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Vivimos tiempos en los que la incertidumbre y el miedo se han apoderado de la colectividad en diversos aspectos.

 

Los Estados modernos han transitado de la lucha y consolidación de los regímenes y sistemas políticos democráticos a la búsqueda de alternativas para dar solución a las problemáticas que nos aquejan, temas como el calentamiento global, la economía, la erradicación de la violación de derechos humanos hasta la manera de salir bien librados de la pandemia provocada por el COVID-19 son sólo algunos de ellos.

 

Sociólogos y politólogos de diferentes latitudes coinciden al expresar que las crisis que permitían exponer soluciones para ser superadas hoy en día son las que explican en sí el contexto que vivimos, muchos consideran que incluso existe una crisis del propio pensamiento.

 

Ante este panorama, y sabedores que la democracia es la mejor forma de gobierno que hasta el momento permite contar con sistemas de pesos y contrapesos, que equilibran y limitan el poder a través de elecciones libres y periódicas, que permiten que la ciudadanía se encuentre representada; la obligación de todas las autoridades de garantizar los derechos humanos y sancionar a quienes los vulneran entre otros, nos obliga a tener claridad sobre la importancia que tiene la participación de la colectividad en todos y cada uno de los actos de responsabilidad pública.

 

Tal vez para muchos el tema de la sociedad civil sea viejo, pero por el contrario ponerla en el centro de toda actividad económica, social y política es atemporal.

 

La sociedad civil concebida como esa esfera de interacción social entre la economía y el Estado compuesta por la familia, las asociaciones voluntarias, los movimientos sociales y los sistemas de comunicación, debe ser considerada e incluida no en la parte final del eslabón democrático sino como la sustancia y esencia de la misma.

 

Estamos obligados a pensar y repensar nuestras formas de organización y de participación porque la democracia es un proceso de constantes cambios.

 

No podemos olvidar que la sociedad civil es la intermediaria de grupos que han sido históricamente excluidos, que a través de ella se dan la crítica y la generación de proyectos que permiten tener opciones pues se nutre de las diferentes visiones y realidades de quienes viven día a día situaciones de carencia, de inseguridad, de violencia y de desconocimiento de un futuro que cada vez se torna más incierto.

 

Así la democracia también goza particularmente de un alto grado de insatisfacción relacionado con la pobreza y lo altos índices de corrupción. Vale la pena reflexionar a nivel estatal y municipal.

 

La ciudadanía delega su soberanía en quienes considera los mejores para tomar decisiones de lo público, es justo y necesario que se abran opciones para escuchar y para que la participación ciudadana sea verdaderamente vinculante.

Lunes, 23 Agosto 2021 13:00

Pensar en los derechos humanos, en serio

 

Todos los días desde hace ya muchas décadas la mayoría de todos y todas nosotras hemos sido testigos de diferentes noticias en las que se habla de robos, secuestros, inseguridad o falta de empleo.

 

Recientemente todos estos temas han ido en aumento sumándose en gran medida los casos de desapariciones forzadas, desplazamientos de comunidades indígenas obligadas a dejar sus tierras o la irrupción del crimen organizado en diferentes espacios privados y públicos.

 

¿Cuál es la respuesta a las exigencias de justicia? ¿Cómo el Estado democrático en el que vivimos puede y debe dar solución a estos acontecimientos? ¿En dónde quedan los derechos humanos y su respeto irrestricto?

 

Desde que doy clase en la UNAM hemos pasado alumnado y profesora debatiendo este y otros temas; los nombres por supuesto han cambiado y también los hechos, hemos pasado de Atenco a Tlatlaya, de la desaparición de los normalistas hasta la lectura de la novela de Jorge Volpi de "Una novela criminal"; sin embargo, en la mayoría de los casos la falta de resultados se ha mantenido permanente de acuerdo a las conclusiones de cada sesión antes presencial y ahora con el COVID-19 virtual.

 

Ante estos acontecimientos bien vale la pena tener claro que nos encontramos en un régimen democrático – constitucional en el que existen reglas que organizan y limitan el poder político y a su vez tienen la gran encomienda y finalidad de garantizar que los derechos humanos se respeten en todas sus vías y formas.

 

Luggi Ferrajoli decía que los derechos humanos o fundamentales son identificados como las leyes del más débil y en cierta forma tenía razón. Si revisamos la historia de los derechos humanos podemos dar cuenta que los mismos han surgido en las revoluciones o luchas sociales en las cuales se buscó terminar con la opresión y con la discriminación intolerables.

 

Así derechos como la igualdad, la libertad cobra sentido, el derecho a la salud, la libertad de expresión o a la educación.

 

El Estado de México en su Constitución hace referencia a los principios constitucionales, los derechos humanos y sus garantías. Menciona la obligación de todas las autoridades de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos y en su caso sancionar y reparar las violaciones.

 

A pesar de ello de acuerdo al índice de estado de Derecho 2020-2021 elaborado por World Justice Project, nuestra entidad en los factores: límite al poder gubernamental, ausencia de corrupción, orden y seguridad, justica penal y derechos humanos está en todos los casos por debajo del promedio de los 32 estados, evaluado con una adhesión más débil al Estado de derecho.

 

Ello explica las exigencias cotidianas. Se necesita un régimen democrático- constitucional vivo que responda a las demandas ciudadanas, investigue, sancione y repare las violaciones de DDHH.

 

Largo ha sido el recorrido que el feminismo mexicano ha tenido que transitar. Nada sencillo para las mujeres que nos han antecedido a muchas de nosotras que coincidimos y seguimos empeñadas por convicción en visibilizar el reconocimiento y materialización de un derecho no una concesión para las mujeres y su participación en política.

 

Dos mujeres que han dejado huella en muchas como son Martha Sánchez Néstor quien fuera activista y feminista indígena que lucho desde su natal Xochistlahuaca para hacer pública las injusticias y problemática indígena del estado de Guerrero, así como “la chapita” como muchas mujeres de las que sí están comprometidas con el género le decían a María Elena Chapa, luchadora incansable y primera mujer senadora del país decía que los derechos de las mujeres no son negociables lo cual es cierto.

 

Durante las últimas dos décadas hemos sido testigos de manera sumamente paulatina de ese cambio que ha implicado cimbrar el sistema patriarcal en el que vivimos y tratar de cambiar a través de la lucha de los colectivos de mujeres, de las sentencias de los órganos jurisdiccionales y cada vez más, a través de la generación de acciones afirmativas de varias autoridades administrativas del país, la participación política de las mujeres.

 

El tema de que las mujeres formen parte de los espacios de toma de decisiones importantes para la colectividad está relacionado con hacer visible la discriminación de la que millones de mujeres han sido objeto no solo por el género sino por los múltiples ejes que se entrecruzan para que esa discriminación se dé, hablamos de un feminismo interseccional.

 

Es importante la representación política de las mujeres; un ámbito primordial es la representación municipal si consideramos que es la primera esfera de contacto con la ciudadanía, es por ello que la paridad debe ser vista en este primer gran espacio de poder.

 

En la entidad de los 124 municipios, 46 mujeres serán presidentas municipales lo que representa un 37.10% en contraste con los 79 hombres que ocuparán ese cargo el 62.90 %.

 

En cuanto a las sindicaturas vemos 86 mujeres (63.70%) respecto de los 49 hombres que representan un 36.30% esta cifra se observa como avance sin embargo no es menor considerar que derivado de la alternancia en la conformación de las planillas es evidente que el segundo cargo de mayor relevancia al ser un hombre quien encabezaba la planilla debía ser para una mujer.

 

En las primeras regidurías la cifra cambia de nuevo al contar con 519 hombres un 54.12% contra un 45.88% que son las 440 mujeres que ocuparan este cargo.

Datos relevantes que nos arrojan que no basta con la postulación paritaria, debemos reflexionar y hacer más, las mujeres que partieron nos dejaron grandes lecciones y ejemplos a seguir.

Lunes, 09 Agosto 2021 14:00

El perfil de los Ombudsman a revisión

Tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales son solo algunas violaciones de derechos humanos que un gran número de mexicanos y mexicanas viven día a día.

 

 

En el caso de la primera, los golpes, la asfixia, las amenazas, los insultos hasta llegar a las descargas eléctricas en genitales, los tocamientos y la violación sexual son solo algunos de los métodos utilizados por diferentes agentes en distintos contextos que lamentablemente se hacen cada vez más cotidianos para la ciudadanía.

 

Ello no significa que las cosas deban mantenerse así. Es importante tener claro que en el régimen democrático en el que nos encontramos las instituciones juegan un papel sumamente importante para poder atender, investigar y reparar el grave daño que sufren mujeres, hombres, niños y personas de la diversidad sexual que son víctimas de estos crímenes de lesa humanidad.

 

Instituciones como las comisiones de derechos humanos fueron creadas justamente como una forma de control del poder, para investigar las violaciones de derechos humanos que son cometidas lamentablemente por diversas autoridades del Estado.

 

En México contamos con una Comisión Nacional de Derechos Humanos y en cada una de las entidades existe una Comisión Estatal de Derechos Humanos. La pregunta obligada es si han cumplido con su cometido y con el fin para el que fueron creadas: investigar y emitir recomendaciones que verdaderamente frenen las terribles violaciones de derechos Humanos.

 

Estudios académicos como el elaborado por el CIDE ratifican lo que el informe de Human Right Watch desde 2008 puso de manifiesto: parte de la ineficacia de estas instituciones es porque 1) hay una nula relación con ONG’s que sí hacen defensa de los derechos humanos con poco o nada de presupuesto, 2) el formulismo jurídico por encima de la defensa de derechos humanos y 3) ausencia de autonomía que está relacionada con la forma de elección de su titular.

 

Este estudio revela que es sumamente oportuno y optimo que quien sea titular de estas instituciones sea alguien que tenga una verdadera formación en la defensa de los derechos humanos, alguien que goce de reconocida autoridad moral y por supuesto que sea un o una defensora o defensor de derechos humanos en la vida práctica. Solo alguien así puede darle certeza y verdadera autonomía.

 

En el Estado de México durante el año 2021 se han emitido 7 recomendaciones ninguna es sobre tortura o desapariciones forzosas ¿será que afortunadamente no existen ninguna de ellas? Tlatlaya y Atenco son casos que lastiman y duelen a la sociedad sin contar los que no se denuncian.

 

Titular igual al grado de autonomía de la institución, eso dicen los estudios, ustedes que opinan.

 

El tema de género y esa brecha que estamos todos y todas en obligación de erradicar son un tema central hoy en día; los acontecimientos internacionales en un área de la relevancia que tienen los juegos olímpicos no ha sido la excepción y las mujeres desde ese espacio han alzado la voz.

 

Nuevamente mujeres de todo el mundo luchando por visibilizar esos efectos tan negativos del sexismo y del patriarcado.

 

Los Juegos Olímpicos tienen una historia mitológica que refiere que Heracles en honor a su padre Zeus organiza una serie de eventos deportivos entre el 884 y el 704 a.c, claro que las mujeres no participaban ni siquiera como espectadoras.

 

Desde la propia mitología damos cuenta de cómo el sistema patrifocal acabo con el sistema matrifocal que, de acuerdo con Marija Gimbutas profesora de arqueología europea en la Universidad de California era el que imperaba.

 

La vieja Europa era una sociedad no estratificada e igualitaria que cambio con la llegada de los indoeuropeos y por supuesto con las religiones: hebrea, cristiana y musulmana, todas basadas en reprimir y subordinar a las mujeres a los hombres, ninguna se salva.

 

No es extraño que con esta historia los juegos olímpicos en sus ediciones modernas en 1859 y 1896 no contemplaran a las mujeres como parte de estos.

 

Es en 1900 cuando por primera vez 22 mujeres participaron, discriminadas claro porque su participación fue extraoficial.

 

Hoy gracias a la voz de grandes mujeres atletas como Simone Biles, el equipo noruego de balonmano multado por no usar bikini o las gimnastas alemanas que decidieron usar trajes de cuerpo entero en ambos casos para denunciar la sexualización del deporte se hace visible la discriminación y la violencia de género que mujeres de alto rendimiento viven desde hace décadas al igual que otras mujeres de diferentes latitudes y contextos.

 

Las mujeres deportistas de todo el mundo quieren ser vistas por lo que son: atletas de alto rendimiento.

 

El machismo y la discriminación han estado presentes, basta buscar en la historia de los juegos el número de veces que se habla de los hombres deportistas en comparación con las mujeres, de ellas se habla de si son casadas, tienen hijos, su edad, en muchas ocasiones son comparadas con hombres minimizando el mérito y desarrollo personal.

 

Visibilizar la violencia de género nos hace necesario bajar el balón de lo internacional al ámbito nacional y por supuesto al local. ¿Cuántas mujeres mexiquenses han formado parte de las delegaciones nacionales para juegos olímpicos? ¿Cómo el Estado apoya e incentiva a niñas mexiquenses para ser atletas de alto rendimiento?

 

Soraya Jiménez y Perla Patricia Bárcenas son algunas y ambas en su momento denunciaron discriminación y condicionamiento, en el caso de Soraya para apoyos financieros.

 

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