórmula del Colegio Electoral está bastante arraigada en la historia política de nuestro vecino del norte. Es, por un lado, el equilibrio que lograron Nacionalistas y Confederacionistas para mantener políticamente unidos a los estados. Por el otro, refleja el temor compartido por algunos de los fundadores respecto de las decisiones que pudiera tomar la mayoría. En 1788 Hamilton describió que les causaba malestar que “el Ejecutivo sólo dependiera para su permanencia de la voluntad del pueblo … [ya que]… podría verse en la necesidad de sacrificar su deber a la complacencia”.

 

Es, derivado de ese sesgo que provoca la elección indirecta a través del Colegio, que en las últimas semanas ambas candidaturas han enfocado sus esfuerzos sólo en aquellos estados que permanecen en disputa. Ahí donde no hay una preferencia definida, cambios marginales pueden hacer que la representación de Colegio se mueva en cualquier dirección. Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin están en esa circunstancia y concentran al 17% del potencial para elegir representantes del Colegio.

 

No será extraño ver en los próximos días que una y otro candidato destinen cantidades millonarias de recursos para generar adeptos en esos estados, donde podría definirse la elección. Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate.

 

 

POR AMALIA PULIDO

PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO

@PULIDO_AMALIA

Viernes, 11 Octubre 2024 08:00

Trabajar por las niñas

Desafortunadamente, en varias ocasiones, las infancias están sujetas a situaciones de vulnerabilidad. El acceso a educación de calidad

 

Desafortunadamente, en varias ocasiones, las infancias están sujetas a situaciones de vulnerabilidad. El acceso a educación de calidad, la pobreza extrema, el trabajo infantil y la violencia criminal son amenazas latentes para el desarrollo de la niñez.

 

Pero como ocurre con otros problemas sociales, políticos y hasta económicos, éste debe analizarse desde una perspectiva de género. Es necesario utilizar esta lente para detectar que algunos desafíos que enfrenta este grupo de edad tienen su más cruda manifestación en las niñas. Los estereotipos de género muchas veces las limitan para vivir su infancia plenamente.

 

A nivel mundial, de acuerdo con datos de la ONU, las niñas dedican aproximadamente 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico que los niños. Se estima que 110 millones de mujeres adolescentes están en riesgo de ser forzadas a contraer matrimonio infantil en la siguiente década. Además, la probabilidad de que las niñas no reciban educación o formación alguna es casi el doble que la de los infantes varones. A esto se suman los feminicidios, el tráfico de menores y la mutilación genital.

 

Las cifras anteriores muestran brechas de género evidentes que, paradójicamente, no fueron visibles sino hasta finales del siglo pasado. Fue hasta 1995 que en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing por primera vez se habló de los derechos de las niñas. Cinco años más tarde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exhortó a los Estados miembro a incluir “medidas que garanticen la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas” en los procesos de paz.

 

Con estos precedentes, desde hace 13 años, cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Niñas. Esta fecha obliga no sólo a reflexionar en torno a las limitaciones que el mundo sigue oponiendo al desarrollo potencial de las niñas y a pensar cómo las instituciones pueden alinear recursos, esfuerzos y políticas para generar un mejor futuro para las mil cien millones de niñas que existen en el planeta.

 

En el caso del Instituto Electoral del Estado de México, el año pasado realizamos la Consulta Infantil y Juvenil 2023, en la cual participó más de un millón de menores de edad. Más de la mitad de quienes participaron son niñas o adolescentes.

 

En este ejercicio, las niñas expresaron propuestas sólidas para ayudar a sus comunidades. También compartieron sus necesidades para vivir mejor y las expectativas que tienen sobre el quehacer de las autoridades para proteger sus derechos.

 

Ejercicios como las consultas infantiles tienen el potencial de propulsar la participación de las niñas en la vida pública, derribando roles obsoletos e imprecisos respecto a que el lugar de las mujeres es el hogar y abriendo un espacio donde sus opiniones son realmente escuchadas.

 

De hecho, este año, el tema del Día de las Niñas de la ONU es “La visión de futuro de las niñas” y con esto enfatizan cómo cuando las niñas son líderes, el impacto en las familias, comunidades y economías es inmediato y de amplio alcance.

 

Recordemos la fortaleza decisiva de Malala Yousafzai para defender la educación de las niñas frente al régimen talibán, el revolucionario movimiento medioambientalista de Greta Thunberg, y el proyecto de la chiapaneca Xóchitl Guadalupe Cruz López que consistió en crear calentadores solares accesibles con material reciclado para que el agua caliente no falte. Ellas son solo algunas de las muchas mujeres que, desde sus primeras juventudes están cambiando el rumbo del planeta y ocuparán los espacios de toma de decisión en unos cuantos años.

 

Las niñas necesitan de nosotras y nosotras de ellas. Por eso, en este día, es necesario refrendar el compromiso para que instituciones, organizaciones e individuos trabajemos de manera coordinada para crear un mejor futuro y presente para las niñas. Las mejores respuestas las tienen ellas. Basta con escucharlas.

 

 

POR AMALIA PULIDO

PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO

@PULIDO_AMALIA

 

 

La oleada que democratizó a gran parte de los países latinoamericanos a finales del siglo pasado demandó que los países erigieran instituciones electorales robustas. Surgió así un modelo –propio de la región– caracterizado por la existencia de organismos electorales autónomos altamente especializados.

 

Dos instrumentos regionales han sido claves en ese proceso. Por un lado, la observación electoral en el continente dejó de ser un simple testigo de los comicios, para convertirse en un instrumento para la mejora continua. UNIORE, CAPEL, Carter Center, Transparencia Electoral y, fundamentalmente la OEA, emprenden misiones en los países que les convocan, mismas que suelen concluir con recomendaciones para fortalecer la legislación, la administración electoral y la impartición de justicia. Por citar sólo un ejemplo, desde 1962, la Organización de Estados Americanos ha desplegado más de 10,000 observadores y observadoras internacionales para alrededor de 250 elecciones que ha acompañado.

 

El segundo instrumento es menos conocido. Me refiero a la cooperación técnica electoral, la cual concentra un enorme potencial transformador. Ahí cuando algún organismo electoral ha requerido soporte especializado para mejorar alguno de sus servicios, se han generado canales de cooperación para compartir buenas prácticas y optimizar procesos. Así, por ejemplo, la OEA ha implementado decenas de proyectos de auditoría a padrones electorales, y de asesoramiento en el desarrollo de sistemas de cómputo de votos y transmisión de resultados.

 

El impacto de la cooperación no ha sido suficientemente estudiado. Uno de los pocos artículos sobre el tema fue conducido por una universidad británica (LSE) y reveló que, a niveles más altos de asistencia técnica, el clientelismo disminuye y aumenta el reconocimiento de derechos políticos y económicos.

 

Por eso resulta afortunado que el instrumento de la cooperación recientemente se haya empezado a utilizar para resolver uno de los resabios más añejos de las democracias latinoamericanas: la igualdad de género en la participación política. Convocadas por la OEA, esta semana un grupo de expertas en distintos ámbitos del quehacer electoral acompañamos a las autoridades ecuatorianas para discutir las mejores prácticas para fortalecer la participación política de las mujeres.

 

Es claro que en la región la violencia política de género y el diseño de la legislación han impedido el avance sostenido de las mujeres en la política. De ahí la importancia de reflexionar sobre aprendizajes en distintos países de la región que, aunque se han desarrollado en contextos específicos, dan testimonio de qué mecanismos han dado buenos resultados en América Latina.

 

A partir de esta experiencia y en la conmemoración del 71 aniversario del reconocimiento del voto de las mujeres en México, me parece tarea obligada reflexionar sobre los desafíos y obstáculos que aún encontramos las mujeres para el pleno desarrollo de nuestros derechos político-electorales.

Es de reconocer que en México tenemos avances significativos, como son el financiamiento público y la tipificación de la violencia política contra las mujeres. Sin embargo, subsiste una cultura política heredada del patriarcado que sigue privilegiando el sesgo de afinidad como vía para crecer en política. Tenemos que seguir trabajando en visibilizar los liderazgos de mujeres, especialmente en los ámbitos local y municipal.

 

La igualdad en la participación política es posible ¡Nunca más una democracia sin mujeres!

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