Rendición de informes. ¿Ejercicios democráticos o de simulación?
Utopia, voz que Tomás Moro adoptó para definir un sistema de gobierno, donde se desarrolla una sociedad perfecta y justa. Sin embargo, la propia etimología de la palabra nos deja ver la ironía inherente: se conforma de las voces griegas uo y topos, que significan no y lugar respectivamente, esto es “lugar que no existe”.
Efectivamente, la sociedad debe aspirar a la justicia y la perfección, contar con sistemas de organización social que tiendan a esas aspiraciones, que en el caso del PAN, se traduce a conseguir el bien común, respetar la dignidad de la persona humana, el cumplimiento de los principios de solidaridad y subsidiariedad, lo anterior como pilares del humanismo político.
En el Estado de México, nos encontramos en época de informes de los gobiernos municipales; se presentan como excepción a las características legales de la propaganda gubernamental, se pueden usar nombres e imágenes de los gobernantes.
El artículo 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el penúltimo párrafo señala:
“La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.”
Por su parte, la norma reglamentaria, Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, señala en el artículo 242 apartado 5:
“Para los efectos de lo dispuesto por el párrafo octavo del artículo 134 de la Constitución, el informe anual de labores o gestión de los servidores públicos, así como los mensajes que para darlos a conocer se difundan en los medios de comunicación social, no serán considerados como propaganda, siempre que la difusión se limite a una vez al año en estaciones y canales con cobertura regional correspondiente al ámbito geográfico de responsabilidad del servidor público y no exceda de los siete días anteriores y cinco posteriores a la fecha en que se rinda el informe. En ningún caso la difusión de tales informes podrá tener fines electorales, ni realizarse dentro del periodo de campaña electoral.”
Ya con esa previsión, los gobernantes en turno, lo ven como una oportunidad de que su imagen y nombre sean difundidos en la demarcación territorial de competencia.
No hay que olvidar que el fin de los informes de gobierno, es la rendición de cuentas y de comunicación hacia la ciudadanía de los logros y retos de gobierno.
Contrario a un ejercicio democrático, eventualmente, en lugar de que los recursos públicos de publicidad sean para comunicar el cumplimiento de promesas de campaña y la eficiencia gubernamental; se presentan diversas y evidentes situaciones en los que únicamente se percibe una difusión exacerbada de la imagen y nombre del gobernante en turno, lo utilizan para promocionarse de manera personal con recursos públicos, siendo lo menos importante comunicar logros y acciones.
Al presentarse esos vicios, es pertinente contar con mecanismos de control y supervisión de los informes gubernamentales, en cuanto sus características y el monto de los recursos públicos involucrados.
En cuanto a los montos, lo prudente sería que por ley se estableciera un porcentaje del presupuesto anual que se destine para la propaganda gubernamental en épocas de informes de labores. Evidentemente, será proporcional el monto líquido que se utilizará, con el presupuesto al municipio correspondiente. En el caso del Estado de México, la supervisión del cumplimiento de este supuesto estaría a cargo del Órganos Superior de Fiscalización del Estado de México.
En cuanto a las características de la propaganda gubernamental, deberá privilegiarse el contenido o texto de los logros a comunicar, no el nombre e imagen del político en turno. Por lo que deberán fijarse características claras en cuanto dimensiones de las imágenes y nombres de la referida propaganda, quizás porcentajes de espacio máximo que se ocuparán para identificar al gobernante. En caso de incumplimiento, la entidad responsable de sancionar tal falta, sería la Contraloría del Poder Legislativo del Estado de México o en el caso que se evidencie un marcado fin electoral en dicha publicidad, los órganos electorales deberán intervenir de manera inmediata en su ámbito de competencia.
Ahora en cuanto a la veracidad del contenido, los órganos fiscalizadores y disciplinarios deberán estar atentos a los mensajes que publiciten los gobernantes, verificar que se usan datos correctos y ciertos, que no se están dando “otros datos” distintos a la verdad.
Lo anterior, abonará eventualmente en la trasparencia y en el ejercicio democrático de rendición de cuentas y no que cada año nos enfrentemos a la utopía gubernamental, que nunca permitirá que avancemos como sociedad y mucho menos para contar con mejores gobiernos.
Dr. en Derecho Gabriel García Martínez
Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.
México. Diciembre del 2020
Los profesionales del derecho, cuando se enfrentan a temas procesales, conocen la máxima que los plazos/términos son fatales y no ejercerlos en el tiempo perentorio que fija la norma, causa la pérdida del ejercicio de un derecho. Obviamente la materia electoral no se abstrae de esa regla y eventualmente tampoco en la política.
En materia de gobierno y administración, también existen plazos para el cumplimiento de obligaciones, que son señalados en la ley y que el incumplimiento trae consecuencias administrativas o penales.
Existen otros plazos que no están en ley, que no los fija un ente diverso al obligado, son lo que se autoimponen algunos gobernantes; en algunos casos, la metodología para establecer esos plazos son un misterio y acaban siendo ocurrencias, distractores o paliativos ante situaciones de crisis.
Un ejemplo de lo señalado anteriormente, es el plazo que en materia de seguridad estableció el actual titular del Poder Ejecutivo Federal: “Ante la ola de violencia que se vive en el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que en seis meses bajarán los índices en la materia.”[1] Declaración que realizó en medio de una crisis generada por una tragedia en la que murieron asesinadas 14 personas en Minatitlán, Veracruz
Esta declaración, según la fuente referida en el párrafo anterior, fue hecha el pasado veintidós de abril de dos mil diecinueve. Por lo que, siguiendo las reglas para contar términos, por ser en meses, se establece que corren de momento a momento, esto es, ese plazo feneció el veintidós de octubre del año referido.
¿Qué pasó entonces?, pues tanto para esa fecha, como para el cierre del año dos mil diecinueve, los datos oficiales indican que la violencia no ha disminuido, al contrario, este año será catalogado como el año más violento desde que se tiene registro:
“En octubre, al menos 2 mil 933 personas fueron asesinadas, lo que significa que en los primeros 10 meses de 2019 se registraron 29 mil 574 homicidios en el país, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).”
Dicha cifra representa 706 casos más que en el mismo periodo de 2018 que, hasta ahora, es el año más violento en la historia reciente de México con 34 mil 202 casos, según cifras oficiales.”[2]
Desafortunadamente para los mexicanos, a la fecha que feneció el plazo de seis meses, no se cumplió con la promesa pública realizada. Ante lo anterior, pueden destacarse dos conclusiones.
La primera conclusión, es que el plazo de seis meses que se autoimpuso el Presidente de la República fue una mera ocurrencia, que no se tenía un plan o programa para lograrlo y que al final sólo abonó en la desilusión que ha ocasionado a diversos sectores de la población de México.
Segunda conclusión: Si dicha promesa fue realizada de forma seria, al llegar el veintidós de octubre del presente año, el Presidente de la República debió de realizar un ejercicio transparente de evaluación, comunicar cuáles fueron las resistencias encontradas que impidieron cumplir ese objetivo.
A raíz del primer año de gobierno de la presente administración federal 2018-2024, el Titular del Ejecutivo nuevamente se fija un plazo: ¿Cuánto tiempo necesitaremos para consolidar la obra de trasformación?, pienso, que un año más, es decir, en diciembre, que aquí nos vamos a volver a encontrar, de dos mil veinte.”[3]
Ante el alud de críticas por promesas incumplidas, acciones erráticas de gobierno y administración que atentan a la democracia en México, se fija un nuevo plazo.
Veladamente, se reconoce que no ha logrado cumplir con la esperanza que depositó el pueblo de México.
Incumplimiento que se da a pesar que contaba con diversas circunstancias a favor:
Respaldo de la mayoría de los que votaron el pasado 1º de julio de dos mil dieciocho; sin conflictos postelectorales; transición tersa, prácticamente desde julio de dos mil dieciocho, esto es, casi cinco meses antes de tomar posesión, ya incidía en temas de gobierno y administración; un supuesto conocimiento de los problemas del país al llevar tres sexenios en franca campaña; contar con mayoría de MORENA y aliados en el Congreso de la Unión, con lo que ha logrado que prácticamente todas sus propuestas sean aprobadas por el Poder Legislativo; amplio apoyo ciudadano según diversas encuestas, aunque a la fecha va en evidente picada; los partidos políticos de oposición se encontraron en una etapa de reorganización; y demás situaciones favorables.
A pesar de todo ello, al cumplir un año de gobierno del presente sexenio 2018-2024, los índices de inseguridad siguen creciendo; la economía estancada en riesgo inminente de caer en recesión; desaparición de programas sociales consolidados que se crearon para atender a sectores vulnerables; opacidad en el ejercicio del recurso público; en obras de infraestructura de gran envergadura, se determinó a un costo altísimo la cancelación del NAIM por una supuesta y nunca comprobada corrupción, de igual forma con un costo altísimo, se iniciaron los inviables proyectos del Aeropuerto de Santa Lucía, Refinería de Dos Bocas y el Tren Maya; se han debilitado diversas instituciones garantes del Estado Democrático; se menosprecia e insulta los que tienen opinión distinta al discurso oficialista, ocasionando división en la sociedad; desconocimiento o negación de la oposición, al grado que nunca se ha reunido con líderes de partidos políticos para atender agenda en común y se dan evasivas para atender a líderes sociales; y un largo etcétera.
En conclusión, a reserva de dar el beneficio de la duda, ¿En que condición estaremos como país en diciembre 2020?, en el mejor de los casos, en un ambiente optimista, estaremos igual. Pero la realidad y con la tendencia actual, el pronóstico puede ser que estaremos mucho peor.
Ante ello, el PAN, como lo ha demostrado su historia, responsable del papel que actualmente tiene, seguirá abanderando las causas ciudadanas, actuará como oposición responsable y pugnará férreamente por los intereses nacionales, destacándose la defensa para evitar el debilitamiento del Instituto Nacional Electoral.
Los gobiernos panistas son y serán ejemplos del buen gobierno, los resultados positivos que presentan a nivel local y municipal, dan elementos objetivos para que el PAN se presente ante la ciudadanía como una viable y responsable opción de gobierno.
Al respecto el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés ha declarado de manera firme: “vamos a seguir cumpliendo nuestra responsabilidad, señalando errores y proponiendo alternativas, vamos a seguir trabajando para que en los lugares donde gobernamos, sigamos demostrando con hechos que nosotros sí sabemos dar buenos resultados. Acción Nacional ha propuesto soluciones, por lo que hoy refrenda toda su disposición para trabajar juntos y superar los enormes retos, porque México no ha sido mejor desde que la Presidencia de la República nos divide entre buenos y malos, amigos y enemigos. México es mejor cuando nos encontramos todos necesarios y aportamos para resolver nuestros problemas”.
No cumplir con lo prometido para diciembre del dos mil veinte, en este caso, no será la pérdida de un derecho o una obligación, será la pérdida de la confianza ciudadana.
Dr. en Derecho Gabriel García Martínez
Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.
[1] https://heraldodemexico.com.mx/pais/amlo-se-compromete-a-bajar-indices-de-violencia-en-seis-meses/
[2] https://www.proceso.com.mx/607473/con-casi-30-mil-asesinatos-en-10-meses-2019-se-perfila-para-ser-el-ano-mas-violento
[3] Extracto del discurso del Titular del Ejecutivo Federal del primero de diciembre de 2019, tomado del video consultable en https://www.youtube.com/watch?v=8XHQFmH-tTg&ab_channel=ElUniversal
La figura presidencial en la unidad nacional, algunos comentarios
En la materia de Teoría del Estado, se abordan diversos temas respecto a la evolución de la sociedad y la conformación del Estado como institución. El Estado ya como una creación formal, se sustenta en normas supremas que regulan población, territorio y gobierno. Tema más complejo es el de Nación, ya que no es un término jurídico estrictamente, es de índole social.
¿Cómo se conforma una Nación?, no necesariamente requiere contar con un territorio determinado, pero sí lugares comunes; ¿Requiere un gobierno?, es un elemento de cohesión, quizás no de manera formal; ¿Población? Sin duda, el elemento más complejo de homogenizar.
En nuestra constitución, se señala en el artículo 2º: “La Nación Mexicana es única e indivisible.” Y se destaca la importancia de los pueblos originarios, el respeto a la forma de organización ancestral, el trato especial para su desarrollo y en general temas de políticas públicas de atención.
Sin duda hay diversos elementos que nos dan cohesión como Nación, como pueblo mexicano, ya sean elementos históricos, culturales o sociales, factores que nos identifican como connacionales y que de manera común reconocemos.
Al proponer algunos factores de cohesión nacional, se puede incurrir en controversias, pues difícilmente alguno de ellos será considerado como de identidad del total de los mexicanos. En general se aceptaría que la bandera y el himno son elementos nacionales.
Hay otros elementos generales de identidad, la gastronomía, patrimonio cultural, historia común, idioma, respeto y aprecio a instituciones como es el ejército y la marina y también a la figura presidencial.
Independientemente que existan críticas internas respecto al que se encuentre en turno en el cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en general los mexicanos respetamos y le damos suma importancia a la figura presidencial.
Ante tal situación, el que ostente dicha responsabilidad, tiene el deber de abonar en la unidad nacional, es el referente de actuación del poder público y de la vida nacional.
Ante casos en que ha estado en riesgo la seguridad nacional, ya sea por desastres naturales, guerras, descomposición social y agitación política, entre otras, la actuación del Presidente de la República ha sido factor determinante en la forma de atención y consecuencias de esos fenómenos.
Hacia el primer año de gobierno de la administración federal 2018-2014, se ha mostrado el papel del Titular del Poder Ejecutivo Federal, de inicio, al parecer reflejó la esperanza de cambio de los que sufragaron a su favor, pero desde prácticamente el inicio de su gestión, ha realizado acciones que han buscado dividir a la sociedad, incluso logró que existieran posturas radicales que impedían un sano debate.
Es reiterado su desgastado y anacrónico concepto de liberales y conservadores, cataloga a los liberales como los buenos y a los conservadores como los malos, los liberales son los que lo apoyan ciegamente; los conservadores, a los fifís que cuestionan sus decisiones. El resultado de esa ecuación simplista es que: Los que están con él incondicionalmente son los liberales buenos y los que osan pensar diferente, conservadores malos y fifís.
Esto es, para el actual Presidente de la República, en la Nación Mexicana sólo hay dos tipos de mexicanos: Los que están con él y los que están en contra de él.
Es una conducta por demás irresponsable, que sólo nos llevará al deterioro como nación, como mexicanos y como personas. Esperemos que no se convierta en una lucha de argumentos radicalizados que lleve al deterioro social, a perder identidad y enfrentarnos entre connacionales.
Si acaso se generara unión, que sea para combatir a ese personaje, que al menos al día de hoy, sólo permanecerá cinco años más en el poder.
El Partido Acción Nacional, desde su fundación, ha destacado la importancia de la Nación, reconociendo su trascendencia y papel “La Nación Mexicana es una realidad viva, abierta, multicultural y pluriétnica. Es cuna y espacio para el florecimiento de un vínculo específico que brinda elementos de unidad para quienes al identificarse con ella, superan toda división temporal, geográfica y de origen étnico.”
De igual forma, desde 1939, el PAN, ha sido claro en la importancia de mantener la unidad nacional: “Cuanto vigorice la unidad nacional, acendre y fortalezca los valores tradicionales que dan forma y sentido a la Nación, y coordine y jerarquice justamente los intereses parciales en el interés nacional, debe tener el apoyo pleno de la colectividad y de sus órganos.
Cuanto conspire a romper esa unidad, a deformar su carácter o a desquiciar esos intereses, ha de ser rechazado y combatido por todos.”
Dr. en Derecho Gabriel García Martínez
Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.
El árbitro electoral
El Instituto Nacional Electoral y los Organismo Públicos Electorales en las entidades federativas han mostrado en la inmensa mayoría de casos, ser órganos confiables y piezas fundamentales en la vida democrática de México. Han sido el pilar en las transiciones democráticas que se han presentado a nivel federal, local y municipal.
En el año 2000, el entonces Instituto Federal Electoral tuvo un trascendente papel para que se llevara a cabo un cambio de régimen, la ciudadanía en ejercicio del voto, determinó poner fin a una etapa de alrededor de setenta años del Partido Revolucionario Institucional en el poder, dando paso al Partido Acción Nacional.
Para el 2006, la mayoría de los mexicanos que ejercieron el voto, decidieron que, de nueva cuenta, el candidato postulado por el Partido Acción Nacional, fuera el que ocupara la máxima magistratura del país.
Las elecciones celebradas en ese año, fueron las más competidas en la historia del país, con menos del uno por ciento de diferencia se decidió la elección. A pesar de las inconformidades del candidato que quedó en un cercanísimo segundo lugar, el entonces Instituto Federal Electoral tuvo los elementos necesarios para que legítimamente se determinara el resultado final y saliera avante a cualquier descalificación.
En el año 2012, el candidato postulado por el Partido Revolucionario Institucional fue elegido por la mayoría de votantes para ocupar el cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a pesar de inconformidades, nuevamente el Instituto Federal Electoral realizó su labor de manera adecuada y generó certeza en los resultados finales.
Para 2018, el mismo candidato que descalificó los resultados de 2006 y 2012, que cuestionó al ahora Instituto Nacional Electoral, en esta ocasión postulado por MORENA, obtuvo la mayoría de sufragios emitidos, evidentemente en esta ocasión no hubo inconformidades y los candidatos del PRI-VERDE-NA y del PAN-PRD-MC, se abstuvieron de hacer reclamos o descalificar al árbitro electoral.
Se puede concluir que, en estos cuatro procesos de renovación del Titular del Poder Ejecutivo Federal, la autoridad electoral federal ha correspondido a la confianza de los mexicanos, incluso se ha ganado el reconocimiento internacional al grado que se ha apoyado en elecciones celebradas en otros países.
El Instituto Nacional Electoral, es un órgano de prestigio, que ha logrado afrontar serias dificultades, normativamente se le ha fortalecido y se encuentra en constante evolución, a la fecha se puede considerar que ha logrado una estabilidad institucional que sin duda abona al fortalecimiento democrático de México.
Es destacarse que, para la construcción de ese instituto, se presentó la voluntad política de diversos actores, que tuvieron que dar eco a los reclamos ciudadanos de contar con elecciones confiables. La labor electoral al día de hoy se realiza buscando el cumplimiento de los principios de Certeza, Legalidad, Independencia, Imparcialidad, Objetividad y Máxima Publicidad.
Desafortunadamente ahora, como nunca antes, el partido político en el poder, aprovechando ilegítimamente su fuerza política, desde el Ejecutivo y el Legislativo, realizan acciones que minarían a ese instituto. No es descartarse que la elección de consejeros del INE, se impongan personas incondicionales o incluso militantes de MORENA, ya vimos lo que pasó en la elección del titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, sin pudor alguno, con un evidente fraude e incumpliendo requisitos de elegibilidad, impusieron a una persona totalmente afín al régimen.
También se busca debilitar a la figura del Consejero Presidente, proponiendo reducir el tiempo de ejercicio del cargo y una renovación acorde a tiempos e intereses políticos facciosos.
Ya se ha visto como el régimen ha coptado diversos órganos autónomos, los cuales eventualmente fungen como contrapesos para evitar la centralización del poder y de las decisiones de gobierno y administración.
Gran responsabilidad tenemos los mexicanos en las elecciones que se llevarán a cabo en el año 2021, es quizá una última oportunidad para poner freno al abuso y centralización del poder, de reforzar los equilibrios y vivir en plena democracia. Tenemos la obligación de reforzar el último dique que evitará que se desborde el autoritarismo y el gobierno de ocurrencias.
Ya se ha dicho y demostrado, el Partido Acción Nacional es y será una alternativa política que abanderará las justas causas ciudadanas.
Ya lo dijo Manuel Gómez Morín en la fundación del Partido Acción Nacional, el PAN tiene como objetivo ser: “una acción permanente que, basada en una actitud espiritual dinámica, hiciera valer en la vida pública la convivencia del hombre integral; una postulación de la Moral y del Derecho, como fuente y cauce de la acción política, y ésta, no mero cambio de personas, sino reforma de estructuras políticas y sociales, para gestionar el bien común”.
No es obtener el poder por el poder mismo, no es el quítate tú porque voy yo, es realizar acción política en la búsqueda del bien común, el poder como instrumento, hacer bien el bien.
Dr. en Derecho Gabriel García Martínez
Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.
La demagogia como vicio de la democracia
Como base formal, la Constitución Federal establece que nuestro país se constituye como una República representativa, democrática, laica y federal; pero, a pesar de esa voluntad y aspiración del Pueblo Mexicano y a los avances que se ha tenido para fortalecer y constituir una República con los elementos constitucionales referidos, actualmente, se presentan situaciones que implican diversos retrocesos.
Respecto a las variantes de formas de gobierno, clasificándolos en positivos y en negativos; como positivo, tenemos la república y eventualmente la democracia, el negativo, es la demagogia.
Ahora, la pregunta que origina el planteamiento a desarrollar es: ¿El autodenominado Gobierno de México se desempeña como una democracia?
Para empezar, existe un error voluntario o no, al denominarse “Gobierno de México”, lo correcto es Gobierno de la República o Federal, pues sólo fue elegido para encabezar uno de los niveles en los que se divide el poder público en sentido vertical, debe coordinarse y coexistir con diversos gobiernos estatales y municipales, todos conforman el poder público del Estado Mexicano.
En conclusión, no existe gobierno único de México, a no ser que por error o no, se busque dar imagen de gobierno único y siendo así, estaríamos ante un pretendido régimen absolutista.
Por supuesto, el actual titular del Poder Ejecutivo Federal, fue elegido en un proceso democrático, en el que la mayoría de los mexicanos que ejercieron el voto el 1º de julio de 2018, votaron por el candidato postulado por la coalición encabezada por MORENA.
El actual Presidente de la República, a un casi un año de ejercicio del cargo, ha dado muestras en su estilo de gobierno, a que grado es su compromiso con la consolidación de la democracia, con la rendición de cuentas y el combate a la corrupción.
Ahora bien, sin pretender que esta colaboración sea un estricto estudio de teoría política, para fijar parte de un marco conceptual, en cuanto a la demagogia, es una palabra conformada de los vocablos griegos demos=pueblo y ago=dirigir.
Desde la postura Aristotélica, Sergio Ortiz Leroux la define: “Como término genérico, la demagogia es entendida como un conjunto de prácticas políticas, técnicas de persuasión o como un “estilo” político y comunicativo consistente en ganarse el favor del pueblo. El demagogo pretende conquistar la simpatía popular mediante halagos, recursos retóricos, argumentaciones simples o falaces, mentiras, promesas inalcanzables, discursos incendiarios, lugares comunes y, en el extremo, chantajes sentimentales.”[1]
Por otro lado, Enrique Krauze, en Letras Libres señala: “En el extremo opuesto a Pericles están los demagogos. En su Política, Aristóteles elaboró una teoría de la demagogia. El término dmaggoi designa a los líderes políticos que ponen los deseos populares por encima de las leyes. En la democracia "los demagogos reciben homenajes debido a su adulación al pueblo" (Aristóteles, Política, 1313b). Esa adulación conduce a la corrupción moral.”[2]
Esto es, nos encontraremos ante una demagogia (independientemente que el poder se obtenga por la vía democrática) cuando el gobernante se presenta como un portavoz de la voluntad popular; cuando se ostenta como un ser infalible, superhombre o mesías que acabará todos los males que aquejan a una nación, con fechas fijas para lograrlo; cuando realiza actos que tienden a violar una y otra vez el marco jurídico nacional; usa expresiones comunes aún sin ser aplicables; se refiere a los más desprotegidos como seres incapaces de allegarse de alimento; a exacerbar las diferencias históricas; a mentir y a caer en contradicciones y a encarnarse como un prócer de la historia nacional.
Asimismo, en la demagogia se busca remarcar las diferencias sociales; dividir a la sociedad y provocar polarización; escuda decisiones con el respaldo del pueblo, usando al pueblo como concepto amorfo; descalifica a los factores de poder formal e informal, partidos políticos, poderes públicos, sociedad civil, medios de comunicación, todos los que opinan de manera contraria a lo dicho en la homilía matinal, son enemigos del régimen; se victimiza, el caso más reciente inventando golpes de Estado, y un largo etcétera, pues ejemplos hay muchos y se siguen incrementando las acciones demagógicas.
¿Estaremos acaso ante un demagogo?, muy probablemente, ¿ante un gobernante en camino a dictador?, esperemos que no.
Por supuesto que debe precisarse, que el impacto que generan los demagogos devienen de una inconformidad social, del hartazgo a la clase política tradicional, pero, la aspiración de dar un vuelco en la vida política, puede empeorar la situación.
El ideólogo panista Efraín González Morfín, señalaba que: “una política no demagógica tiene que respetar y combinar los dos aspectos de la justicia y del derecho, el aspecto igualitario y, el aspecto diferenciante, el aspecto igualitario respeta la auténtica dignidad de los derechos humanos de las personas y la situación de aquellas, con respecto de otras de igual derecho, pero el aspecto diferenciante toma en cuenta la necesidad de dar apoyo prioritario y preferente a los sectores nacionales más agobiados por los problemas y que más padecen la injusticia social”.[3]
En la próxima elección constitucional del año 2021, los mexicanos tendremos la oportunidad de poner freno a estas situaciones demagógicas, fortaleciendo a los órganos que le dan contrapeso al Poder Ejecutivo, ya sea través de los espacios en la Cámara de Diputados, como en los gobiernos estatales y municipales.
Y el Partido Acción Nacional, es y será una alternativa para ello.
El PAN ya ha combatido e identificado a los demagogos y ha sido factor real para desmitificar la figura presidencial.
Al respecto me permito citar una frase dicha por Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, Candidato del PAN a la Presidencia de la República en 1988, “El Presidente de la República será simplemente un servidor público más, será como el cartero y será como el policía, pero ya nunca más será DIOS.”
Dr. en Derecho Gabriel García Martínez
Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.
[1] Consultado en file:///C:/Users/Usuario/Downloads/3649-4213-1-PB.pdf
[2] Consultado en https://www.letraslibres.com/mexico/politica/etica-o-demagogia
[3] Consultado en https://www.pan.org.mx/wp-content/uploads/downloads/2019/02/Bien-Comun-285-DIC.pdf