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Martes, 27 Septiembre 2022 09:00

Democracia y Derechos Humanos

Una joven mujer cruzando la calle con el cabello suelto y un velo rosa en las manos, nos deja ver y sentir un halo de esperanza y de fuerza.

 

La muerte de Mahsa Amini la joven iraní de 22 años que fue brutalmente asesinada por la policía de la moral en su país, obliga que los ojos y conciencias de todo el mundo estemos volcadas en manifestar nuestra sororidad, solidaridad y rechazo total a conductas que son contrarias a la condición humana y que nos hacen reflexionar sobre la necesidad de seguir replanteando la forma en la que los regímenes políticos se viven en el mundo entero.

 

Así como el totalitarismo y la autocracia deben ser erradicados por completo con los fanatismos religiosos y la doble moral que manejan, también está la necesidad de reflexionar sobre la democracia, que pese a ser contraria a los antes descritos pasa hoy en día por momentos de quiebre en varios de los ideales y fines propios de ella.

 

La limitación al poder con reglas claras para lograr igualdad, justicia, un estado de derecho que respete y garantice los derechos humanos y la libertad en sus diferentes vertientes, son valores y principios que han pasado por momentos duros en los que el incorrecto ejercicio del poder ha aniquilado a millones de seres humanos, coartando y vulnerando su dignidad.

 

Qué decir de las mujeres que como género hemos estado por siglos sin ser parte de las decisiones públicas y de poder, mujeres que han luchado y han puesto su vida de por medio para manifestar no solo la violencia sino la omisión total de derechos y libertades que laceran la dignidad y calidad de personas y ciudadanas.

 

Las mujeres de Irán son un ejemplo de lo que nuestro género ya no está dispuesto a tolerar.

 

La democracia es lo mejor que tenemos hasta el momento. Karl Popper decía que como forma de gobierno, nos permite sacudirnos de los malos gobiernos sin tener que disparar un tiro o castigar sin matar; sin embargo, actualmente vemos que de acuerdo con el índice de Democracia de The Economist se refleja que menos de la mitad de la población del planeta, cerca del 45%, vive en algún tipo de democracia y que cerca de un 37% de la población mundial está gobernada por un régimen autoritario.

 

Aunado a ello, el estado de la democracia a nivel global de acuerdo con los datos de 2021, arroja que la media se encuentra en 5.21 de una escala de 0 a 10.

 

Estos datos nos obligan a pensar y evaluar la forma en la que se materializan los derechos humanos en los estados de derecho que son parte del régimen democrático.

 

Entender que los derechos humanos como dice Ernesto Garzón Valdés[1] son derechos básicos que resultan necesarios para la realización de cualquier plan de vida, es decir, indispensables para que cualquier persona pueda actuar como un agente moral autónomo. Avancemos sin retroceder.

 

[1] Ernesto Garzó Valdés, Derecho. Ética y política, Madrid, CEC.

A pesar de lo que todos los días vemos en calles, avenidas, mobiliario urbano y espectaculares, legalmente el proceso electoral para renovar la gubernatura en nuestra entidad inicia la primera semana de enero de 2023.

 

Y hay quienes SÍ pueden realizar preparativos para organizar lo que ya muchos analistas, académicos y la propia clase política ha denominado como la que será “la madre de todas las batallas” en una entidad catalogada como “la joya de la corona”. El Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) sí puede actuar desde ahora, al ser el encargado de velar por la organización de procesos que den certeza, legalidad, imparcialidad, transparencia, objetividad y paridad, ésta última con pasos muy pequeñitos hasta el momento.

 

Para la elección de 2023 un tema relevante es la conformación de las juntas y consejos distritales que son la columna vertebral de la parte operativa de la elección. Estos órganos son desconcentrados pues están jerárquicamente por debajo del Consejo General y su responsabilidad consiste en aplicar las diversas resoluciones que el mismo Consejo determine.

 

Su naturaleza radica en la conformación que deben tener, por eso deben buscarse perfiles ciudadanos que abonen en la legitimidad de cualquier proceso democrático. Si la ciudadanía participa, y es quien de viva voz forma parte de ellos, es claro que la confianza aumenta; de no ser así, se corre el riesgo de lo contrario.

 

El pasado 12 de septiembre el órgano de máxima dirección del IEEM analizó y discutió el Reglamento de los Órganos Desconcentrados, que es la normatividad que regula la forma en la que se lleva a cabo el proceso de reclutamiento, evaluación, selección y hasta las sustituciones y remociones, acuerdo que se aprobó por mayoría y no por unanimidad.

 

Mi voto fue en contra por 2 cuestiones de fondo. La primera porque en el mismo no se garantizaba materialmente la paridad, mi propuesta fue modificar la palabra “procurará” por “dar prioridad”, ésta última forma parte de la perspectiva de género, propuesta que no prosperó. Sostengo que no basta que se mencione la paridad en el documento, sino que la misma se materialice.

 

La segunda es que la ciudadanía ha expresado que siempre son las mismas personas las que ocupan esos espacios, lo que según los propios acuerdos del Consejo General es cierto, pues más de 55% de esos espacios en los últimos 3 procesos electorales han sido ocupados por las mismas personas en dos o hasta 3 y más procesos, motivo por el cual la propuesta fue maximizar derechos y ejercitar alguna acción que permitiera de forma concreta que, quienes nunca han sido parte de estos órganos, pudieran serlo.

 

Una vez más se pierde una valiosa oportunidad de acercar al IEEM a la ciudadanía de cara a una elección inédita e incluso histórica. Hay que seguir abonando porque este sea un tema central.

Lunes, 05 Septiembre 2022 15:00

Realidad de las mujeres indígenas

Hoy es Día Internacional de la Mujer Indígena. Es una fecha en la que tendrían que ser significativos los avances que hay sobre el respeto a los derechos humanos de las mujeres indígenas, sin embargo, persiste una deuda histórica por muchas de las instituciones del Estado que no han logrado materializar los derechos de millones de mujeres.

 

Las mujeres indígenas de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, representan 51.4% del total de la población indígena en el país, que es de 7,364,645 personas.

 

El Estado de México es una de las entidades que concentra un gran número de ellas y en donde los déficits en materia de educación, salud, justicia y acceso a espacios de poder es permanente.

En el territorio mexiquense están las mujeres mazahuas en Almoloya de Juárez, Atlacomulco, Donato Guerra, San Felipe del Progreso, San José del Rincón, Temascalcingo, Valle de Bravo, Villa de Allende y Villa Victoria; otomíes en Acambay, Aculco, Amanalco, Chapa de Mota, Jiquipilco Timilpan, Toluca; nahuas, matlazincas y tlahuicas en Amecameca, Temascaltepec y Ocuilan, la mayoría bajo marginación política, social y económica, hay que decirlo.

 
Las mujeres indígenas de hoy exigen cambios en las políticas públicas y dejar de ser vistas solo como un medio para “hacer creer” a la ciudadanía que sus demandas han sido satisfechas. El asistencialismo para fotografía no funciona.

 

Los altos índices de marginación dan cuenta clara de grandes problemas que enfrentan ellas y sus familias: nutrición insuficiente, servicios educativos deficientes, escasas oportunidades de un empleo productivo en actividades agrícolas y diferentes a ellas, falta de traductores y defensores de oficio en materia de impartición de justicia, en suma: pobreza e interseccionalidad.

 

Son portadoras de un gran legado cultural como su lengua materna que mantienen viva a pesar de la fuerte discriminación. Son mujeres fuertes que además forman parte del proceso de feminización de sus comunidades al ser cuidadoras del hogar, participar en la cría de animales domésticos, pilar económico fundamental con la comercialización de sus productos y artesanías

 

Resulta primordial visibilizar sus circunstancias y la violencia sexual, económica, física y política que también sufren.

 

Los espacios de poder deben ser accesibles a ellas y aún no lo son. Hay avances a nivel federal, ejemplo de ello son las acciones afirmativas que han permitido que mujeres indígenas lleguen a espacios de toma de decisión para modificar su realidad y la de sus comunidades.

 

En el Estado de México falta mucho por hacer pues son rubros que están desatendidos por diferentes autoridades que carecen de sensibilidad política para poder cumplir con lo mandatado por la Constitución, ni que decir de las Convenciones y Tratados Internacionales.

Lunes, 29 Agosto 2022 13:00

Las resistencias a la paridad

No cabe duda que la resistencia a la paridad sigue presente a pesar que ésta lucha de reconocer los derechos político electorales de las mujeres parecía culminar con la reforma en materia de paridad transversal mejor conocida como “Paridad en Todo” en junio de 2019 y la reforma en materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género en abril de 2020.

 

Nada más falso que ello, si bien estas reformas son grandes conquistas que han permitido que mujeres ocupen espacios de toma de decisión que antes solo podía pensarse para hombres; lo cierto es que sigue presente la resistencia a dar acceso a las mujeres al ejercicio del poder y a cumplir con el principio de paridad.

 

Lo digo así porque a partir de estas reformas se desencadenaron diferentes actos entre los que encontramos la solicitud de una ciudadana y organizaciones civiles para que la autoridad electoral (INE) emitiera criterios para garantizar el principio de paridad en gubernaturas locales, ya que, de 32 gubernaturas, únicamente dos estaban ocupadas por mujeres.

 

Y justo en 2021 se renovarían las titularidades del poder ejecutivo de 15 entidades lo que dio pie para que en noviembre de 2020 el INE emitiera el acuerdo INE/CG/569/2020 sobre paridad en Gubernaturas, impugnado por el PAN, el Partido de Baja California y el Senado de la República.

 

El resultado: la Sala Superior (última instancia para conocer del asunto) invalidó el acuerdo del INE y vinculó al Congreso de la Unión y a los congresos de las entidades para que emitieran regulación sobre la postulación paritaria de candidaturas de los partidos políticos para las gubernaturas, además de vincular a que los partidos postularan 7 mujeres como candidatas de los 15 estados que renovarían el poder ejecutivo; solo así la balanza cambió un poco.

 

Como observamos, siempre que se genera un acuerdo para materializar la paridad, hay impugnaciones que desnudan, no solo la resistencia, sino el camino que aún falta recorrer.

 

Es el caso de las modificaciones que los partidos políticos deben hacer a sus documentos básicos para garantizar la paridad sustantiva a través de criterios de competitividad y que tendrán como fecha límite el 31 de octubre de 2022.

 

La paridad en gubernaturas aplicará también para Coahuila y Estado de México, en donde a pesar de establecer en ésta última entidad en un artículo transitorio que la alternancia de género aplicara hasta 2029, los partidos están obligados a precisar como aplicarán la competitividad en la postulación de mujeres, en qué entidad postularán mujeres y hombre y, cuántas y cuáles serán convocatorias exclusivas para mujeres.

 

El INE concluye que la mayoría, no menciona la obligatoriedad de cumplir con mecanismos para garantizar la paridad sustantiva a través de criterios de competitividad. Tarea urgente y a contra reloj.

Son tres grandes temas que, en esta ocasión, el fin es delinear la relación que tienen. La participación por parte de la ciudadanía en todos los procesos democráticos es fundamental. Su evolución está ligada a los acontecimientos históricos que forman parte del devenir de la humanidad.

 

En la época de los griegos no todos podían participar, solo unos cuantos tenían la calidad de ciudadanos y la democracia era directa en la que se sorteaban los cargos públicos al no existir necesidad de tener mayoría.

 

En la época feudal los reyes y la divinidad eran quienes tomaban decisiones de poder importantes. Fue hasta la época de las revoluciones inglesa y francesa que ello comenzó a dar un giro distinto. A partir de esos momentos históricos, han pasado innumerables sucesos en el mundo para llegar a la democracia representativa de nuestros días.

 

La participación, hay que decirlo, es un acto social y está íntimamente vinculada con la representación política porque, es a través de quienes elegimos como gobernantes, que nos sentimos representados o no; y son ellos quienes están obligados a rendir cuentas de su actuar y de las decisiones políticas que toman.

 

Es decir, la participación se convierte en algo más que una sucesión de elecciones porque enlaza los procesos electorales con las decisiones políticas cotidianas, esas que en muchas ocasiones no son las mejores, sobre todo, cuando se trata de respeto al Estado de derecho o garantizar los derechos humanos.

 

Ejemplo de ello, la desaparición forzada de personas. Entre los elementos de su definición se encuentra “la privación de la libertad de una o más personas, cometida por agentes del Estado… seguida de la falta de información… o de informar sobre el paradero de la persona...”.

 

De acuerdo con Naciones Unidas de 1964 a la fecha han desaparecido 100,000 personas, de los cuales, 97% se refiere a casos posteriores a 2006, casos entre los que se encuentran los 43 estudiantes de Ayotzinapa de quienes últimamente hemos tenido noticias lamentables.

 

Para la ONU las desapariciones en nuestro país son una muestra de un prolongado patrón de impunidad, por ello, el tema de la participación resulta tan importante, pues pese a que es utópico participar en todo lo público, cierto es que no participar da un cheque en blanco a quienes sí participan para que decidan por todos.


La participación es también un acto colectivo y producto de una decisión personal que también se realiza para cuidar los intereses y los derechos particulares de grupos y de personas que se diluyen en el conjunto mucho más amplio. Sirve para corregir los defectos de la representación política. Es por ello por lo que debemos generar conciencia y hacer un trabajo permanente de incentivar la cultura de participación en todos los ámbitos, más, en lo público.

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