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Viernes, 04 Julio 2025 08:00

When I’m 64

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Corresponde ahora emprender –desde las agencias internacionales, las instituciones y la academia– una reflexión profunda sobre las contribuciones de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)

 

Perdió la vida el martes pasado. Aunque desde febrero había perdido casi todas sus capacidades, su muerte nos tomó por sorpresa.

 

Corresponde ahora emprender –desde las agencias internacionales, las instituciones y la academia– una reflexión profunda sobre las contribuciones de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Es necesario revisar si, hacia el futuro, existen condiciones para seguir financiando programas tan importantes para preservar la vida y las libertades, expandir derechos y aprender más sobre la manera en que nos relacionamos.

 

Como es sabido, al asumir la administración, el presidente Trump públicamente discrepó de los programas implementados a lo largo de seis décadas por USAID. Consideró que esa agencia gasta demasiado dinero. Pero especialmente recriminó que sus programas estarían alejados de los intereses estadounidenses y de las prioridades de su gobierno. Encomendó a la oficina de Eficiencia Gubernamental su desmantelamiento y al Departamento de Estado la revisión de los programas que podrían perdurar. El plazo se cumplió justo este 1º de julio.

 

USAID fue creada en 1961, en un momento de tensión geopolítica durante la Guerra Fría. Su establecimiento buscó promover el desarrollo económico, la estabilidad política y los valores democráticos. El propio Kennedy resumía cómo estos objetivos se insertaban en la política exterior estadounidense de su época: "Nuestra propia libertad, y la esperanza de libertad en todo el mundo, dependen en gran medida del desarrollo económico y social de los pueblos de otras naciones".

 

El fin de la Guerra Fría permitió a la agencia proponerse objetivos más ambiciosos, alejados de la dicotomía EUA-URSS. Es conocido el rol que desempeñó en el combate a la polio, la malaria y, más recientemente, el VIH/SIDA. Asimismo, ha trabajado en múltiples países en vías de desarrollo en temas de educación, acceso al agua y cambio climático.

 

La tercera oleada democratizadora en América Latina también abrió espacios para el fortalecimiento institucional y la expansión de derechos, con apoyo de USAID. Colombia, por ejemplo, recibió apoyos millonarios para generar opciones políticas en la etapa postconflicto. Igualmente, en los noventa se brindaron apoyos a Haití para restaurar la democracia.

 

Con el concurso de agencias como la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) o los institutos nacionales Republicano (IRI) y Demócrata (NDI) se han provisto numerosos proyectos de asistencia técnica para fortalecer la administración electoral y consolidar una sociedad civil participativa en diversos países de América Latina.

 

Los efectos del cierre de USAID se sentirán en todo el mundo. Un estudio británico de la revista médica The Lancet encontró que las enfermedades que no se curarán con recursos de la Agencia estadounidense podrían implicar la muerte de hasta 14 millones de personas para 2030.

 

Para los estudiosos de la democracia, será necesario conocer si la falta de recursos pondrá en riesgo la publicación de índices como el de Freedom House o el del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), cuyas bases de datos alimentan buena parte de los estudios de política comparada desde hace décadas.

 

Es momento para la reflexión internacional. El cambio de política exterior estadounidense podría provocar el desmantelamiento de proyectos trascendentes para la humanidad. Pero también podría ser ocasión para un nuevo cambio de paradigma en que un mayor número de países se hagan cargo de los programas de ayuda y asistencia técnica y ensanchamiento democrático.

 

USAID cumplió 64 años el mismo año que se inició su cierre. Paradójicamente, cuando llegó a esa edad —como en la canción de los Beatles— el mundo se pregunta si aún la necesitaremos, si seguiremos abriéndole la puerta o si, simplemente, le diremos adiós.

 

 

POR AMALIA PULIDO

@PULIDO_AMALIA

Presidenta del Instituto Electoral del Edomex

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