¿Quiénes integran los institutos electorales?
Ayer el Consejo General del INE designó consejerías de 20 institutos electorales locales. Con este hecho, se cubrió el relevo escalonado
Ayer el Consejo General del INE designó consejerías de 20 institutos electorales locales. Con este hecho, se cubrió el relevo escalonado que mandatan la Constitución y la legislación electoral.
En 2014 se aprobó una reforma constitucional de gran calado que apostó por mejorar la institucionalidad democrática en el país. Antes de la modificación normativa, las autoridades electorales de las entidades federativas surgían de procesos políticos en que los congresos locales designaban a personas que gozaran de la confianza de los partidos. En ocasiones esa fórmula minó los márgenes de autonomía de algunas de las personas designadas.
La enmienda del 2014 cambió esa ecuación y apostó por la independencia de los institutos electorales locales y a que fueran dirigidos por especialistas con una alta preparación técnica. Quienes arriban a sus Consejos Generales ya no pasan por el tamiz de los consensos partidistas, sino que surgen de procesos públicos, abiertos y exhaustivos donde sus méritos –y sólo éstos– son los que cuentan.
El concurso de este año ejemplifica bien este ideal. Después de que el INE emitió convocatorias públicas para las entidades donde existían vacantes, se desarrolló un concurso de cinco etapas. Una vez que se verificó que las y los aspirantes cubrieran con los requisitos de ley, éstos debieron presentar un examen de conocimientos electorales y redactar un ensayo donde resolvieran problemas hipotéticos en la aplicación del derecho electoral.
Los textos fueron evaluados por personas externas de la academia, quienes desconocían su autoría. Además, quienes aprobaron esas primeras etapas fueron sometidos y sometidas a un examen de habilidades gerenciales y a una entrevista por parte de consejeras y consejeros de la autoridad nacional. Los videos de las audiencias están disponibles para consulta, a efecto de que se pueda verificar la congruencia entre el desempeño y la calificación otorgada.
Cabe destacar que las representaciones partidistas de los ámbitos nacional y estatal fueron consultadas para conocer si hubiere antecedentes objetivos en la trayectoria de las personas que las hicieran incompatibles para ocupar los cargos.
Para poner las cosas en perspectiva, casi 2 mil personas participaron este año en los procesos de selección. De ese universo, apenas el 3% fueron designadas y tomarán protesta. En aquellos casos donde no hubo consenso o no se encontraron perfiles idóneos para ocupar alguna vacante, el INE declaró el concurso desierto.
Me parece importante abonar que, aunque la meritocracia tiene críticas inherentes a su funcionamiento en una sociedad con desigualdades profundas, el principio de paridad permea en el proceso de selección mexicano para garantizar que mujeres y hombres tengan igualdad en oportunidades para ejercer cargos públicos. Derivado de esos esfuerzos de nivelación, algunas entidades tendrán mayorías de mujeres en sus órganos de dirección.
En el caso del Estado de México, el Consejo General estará totalmente integrado por mujeres. Es un orgullo que el estado más poblado del país haya logrado visibilizar cuadros femeninos que hoy lideran la gubernatura, la mayoría del congreso y las presidencias de las autoridades electorales administrativa y judicial. El cambio debe resaltarse, si se considera que hasta hace un par de décadas era apenas marginal la probabilidad de que alguien que no fuera varón ocupara un cargo de relevancia en los sectores público y privado de la entidad.
México tiene en sus institutos electorales locales un activo democrático de primera importancia. Esto es así porque el proceso de selección de sus dirigencias asegura independencia y profesionalismo, al tiempo que las normas comiciales aseguran estándares de calidad en todo el territorio nacional.
Felicito a las y los colegas que el próximo 1º de octubre iniciarán una nueva etapa en la institucionalidad democrática del país.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
¿Sirven los debates?
En otros momentos el debate presidencial hubiera sido menos trascendente. Los estudios de opinión pública han demostrado consistentemente que estos ejercicios tienen un efecto apenas marginal en la intención de voto
Los ojos del mundo están puestos en las elecciones de Estados Unidos por la importancia de aquel país como potencia mundial. Pero hay un dato inusual que en 2024 ha despertado un interés adicional: la sustitución del otrora candidato del Partido Demócrata, aun cuando el proceso estaba muy avanzado. Como es sabido, de cara al errático desempeño que tuvo en el primer debate, el actual presidente, Joe Biden, declinó a su nominación.
Es en ese contexto que el debate presidencial entre la candidata Demócrata sustituta, la vicepresidenta Kamala Harris, y el expresidente Republicano Donald Trump atrapó la atención. Mientras que de la primera se desconocía su capacidad de debatir, el segundo es conocido por ser un orador con mente ágil y una retórica feroz.
En otros momentos el debate presidencial hubiera sido menos trascendente. Los estudios de opinión pública han demostrado consistentemente que estos ejercicios tienen un efecto apenas marginal en la intención de voto. Se dice que las y los posibles electores perciben a quienes discuten desde sus preconcepciones políticas, de manera que los debates suelen simplemente confirmar prejuicios.
En esta coyuntura, sin embargo, estados como Arizona, Georgia, Michigan y Pennsylvania reflejan intenciones de voto prácticamente empatadas. Esto provoca que los debates presidenciales adquieran una importancia adicional. Cualquier cambio en las preferencias –por mínimo que sea– puede ocasionar que alguno de esos estados se decida en favor de un partido u otro.
En cuanto al contenido del debate, deben destacarse tres aspectos. Resaltó su formato y flexibilidad. Fue refrescante presenciar una discusión sin tapujos. Ambas personas candidatas mostraron lealtad a sus ideologías y electorado. Abiertamente hablaron de sus posturas respecto al aborto, inmigración, economía y relaciones exteriores –específicamente Rusia-Ucrania e Israel-Palestina–. En otros contextos, temas tan polémicos son omitidos por las candidaturas para que su posicionamiento no ahuyente a potenciales adherentes.
Al respecto, es de reconocer el trabajo de quienes moderaron el ejercicio. No solo pusieron sobre la mesa preguntas clave y contundentes, sino que además hicieron verificación de datos en tiempo real. Frente a declaraciones graves de Trump, Linsey Davis y David Muir llamaron directamente a oficinas gubernamentales para hacer su análisis respecto de la veracidad de las afirmaciones.
El segundo aspecto a resaltar proviene de la representación descriptiva que ofrece Kamala Harris: mujer, asiática y afroamericana. La candidata rompe con lo que se creía imposible para Barack Obama y Hillary Clinton, y lo lleva un paso más allá. Aunque su feminismo ha merecido opiniones mixtas en diversos medios de comunicación, el hecho es que romper ese techo de cristal en un país que ha tenido tantos problemas alrededor del sexismo y del racismo tiene valía. En caso de salir triunfante, su electorado se hará cargo de exigirle rendición de cuentas y representación sustantiva.
Ello me lleva al tercer elemento a resaltar: el desempeño de Harris. Desde los primeros minutos del debate pudimos verla dominar el espacio. La candidata se acercó al pódium de Trump para estrechar su mano, con lo que sorprendió con un gesto inusual. Con este lenguaje corporal comenzó a sentirse cómoda. Su narrativa se estableció desde el abordaje del primer tema. Mientras ella presentaba sus propuestas en contraposición al actuar del expresidente, él se dedicaba a defender las acciones y decisiones por las que era criticado. Más allá de su oratoria, la Vicepresidenta demostró ser buena estratega al orillar a su rival a confesar principios altamente cuestionables.
La ciudadanía fue quien verdaderamente ganó con el dinamismo de este ejercicio. Fue ésta la que pudo, no sólo conocer las propuestas de las candidaturas, sino también saber cuáles son sus principales contrastes. El electorado se enriquece en cada espacio en que la oferta política se exhibe con nitidez.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
Elecciones en contextos violentos
Pero los procesos comiciales no ocurren en el vacío. Se conjugan con el contexto político, social y hasta económico de las comunidades en que ocurren
El pasado 2 de junio se llevaron a cabo las elecciones más grandes en la historia de nuestro país. Las instituciones democráticas y la ciudadanía demostraron, nuevamente, que el sufragio es la vía óptima para conducir el relevo del poder político en forma pacífica y civilizada.
Pero los procesos comiciales no ocurren en el vacío. Se conjugan con el contexto político, social y hasta económico de las comunidades en que ocurren. Cuando el marco institucional es adecuado, éste garantiza que las elecciones se den inclusive en entornos complejos.
Por eso, al poner en retrospectiva las elecciones de este año, conviene incluir en el análisis los episodios de violencia que se han registrado en las últimas décadas. Su sombra pone en riesgo la libertad y autenticidad del sufragio, de manera que ha sido necesario incorporar esta variable en el diseño, planeación y ejecución de los comicios.
La teoría suele enfocar el problema de la violencia electoral entre dos extremos. El primero supondría un escenario hipotético en que la gobernanza criminal está tan bien afianzada que las elecciones transcurren pacíficamente. El segundo polo en la literatura académica refiere aquellos casos en donde la violencia tiene niveles extraordinarios, pues más de un grupo del crimen organizado está buscando controlar el territorio en cuestión.
Como lo ha documentado “Votar entre Balas”, las elecciones mexicanas han tenido lugares y momentos que se ubican entre esas dos posibilidades. Son preocupantes las cifras de personas que han muerto en su intento por participar en la política, así como los contextos específicos en que han ocurrido. Además de la pérdida de vidas humanas, la violencia ha traído consigo efectos asociados a la participación electoral, la igualdad de las contiendas y la mecánica de trabajo de las instituciones electorales.
De ahí la necesidad de documentar la manera en que la administración electoral mexicana asumió el riesgo l de violencia y adoptó medidas que hicieran posible el voto ciudadano, sin poner en riesgo a las personas.
El avance metodológico para la creación de “mapas de riesgo” permitió focalizar la seguridad en aquellas regiones con mayor probabilidad de incidencia. Se diseñaron rutas seguras para el traslado de paquetes. Algunos institutos electorales – como el del Estado de México – se coordinaron con las instituciones de seguridad para ofrecer medidas de protección a aquellas candidaturas que así lo requirieran. Tenemos, por así decirlo, un nuevo modelo de administración comicial que asume como variable fundamental la protección de la ciudadanía.
En ocasiones las medidas de seguridad han debido ser extremas. Fue el caso de las valientes decisiones adoptadas por los institutos Nacional Electoral (INE) y de Elecciones y Participación Ciudadana en Chiapas (IEPC), los cuales, a unas horas de las elecciones determinaron dar de baja la totalidad de las casillas en Chicomuselo y Pantelhó, y así suspender la celebración de elecciones en esos lugares. Otro caso es el del municipio Capitán Luis Ángel Vidal, en donde sí se llevaron a cabo, pero el día de la jornada fue quemada la paquetería electoral.
Por fortuna, las leyes electorales prevén mecanismos de elección extraordinaria para estos casos atípicos. El domingo pasado se llevaron a cabo elecciones extraordinarias en dos de esos municipios, ya que fue necesario suspender nuevamente las de Pantelhó. Gracias a que las instituciones tomaron medidas importantes para salvaguardar la elección, como un incremento de presencia policial y el traslado de paquetes hacia la capital de la entidad fue posible completar satisfactoriamente los comicios en contextos tan difíciles.
La capacidad de las instituciones electorales mexicanas para adaptar sus procesos a una realidad desafiante es un activo que contribuye a la estabilidad de la democracia mexicana. Mi reconocimiento a las consejerías y funcionariado que hicieron posible este nuevo aporte desde Chiapas.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
Olimpiadas paritarias
A fines de los años ochenta del siglo pasado, Drude Dahlerup estudió cómo la política escandinava se había transformado conforme más mujeres iban accediendo al parlamento
A fines de los años ochenta del siglo pasado, Drude Dahlerup estudió cómo la política escandinava se había transformado conforme más mujeres iban accediendo al parlamento. Sus hallazgos resultaron en la teoría de la “masa crítica”, un parteaguas en la literatura sobre la representación.
Ésta postula que cuando la proporción de mujeres en un órgano colegiado alcanza el 30% o superior, se desata una serie de cambios que gradualmente modifican la manera de hacer política y hacen más eficaz la lucha por los intereses de las propias mujeres. Es decir, a partir del umbral detectado por la autora, la representación descriptiva empieza a tener efectos en la dimensión sustantiva.
El planteamiento de la masa crítica sirvió de basamento para el diseño de las leyes de cuotas en todo el mundo durante los años noventa. Ello, a su vez, consiguió que algunos congresos lograran la “masa crítica” anhelada y, con ello, cambios favorables para que las mujeres pudieran defender mejor los intereses de sus representadas.
La literatura comparada ha documentado los cambios que experimentaron los congresos a partir de la incursión de mujeres. Sin embargo, se conoce todavía poco sobre los efectos del ingreso de mujeres a consejos empresariales y organismos internacionales, entre otros ejemplos. La recientes Olimpiadas de París ofrecen una perspectiva extraordinaria al respecto.
Como muchas instancias deportivas, la historia del Comité Olímpico Internacional ha sido altamente masculinizada. Fue hasta el 2023 que la Junta de Gobierno de dicho Comité rebasó el umbral de Dahlerup y las mujeres alcanzaron el 33% de su integración.
Esta conformación permitió que ellas lograran cambios en la organización interna, de manera que el 42% de las comisiones de trabajo son –desde entonces– presididas por mujeres. Pero el cambio más significativo estuvo en que esta “masa crítica” consiguió que el Comité se planteara el objetivo de lograr los Juegos Olímpicos más igualitarios en la historia.
De manera inédita, en 2024 la ratio de hombres y mujeres fue 1:1. Es decir, por cada atleta hombre hubo una mujer compitiendo. El dato es revelador, si se considera que la primera vez que las mujeres compitieron en los Juegos Olímpicos modernos (1900) sólo representaron el 2%.
Los momentos simbólicos alrededor de la llama olímpica fueron siempre paritarios.
Quizás el cambio más ilustrativo es la introducción de facilidades en la Villa Olímpica para la convivencia de las atletas con sus hijas e hijos. A partir de esta edición de los Juegos, no solo se eliminó la prohibición a la niñez, sino que se crearon áreas seguras para la convivencia familiar y se instalaron lactarios para que las atletas pudieran amamantar.
Por años, en el ámbito deportivo, el ser madre implicaba “arruinar tu carrera”. Volvíamos a esta dicotomía entre la realización profesional de las mujeres y su rol de trabajo doméstico y reproductivo en la sociedad. Aunque hemos dado pasos agigantados hacia la paridad de género en distintos espacios, la realidad invisibilizada de estas atletas de alto nivel que por fin recibió atención, nos enseña cómo todavía hay mucho por hacer.
La conclusión es clara. La presencia de mujeres en la toma de decisiones sí genera cambios. Por eso es de celebrar que México haya adoptado el principio paritario para la integración de sus congresos federal y locales. En el Estado de México, por ejemplo, su aplicación estricta consiguió la primera legislatura con mayoría de mujeres, lo que sin duda se traducirá en una mejor calidad para la política de nuestra entidad.
Desde París hasta el Estado de México, escuchar y atender las necesidades de las mujeres es una obligación ética y política para garantizar la igualdad de derechos y la equidad de oportunidades. Las mejoras en la representación son indispensables en la construcción de un mundo más justo e igualitario.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
PERIODISMO Y DEMOCRACIA
En un país cuya transición democrática tuvo como eje central la ciudadanización, mejora e independencia de la administración electoral, es natural que la materia comicial se entienda como definitoria de la calidad de la democracia. Lo cierto es que este régimen sólo se desarrolla a plenitud cuando el ejercicio de derechos fundamentales se armoniza con un adecuado estado de derecho y con comicios íntegros.
La fórmula no es nueva. Desde los años setenta, Robert Dahl mostró que algunos elementos son condición necesaria para que la poliarquía exista. Es el caso de las libertades de asociación y expresión; del acceso de la ciudadanía a fuentes de información plurales y diversas y de la independencia de las instituciones democrática. Autores y autoras más recientes coinciden en que la calidad de la democracia y la integridad electoral atraviesan, necesariamente, por la satisfacción de derechos civiles, responsabilidad política y, por supuesto, una adecuada acumulación de las preferencias electorales.
Por eso no debe extrañarnos que el pasado Día Internacional de la Democracia, el Secretario General de Naciones Unidas llamó a reforzar la libertad de expresión. Guterres explicó que, cuando las libertades civiles son atacadas se reduce el espacio cívico, se intensifica la polarización y crece la desconfianza.
Su llamado no es gratuito. Hay dos elementos que hacen indispensable discutir la relación entre democracia y libertades de expresión y prensa en la actualidad.
En primer término, es necesario considerar la historia reciente. Hace unos días IDEA Internacional – agencia internacional especializada en elecciones – emitió un Informe sobre el Estado Global de la Democracia. Encontró que la representación política se ha estado erosionando en todo el mundo, derivado de limitaciones a medios de comunicación diversos, plurales y críticos a los poderes en turno. También denunció restricciones que algunos gobiernos han impuesto a quienes expresan opiniones políticas diferentes a las élites dominantes.
Si bien estos declives en las libertades de expresión y prensa se han agudizado en países con problemas de violencia e inseguridad, hay datos de preocupación en los cinco continentes.
En periodos electorales, el pleno ejercicio de estas libertades es fundamental ya que de ahí pende la información con que cuente la ciudadanía al momento de definir el sentido de su voto, así como para saber las circunstancias en que podrán ejercer su voto. No exageran quienes afirman que el voto libre y auténtico está estrechamente ligado a la existencia de un periodismo profesional y libre.
De ahí se desprende una segunda preocupación. Desde hace poco más de una década el debate político se ha visto influenciado por fuentes que deliberadamente buscan confundir a la ciudadanía. El sorprendente resultado del referendo que puso al Reino Unido afuera de la Unión Europea puso de manifiesto la existencia de consultoras que intencionalmente dispersan información falsa en internet. Siembran ideas equivocadas sobre las consecuencias de una eventual decisión electoral.
La Inteligencia Artificial ofrece prometedoras herramientas para detectar la desinformación deliberada. Al mismo tiempo, universidades y académicos de todo el planeta han advertido sobre los riesgos de que esta nueva tecnología pueda ser ocupada para generar artificialmente videos y audios y con ello simular situaciones que no ocurrieron en la realidad.
La conclusión es clara. Para que el avance democrático continúe, el mundo necesita de un ejercicio de las libertades de expresión y prensa intenso. Se requiere un periodismo plural y con fuentes verificadas.
Por eso es de festejar que El Universal abra un nuevo capítulo en su historia, ahora con una edición mexiquense. Sea este esfuerzo la natural consolidación del trabajo realizado para discutir la realidad política de la entidad más poblada del país, así como el inicio de más y mejores opciones de información para la ciudadanía. Enhorabuena.
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