El paradigma de las redes sociales
Más del 58% de la población mundial utiliza diariamente, y con tendencia a hacerlo cada vez más horas al día, al menos una red social, así lo reportó el Informe Digital 2022, que presentan cada año We Are Social y Hootsuite. Si bien las cifras corresponden a la medición del año previo, muestran una tendencia creciente en el uso de plataformas digitales en las actividades cotidianas de las personas, sea en el ámbito privado, social o laboral.
La inmediatez, la relativa facilidad de acceso, y envío, de información; la generación de comunidades, o la entrada a éstas, y el favorecimiento de la cooperación en causas específicas, han contribuido al éxito de plataformas como Facebook o Twitter, por mencionar solo algunas.
A diferencia de los llamados medios tradicionales, las redes sociales presentan una forma más rápida y horizontal de acceder a información, y conceden a los usuarios la calidad de “lecto-autor”; es decir, un lector activo y a la vez participante del proceso narrativo, como lo explica Caldevilla en Democracia 2.0: La política se introduce en las redes sociales.
Estas cualidades de los medios digitales han permeado también en las esferas política y ciudadana. En 2008, el entonces candidato Barack Obama revolucionó la forma de hacer campaña con la incorporación de diversas plataformas digitales que alentaron no sólo la participación ciudadana y el activismo político, también incrementaron los donativos a su causa.
Si bien antes se habían registrado esfuerzos incipientes en la utilización de internet en campañas políticas y ciudadanas en Estados Unidos, no fue hasta la incursión de My.BarackObama.com que cambió la forma en que los políticos y gobernantes se comunican con los ciudadanos.
En nuestros días sería impensable que representantes de gobierno no informaran sobre sus actividades diarias o respecto a las acciones de su administración en las redes sociales, oficiales o personales, lo que de alguna forma ha agilizado el proceso comunicativo entre los funcionarios públicos y las y los ciudadanos.
Las ventajas son muchas y cada día se van sofisticando; no obstante, desde hace algunos años, las redes sociales presentan también desafíos en materia de información en todo el mundo. Justo sus grandes bondades, la horizontalidad y el fácil envío y recepción de información, representan un gran reto gracias a la fácil propagación de noticias falsas.
El fenómeno de las fake news es de orden mundial, y ha sido abordado con seriedad por analistas, medios de comunicación y periodistas, quienes han realizado esfuerzos para combatir la desinformación con datos y rigor periodístico o académico.
Distinguir información incierta o completamente falsa de los datos duros es ya una tarea no sólo de especialistas o medios; a esa labor deben sumarse todas las personas a fin de construir sociedades con mayores elementos para tomar mejores decisiones, tanto en la vida pública como en la privada.
Las redes sociales seguirán siendo parte de la cotidianeidad, por lo que es necesario encontrar un punto de equilibrio entre la libre expresión de ideas y el manejo riguroso de datos que pueden favorecer tanto a las causas más nobles, como a las más reprochables.
Si bien seguir alentando las bondades de las nuevas tecnologías y, paralelamente, acotar los espacios de difusión de información que no contribuyen a la integración de sociedades más participativas e informadas, es tarea de las y los ciudadanos, también resulta hoy una obligación de las instituciones públicas cuya razón de ser es servirles.