Comunicación
Social

Recientemente, el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), en colaboración con El Colegio de México, publicó el Estudio sobre la cultura política de los jóvenes en el Estado de México, 2018. Esta publicación ofrece ser un instrumento fundamental para todos los interesados en diseñar mejores políticas públicas y mecanismos de participación ciudadana dirigidos a la juventud en nuestra entidad, la más poblada del país.

 

En términos generales, el estudio es una “radiografía” de la situación de las y los jóvenes en el Estado de México en el contexto del proceso electoral de 2018. Aunque el espacio temporal se sitúa en las elecciones de aquel año, los datos que aporta el estudio trascienden la coyuntura electoral. Además de caracterizar con precisión la población sujeta de estudio (personas entre 18 y 29 años), los autores aportan elementos cuantitativos y cualitativos que nos acercan a conocer la realidad que viven millones de jóvenes.

 

Entre los datos que el referido estudio aporta se encuentran las características de los jóvenes (distribución etaria, estado civil, ocupación, educación, entre otros); su acceso a medios de información (acceso a internet, a televisión, uso de redes sociales); su conocimiento sobre la política (puestos a elegir en votaciones, debates, valoración de los candidatos); su conocimiento sobre la política en el Estado de México (conocimiento de sus autoridades locales y los partidos políticos); su participación política (su rol como votante, importancia del voto, actitudes frente al sufragio, etc.); o la opinión sobre las instituciones electorales, entre otros.

 

Dentro del vasto contenido del estudio, cobra relevancia el apartado referente al acceso a medios de comunicación. Los hallazgos son sumamente interesantes. En principio, el estudio parte del hecho de que nos encontramos en un contexto informativo complejo: la multiplicidad de medios, canales, información y fake news ha enriquecido el diálogo en torno a cualquier problema público, pero al mismo tiempo ha exigido cada vez mayor criterio y capacidad de análisis por parte del auditorio.

 

En este contexto, el principal medio por el cual, las y los jóvenes tienen acceso a internet es el celular (95.9%). Este porcentaje es significativamente más alto que aquellos que tienen acceso a computadora de escritorio (35.2%), laptop (30.7%), tableta (20%) o Smart TV (14.2). De entrada, estos datos evidencian que la brecha digital es mayor en la disponibilidad de computadoras, tabletas e incluso televisiones de nueva generación.

 

Por otra parte, solo el 46.8% de los jóvenes declara que ve la televisión abierta, mientras que el 20.4% ve televisión de paga. Claramente las audiencias televisivas se encuentran en declive frente al uso de redes sociales pues, al mismo tiempo, 92.3% de los jóvenes es usuario de Facebook; 34.7% tiene Twitter; 44.4% usa Instagram y 55.9% ve YouTube. Estos datos revelan que, cada vez con mayor frecuencia, las audiencias se desplazan hacia las redes sociales.

 

Sin embargo, a pesar de esta notoria incursión de la juventud en redes sociales, el principal canal de la actividad política sigue siendo la televisión. El 57% de los jóvenes se entera de lo que sucede en el ámbito político por medio de los spots, 18.1% por medio de noticieros y programas sobre política en televisión. En contraste, solamente 3.8% se entera por internet, 3.5% por redes sociales, únicamente 2.3% por la radio y 1.4% por periódicos nacionales.

 

Estos hallazgos sobre el acceso de los jóvenes a la información son sumamente útiles a la hora de diseñar políticas públicas, mecanismos institucionales o programas. Merece destacarse que el esfuerzo por recabar, sistematizar y exponer esta información es loable. En ese sentido, el estudio del IEEM puede convertirse en una herramienta indispensable para la toma de decisiones orientadas hacia la juventud y, al mismo tiempo, en un referente para la realización de otras investigaciones.

 

 

 

 

Martes, 10 Noviembre 2020 09:00

Kamala Harris, nueva Vicepresidenta

 

Quizás las votaciones en Estados Unidos fueron más reñidas de lo que se esperaba. Los espectadores de todo el mundo no conocimos el desenlace, sino hasta el último momento. Millones de personas emitieron su voto vía postal o de manera anticipada, debido a las circunstancias sanitarias, razón por la cual los resultados tardaron más de lo habitual.

 

Pese a la incertidumbre democrática, potenciada por el complejo sistema de Colegio Electoral, el triunfo del Partido Demócrata inyecta oxígeno a una sociedad polarizada. Joseph Biden se convertirá en el 46º Presidente de los Estados Unidos y Kamala Harris en la primera Vicepresidenta en la historia de ese país.

 

El hecho de que una mujer asuma el cargo de Vicepresidenta en un país como Estados Unidos debe verse, sin lugar a dudas, como un importante ejemplo en materia de equidad de género. Su presencia en la Casa Blanca materializará la lucha de miles de mujeres en todo el mundo por estar en los lugares donde se toman las decisiones.

 

Joe Biden lo sabe. Desde el inicio, manifestó que buscó en Harris a una socia política. Alguien empática y que se convirtiera en uno de sus asesores más cercanos. No se equivocó. Además de ser una gran compañera de fórmula, Kamala Harris refrescó su campaña, rejuveneció el mensaje y aportó convencimiento a los sectores indecisos. A la senadora del Partido Demócrata le llegó su oportunidad en un momento crucial, cuando su país atraviesa por una crisis política, económica, social y sanitaria.

 

Suponer que la Vicepresidencia solo es una posición simbólica no es preciso. Además de sustituir al Presidente en caso de ausencia, el Vicepresidente preside el Senado de Estados Unidos y ejerce un voto de calidad para decidir los empates. Al estar integrado por 100 miembros, y ante la posibilidad de una integración similar, no es menor que la Vicepresidenta tenga voto de calidad. Conocedora del Senado y con un perfil pragmático, Harris exhibe grandes dotes de negociación y cabildeo. Se convertirá en una eficiente operadora del Presidente Biden en el Congreso.

 

Harris inicia fuerte su propia historia. Tiene un perfil que no solo le viene bien a Biden, sino a su país. Mientras el vecino del norte atraviesa una época sombría, con muestras de racismo sistemático, colapso económico y una pandemia en ascenso, una vicepresidenta con las virtudes de Harris suscita buenos augurios. No es el color de su piel, ni su ascendencia asiática lo que garantizan un acertado desempeño. Es su talento, su preparación y carácter.

 

Kamala Harris es vivo ejemplo de lo que Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Suprema Corte de Estados Unidos, auguraba: “A medida que las mujeres alcanzan el poder, caen las barreras. A medida que la sociedad ve que las mujeres pueden hacer más, habrá más mujeres afuera haciendo cosas y todos estaremos mejor por eso”. La presencia femenina en la toma de decisiones no debe verse, nunca más, como algo extraordinario.

 

Biden le debe su triunfo electoral al voto de los latinos, de la gente de color, pero sobre todo a las mujeres. Debe mostrarse empático con ellos y Kamala Harris es la mejor manera de hacerlo.  

Jueves, 19 Noviembre 2020 16:46

DEMOCRACIA DIGITAL: ¿NUEVO PARADIGMA?

Vivimos una época de transición. El orden mundial, las reglas políticas, económicas, y sociales construidas a lo largo del siglo XX han sucumbido ante el impulso del cambio encabezado por las nuevas generaciones. Pocas son las instituciones que se mantienen inalteradas en los tiempos que vivimos.

 

En este proceso, las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han jugado un papel preponderante. Si bien su existencia y popularidad no son nuevas, su rol como herramientas para acortar distancias, facilitar transacciones y automatizar procesos se ha manifestado con profunda claridad en la situación que atravesamos actualmente.

 

Los gobiernos y las instituciones democráticas no son ajenos a esta influencia. La relación que guardan las TIC respecto a los procesos de la esfera pública ha sido fuente de múltiples reflexiones y debates. Una de estos, bastante nutrido, pero aun inexplorado en ciertos ámbitos, tiene que ver con la e-democracia (del inglés, e-democracy) o “democracia digital”. De acuerdo con diversos especialistas, el concepto, el alcance o la existencia misma de una e-democracia todavía no están completamente definidos.

 

La democracia digital tiene diversas acepciones. Una de las más sencillas señala que la e-democracia es aquel espacio digital donde los ciudadanos de una comunidad política han desarrollado la posibilidad de relacionarse entre sí y deliberar asuntos públicos utilizando el potencial que ofrecen las TIC. Otra manera de entenderla sería como una forma relacional de democracia, articulada con base en la información y la comunicación, empleando medios electrónicos y que, en consecuencia, conforma redes descentralizadas de poder para la toma de decisiones. En lenguaje más sencillo, la e-democracia existe cuando se establecen espacios digitales (redes sociales, plataformas, portales web, etc.) que sirven como canales efectivos para relacionar a gobernantes y ciudadanos en torno a decisiones públicas, mismas que pueden incluir la participación política, las campañas electorales, la aprobación o rechazo de decisiones de gobierno, entre otras.

 

Este concepto se relaciona, aunque no es exactamente similar, al de gobierno electrónico (e-government) o “ciudadanía digital”, los cuales se refieren, respectivamente, a la gestión pública por medios electrónicos o a la manera cívica de conducirse y adaptarse a las nuevas tecnologías. En su lugar, la e-democracia no se limita a la digitalización de trámites, al establecimiento de ventanillas electrónicas o al acceso de información en línea. Más bien, ésta busca ensanchar los márgenes democráticos, haciendo de los espacios virtuales auténticos canales para la participación ciudadana, donde el flujo de información sea interactivo y el papel de los ciudadanos sea considerado para la actividad del gobierno y la rendición de cuentas.

 

El nuevo paradigma de la democracia digital ofrece múltiples ventajas. Destaca, sobre todo, la posibilidad de integrar a millones de ciudadanos en los asuntos públicos, pero también la capacidad ciudadana de participar de manera más inmediata y directa. La existencia de portales de gobierno y de redes sociales empodera a los ciudadanos al permitirles opinar, acceder a información o vigilar el actuar de sus autoridades sin necesidad de intermediarios. Esto supone no solo un cambio cuantitativo en la democracia (más ciudadanos participantes), sino un cambio cualitativo (mayor capacidad de influencia en las decisiones).

 

No obstante, debemos ser conscientes que este paradigma implica diversos retos importantes. Uno de ellos es el de la brecha digital, mismo que está relacionado con el limitado acceso a la tecnología por parte de algunos sectores sociales o el desconocimiento en el uso de las TIC. Otro problema, no menos relevante, es la proliferación de las fake news o la existencia de conductas indebidas en redes sociales.

 

Estas oportunidades y retos deben invitarnos a reflexionar sobre las potencialidades de la democracia digital como un elemento esencial de la actividad política y la participación ciudadana en los años por venir. Autoridades y ciudadanos debemos saber adaptarnos a esta realidad para mejorar los procesos electorales y la participación ciudadana. No parece haber vuelta atrás. La democracia digital es, cada vez más, una realidad.

 

 

 

 

 

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