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Viernes, 25 Octubre 2024 08:00

Una elección empatada

Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate

 

Faltan menos de dos semanas para una de las elecciones más trascendentes para la geopolítica mundial y los resultados todavía son impredecibles. Desde hace unos días, las casas de apuestas dan como favorito al expresidente Donald Trump, mientras que las de encuestas arrojan empates técnicos entre la Vicepresidenta Kamala Harris y el referido candidato republicano.

 

Las primeras tienen un poder predictivo limitado. Esto es así porque los momios dependen de las estimaciones de las y los apostadores, quienes no necesariamente son representativos de la población. Además, los mercados de apuesta pueden ser deliberadamente manipulados por quienes detentan el capital. Una muestra de lo erradas que pueden estar las tendencias en los centros de juego está dada por la elección 2016, pues el lunes previo a la jornada daban 75 puntos porcentuales de ventaja a Hillary Clinton sobre Donald Trump.

 

Las encuestas tienen, por supuesto, una mucho mejor capacidad de reflejar las preferencias de la ciudadanía. No sólo se conoce la fuerza de una y otra candidatura, sino también el tamaño del error estadístico. Es en este punto donde las elecciones estadounidenses se vuelven más difíciles de modelar.

 

Las características del sistema electoral de Estados Unidos hacen compleja cualquier estimación. La presidencia no la gana quien más votos ciudadanos obtiene, sino quien logra 270 votos en el “Colegio Electoral”. Este cuerpo colegiado se integra por 538 representantes electos por el voto popular en las entidades federativas. Cada estado elige entre tres y 54 integrantes del órgano que decide a la o el próximo Presidente, de manera que su composición es una imagen inexacta del electorado.

 

Así, en 1968, 2000 y 2016 –por citar algunos ejemplos– la candidatura que obtuvo más votos ciudadanos no fue la que resultó electa en el Colegio. Hay sesgos provocados por el número de integrantes que aporta cada entidad, así como por la regla comúnmente usada de que el partido que gane en cada estado propone a la totalidad de integrantes del Colegio que le correspondan. Ello, sin importar con qué margen obtenga su mayoría.

 

Para quienes observamos desde fuera, ese método indirecto de elegir Presidenta/e es inexplicable. De hecho, desde su adopción en 1787, se registran alrededor de 900 esfuerzos infructuosos por abolir este mecanismo.

 

Lo cierto es que estas iniciativas no han prosperado porque la fórmula del Colegio Electoral está bastante arraigada en la historia política de nuestro vecino del norte. Es, por un lado, el equilibrio que lograron Nacionalistas y Confederacionistas para mantener políticamente unidos a los estados. Por el otro, refleja el temor compartido por algunos de los fundadores respecto de las decisiones que pudiera tomar la mayoría. En 1788 Hamilton describió que les causaba malestar que “el Ejecutivo sólo dependiera para su permanencia de la voluntad del pueblo … [ya que]… podría verse en la necesidad de sacrificar su deber a la complacencia”.

 

Es, derivado de ese sesgo que provoca la elección indirecta a través del Colegio, que en las últimas semanas ambas candidaturas han enfocado sus esfuerzos sólo en aquellos estados que permanecen en disputa. Ahí donde no hay una preferencia definida, cambios marginales pueden hacer que la representación de Colegio se mueva en cualquier dirección. Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin están en esa circunstancia y concentran al 17% del potencial para elegir representantes del Colegio.

 

No será extraño ver en los próximos días que una y otro candidato destinen cantidades millonarias de recursos para generar adeptos en esos estados, donde podría definirse la elección. Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate.

 

 

POR AMALIA PULIDO

PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO

@PULIDO_AMALIA

Viernes, 11 Octubre 2024 08:00

Trabajar por las niñas

Desafortunadamente, en varias ocasiones, las infancias están sujetas a situaciones de vulnerabilidad. El acceso a educación de calidad

 

Desafortunadamente, en varias ocasiones, las infancias están sujetas a situaciones de vulnerabilidad. El acceso a educación de calidad, la pobreza extrema, el trabajo infantil y la violencia criminal son amenazas latentes para el desarrollo de la niñez.

 

Pero como ocurre con otros problemas sociales, políticos y hasta económicos, éste debe analizarse desde una perspectiva de género. Es necesario utilizar esta lente para detectar que algunos desafíos que enfrenta este grupo de edad tienen su más cruda manifestación en las niñas. Los estereotipos de género muchas veces las limitan para vivir su infancia plenamente.

 

A nivel mundial, de acuerdo con datos de la ONU, las niñas dedican aproximadamente 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico que los niños. Se estima que 110 millones de mujeres adolescentes están en riesgo de ser forzadas a contraer matrimonio infantil en la siguiente década. Además, la probabilidad de que las niñas no reciban educación o formación alguna es casi el doble que la de los infantes varones. A esto se suman los feminicidios, el tráfico de menores y la mutilación genital.

 

Las cifras anteriores muestran brechas de género evidentes que, paradójicamente, no fueron visibles sino hasta finales del siglo pasado. Fue hasta 1995 que en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing por primera vez se habló de los derechos de las niñas. Cinco años más tarde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas exhortó a los Estados miembro a incluir “medidas que garanticen la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas” en los procesos de paz.

 

Con estos precedentes, desde hace 13 años, cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Niñas. Esta fecha obliga no sólo a reflexionar en torno a las limitaciones que el mundo sigue oponiendo al desarrollo potencial de las niñas y a pensar cómo las instituciones pueden alinear recursos, esfuerzos y políticas para generar un mejor futuro para las mil cien millones de niñas que existen en el planeta.

 

En el caso del Instituto Electoral del Estado de México, el año pasado realizamos la Consulta Infantil y Juvenil 2023, en la cual participó más de un millón de menores de edad. Más de la mitad de quienes participaron son niñas o adolescentes.

 

En este ejercicio, las niñas expresaron propuestas sólidas para ayudar a sus comunidades. También compartieron sus necesidades para vivir mejor y las expectativas que tienen sobre el quehacer de las autoridades para proteger sus derechos.

 

Ejercicios como las consultas infantiles tienen el potencial de propulsar la participación de las niñas en la vida pública, derribando roles obsoletos e imprecisos respecto a que el lugar de las mujeres es el hogar y abriendo un espacio donde sus opiniones son realmente escuchadas.

 

De hecho, este año, el tema del Día de las Niñas de la ONU es “La visión de futuro de las niñas” y con esto enfatizan cómo cuando las niñas son líderes, el impacto en las familias, comunidades y economías es inmediato y de amplio alcance.

 

Recordemos la fortaleza decisiva de Malala Yousafzai para defender la educación de las niñas frente al régimen talibán, el revolucionario movimiento medioambientalista de Greta Thunberg, y el proyecto de la chiapaneca Xóchitl Guadalupe Cruz López que consistió en crear calentadores solares accesibles con material reciclado para que el agua caliente no falte. Ellas son solo algunas de las muchas mujeres que, desde sus primeras juventudes están cambiando el rumbo del planeta y ocuparán los espacios de toma de decisión en unos cuantos años.

 

Las niñas necesitan de nosotras y nosotras de ellas. Por eso, en este día, es necesario refrendar el compromiso para que instituciones, organizaciones e individuos trabajemos de manera coordinada para crear un mejor futuro y presente para las niñas. Las mejores respuestas las tienen ellas. Basta con escucharlas.

 

 

POR AMALIA PULIDO

PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO

@PULIDO_AMALIA

 

 

La oleada que democratizó a gran parte de los países latinoamericanos a finales del siglo pasado demandó que los países erigieran instituciones electorales robustas. Surgió así un modelo –propio de la región– caracterizado por la existencia de organismos electorales autónomos altamente especializados.

 

Dos instrumentos regionales han sido claves en ese proceso. Por un lado, la observación electoral en el continente dejó de ser un simple testigo de los comicios, para convertirse en un instrumento para la mejora continua. UNIORE, CAPEL, Carter Center, Transparencia Electoral y, fundamentalmente la OEA, emprenden misiones en los países que les convocan, mismas que suelen concluir con recomendaciones para fortalecer la legislación, la administración electoral y la impartición de justicia. Por citar sólo un ejemplo, desde 1962, la Organización de Estados Americanos ha desplegado más de 10,000 observadores y observadoras internacionales para alrededor de 250 elecciones que ha acompañado.

 

El segundo instrumento es menos conocido. Me refiero a la cooperación técnica electoral, la cual concentra un enorme potencial transformador. Ahí cuando algún organismo electoral ha requerido soporte especializado para mejorar alguno de sus servicios, se han generado canales de cooperación para compartir buenas prácticas y optimizar procesos. Así, por ejemplo, la OEA ha implementado decenas de proyectos de auditoría a padrones electorales, y de asesoramiento en el desarrollo de sistemas de cómputo de votos y transmisión de resultados.

 

El impacto de la cooperación no ha sido suficientemente estudiado. Uno de los pocos artículos sobre el tema fue conducido por una universidad británica (LSE) y reveló que, a niveles más altos de asistencia técnica, el clientelismo disminuye y aumenta el reconocimiento de derechos políticos y económicos.

 

Por eso resulta afortunado que el instrumento de la cooperación recientemente se haya empezado a utilizar para resolver uno de los resabios más añejos de las democracias latinoamericanas: la igualdad de género en la participación política. Convocadas por la OEA, esta semana un grupo de expertas en distintos ámbitos del quehacer electoral acompañamos a las autoridades ecuatorianas para discutir las mejores prácticas para fortalecer la participación política de las mujeres.

 

Es claro que en la región la violencia política de género y el diseño de la legislación han impedido el avance sostenido de las mujeres en la política. De ahí la importancia de reflexionar sobre aprendizajes en distintos países de la región que, aunque se han desarrollado en contextos específicos, dan testimonio de qué mecanismos han dado buenos resultados en América Latina.

 

A partir de esta experiencia y en la conmemoración del 71 aniversario del reconocimiento del voto de las mujeres en México, me parece tarea obligada reflexionar sobre los desafíos y obstáculos que aún encontramos las mujeres para el pleno desarrollo de nuestros derechos político-electorales.

Es de reconocer que en México tenemos avances significativos, como son el financiamiento público y la tipificación de la violencia política contra las mujeres. Sin embargo, subsiste una cultura política heredada del patriarcado que sigue privilegiando el sesgo de afinidad como vía para crecer en política. Tenemos que seguir trabajando en visibilizar los liderazgos de mujeres, especialmente en los ámbitos local y municipal.

 

La igualdad en la participación política es posible ¡Nunca más una democracia sin mujeres!

Jueves, 03 Octubre 2024 08:00

Vem Pra Rua (Ven a la calle)

Hay quienes piensan que las elecciones subnacionales pueden subestimarse. Las grandes federaciones demuestran lo erróneo de esa percepción. Coincidan o no con una elección presidencial, estos comicios siempre atraen el interés mundial.

 

El próximo domingo toca el turno a Brasil. Más de 155 millones de personas serán convocadas a las urnas para elegir 5 mil 600 alcaldías y vicealcaldías, así como 60 mil concejalías. Al tratarse de elecciones municipales, de su desenlace depende el futuro de grandes e importantes ciudades. Además, los comicios de este año serán un termómetro que permitirá medir fuerzas entre los adeptos a la izquierda encabezada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y quienes respaldan a la ultraderecha que aún lidera el expresidente Jair Bolsonaro.

 

Si bien aquellos son los polos más visibles, el país amazónico ha sido históricamente multipartidista. Son muchas las fuerzas que compiten, aunque algunas tienen presencia geográficamente delimitada. Las personas en la política tienen relativa autonomía respecto a sus partidos políticos. Esto último ha llevado a que en el plano local muchas de las disputas sean más personalistas que programáticas.

 

Destaco cinco razones por las cuales poner la lupa en esta jornada electoral.

 

En primer término, porque unos comicios de este tamaño – hay 463 mil candidaturas – permitirán distinguir cómo están ganando terreno dos grandes tendencias globales. Una, donde los populismos de derecha están ganando adeptos en Austria, Francia, Hungría y El Salvador, por mencionar algunas naciones, cuyos profundos problemas de gobernanza generaron condiciones para el surgimiento de líderes que desafían la política tradicional. Frente a ello, sobre todo en Latinoamérica, hay partidos de izquierda pujantes que, desde las banderas de la política social, están generando ofertas atractivas al electorado y reconquistando espacios de primera importancia.

 

Ahí un segundo aspecto de los comicios 2024. Brasil aplicó reglas innovadoras que consiguieron que 5 mil candidaturas recaigan en personas con discapacidad y que haya reservas de tiempo de propaganda gratuita para personas afrobrasileñas. Hay, sin embargo, un déficit innegable en términos de paridad: una de cada tres candidaturas es mujer.


En tercer lugar, el uso de las redes sociales vuelve a ser tema en Brasil. La justicia federal ordenó la suspensión inmediata de la red social digital X (antes Twitter), después de que la empresa se negó a bloquear cuentas de usuarios acusados de poner en riesgo la democracia del país. Esta resolución tendrá un impacto para la estrategia de la ultraderecha que solía informar/desinformar a través de esta plataforma.

 

Sao Paulo ofrece el cuarto elemento a observar, el cual está dado por la temible combinatoria entre expectativas cerradas y una entidad políticamente rentable. Un triple empate entre los principales contendientes a gobernar la ciudad más rica del país está polarizando el discurso político, al grado que en el último debate televisado un candidato aventó una silla metálica a uno de los punteros.

 

Estas elecciones también están marcadas por preocupaciones sobre la infiltración del crimen organizado en la política. Investigaciones recientes sugieren que la mayor facción del narcotráfico en Brasil, podría estar involucrada en campañas electorales con el objetivo de obtener contratos públicos y blanquear dinero. Esta situación pone en riesgo la transparencia del proceso democrático y subraya vulnerabilidades del sistema político.

 

Vem Pra Rua cantaban las juventudes brasileñas para invitar a la gente a salir a las calles a mostrar su desesperanza. El próximo domingo no necesitarán de manifestaciones para decidir el destino de sus ciudades. Para incidir bastará con ejercer el más eficaz de los derechos político-electorales. El sufragio libre expresa en forma nítida las preferencias de los pueblos.

 

Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad de quien las emite y no de esta casa editorial. Aquí se respeta la libertad de expresión.

Miércoles, 18 Septiembre 2024 08:00

Surgir de los escombros

La mayoría de las personas mexicanas tenemos alguna historia relacionada a los temblores que acontecen en nuestro país. Al menos en el centro del país, este fenómeno natural que nos visita ocasionalmente ha permitido tener una sociedad preparada para lo peor. Hoy mismo estaremos realizando un simulacro para afinar nuestras estrategias.

 

El terremoto del 2017 evoca recuerdos amargos. Hubo quienes perdieron familiares con quienes hubieron querido compartir otros tramos de vida.

 

Pero hay también pincelazos agridulces en esa memoria. Ese día se pusieron a nuestra vista muestras contundentes de la fortaleza que hay en la unidad desinteresada. Recuerdo gente en la calle recolectando víveres y a otro tanto con botas y cascos, caminando a algún derrumbe al que iban con la esperanza de sumar y salvar vidas. Se formaban cadenas humanas y se hacían silencios impenetrables al ver un puño levantado.

 

La tecnología, sin lugar a dudas, facilitó este proceso. Saber en dónde se necesitaba ayuda y poder llamar a nuestros seres queridos fue de gran utilidad ante la catastrófica realidad. Sin embargo, poco habríamos sabido qué hacer de no ser por lo que un terremoto previo –el del 19 de septiembre de 1985– dejó a las generaciones que lo vivieron y a las que les seguimos.

 

El terremoto de aquel año marcó la vida de todos los territorios donde fue arrojando su energía destructiva. Las cifras oficiales e inclusive las estimaciones privadas subestiman el grado de nivel de catástrofe que este fenómeno dejó a su paso. Más de 40 mil personas heridas, 4 mil 100 personas rescatadas con vida de entre los escombros y ni hablar del número de personas que perdieron la vida, las cuales –se cree– podrían contarse por decenas de millares.

 

Ciertamente nadie estaba preparado para un evento de esa magnitud. Esto, tristemente, incluyó al gobierno que enmudeció y quedó paralizado. La sociedad tomó las riendas de sus vidas y las de sus vecinos ante la falta de respuesta y proactividad gubernamental, y dejó un legado que perdura hasta nuestros días. La ciudadanía, ya desencantada con el régimen por la crisis económica de 1982, se adueñó del espacio público y no hubo vuelta atrás.

 

“No sin nosotros” escribió Carlos Monsivais, para describir cómo en 1985 surgió una sociedad civil que lidereó el proceso de rescate y reconstrucción. Más aún, esa comunidad solidaria reclamó que el diseño, planeación y ejecución de la política pública pasara –a partir de ese momento– por la participación de la ciudadanía.

 

La sociedad civil que emergió del sismo del 85 no es aquella en que se disputa la lucha de clases, para seguir los términos gramscianos. Surgió más bien como una experiencia voluntaria, marcada por un ánimo de resolver los problemas y dejar de esperar que el gobierno de aquel momento lo hiciera. Por eso es tan importante aquel sentido comunitario que la ciudadanía mexicana adquirió de aquellos años, pues los lazos solidarios que se crearon atraviesan posiciones políticas, credos religiosos y niveles socioeconómicos. Su hilo conductor es, más bien, la conciencia de que la sociedad es más fuerte cuando actúa conjuntamente.

 

El propio Monsivais lo describía acertadamente, cuando explicaba que la colectividad del 85 redefinió en la práctica sus deberes ciudadanos. La sociedad civil permitió a sus usuarios “independencia política y mental”. Esa generación intensificó sus propios deberes, alimentada por el deseo de servir y por la energía que le irradiaron las multitudes que salieron a las calles a proteger a los suyos.

 

A 39 años del temblor, quiero reconocer a esa sociedad civil que impulsó la democracia. Ésta no se desarrolla en el vacío. Requiere de una comunidad participativa, como la que nos heredó aquella generación combativa. Quiero agradecer a las personas que se movilizaron y tomaron las calles porque gracias a su valentía hoy tenemos un país más democrático con instituciones electorales sólidas y personas exigiendo sus derechos en el espacio público.

 

 

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