Comunicación
Social

Derivado del Proceso Electoral Judicial Extraordinario 2025 en la entidad mexiquense, el Instituto Electoral del Estado de México implementó la Red de Mujeres Juzgadoras, Candidatas y Electas, a iniciativa de la Asociación Mexicana de Consejeras Estatales Electorales A.C. (AMCEE), generando un espacio de acompañamiento para las mujeres candidatas en la presente elección en materia de violencia política contra las mujeres en razón de género (VPMRG).

 

Esta Red es una estrategia que tiene la finalidad de conformar una alianza de mujeres que aspiran a ocupar un cargo en el Poder Judicial Local mediante elección popular, constituyéndose como un mecanismo de comunicación sobre VPMRG e intercambio de experiencias. Cabe destacar que, en caso de resultar electas, podrán permanecer en ella.

 

A través de la Unidad para la Coordinación de los Trabajos de Igualdad de Género y Erradicación de la Violencia Política en Razón de Género (UCTIGEVP) se les ha hecho llegar información relevante respecto a la VPMRG, sobre todo para detectar, prevenir y dar seguimiento a posibles casos de esta violencia.

 

Por consiguiente, también, a las integrantes de la Red se les ha brindado capacitación continua, en distintos asuntos de interés no solo de VPMRG. El 20 de marzo se llevó a cabo el taller virtual Comunicación y poder, con el propósito de analizar las dinámicas de poder presentes en los medios de comunicación enfocándose principalmente en el papel de las mujeres en la vida política.

 

De igual manera, el 24 de marzo se efectuó la capacitación virtual denominada Conectando con la ciudadanía a través de las plataformas de Meta, en la que se brindaron herramientas para que las candidatas puedan navegar en los entornos digitales de forma efectiva y afrontar la violencia digital.

 

Asimismo, el 9 de abril se tocó el tema de la VPMRG para su identificación, mediante estrategias que posibilitan su reconocimiento, promoviendo la participación plena y equitativa en los comicios judiciales.  

 

Es de resaltar que el personal de la UCTIGEVP, como área de primer contacto, está a sus órdenes para apoyo, asistencia y asesoría personalizada en casos de VPMRG. Si como candidata has sido víctima de esta violencia, acércate.

 

Datos internacionales reflejan que hay más juezas y magistradas que jueces y magistrados en Europa, no obstante, solo el 41% de las juezas tienen representación en tribunales supremos nacionales y el 25% en presidencias de los tribunales (ONU, 2025).

 

En el Estado de México, el Censo Nacional de Impartición de Justicia Estatal 2024 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2024) señala que, en órganos jurisdiccionales sin contar a las unidades administrativas, hay 4,384 personas, es decir, 2,690 mujeres o 61% y 1,694 hombres o 39%. Además, indica que el pleno del Poder Judicial del Estado de México se integra por 63 personas, 24 mujeres que se traduce en el 38% y 39 hombres que es igual al 62%. 

 

Con lo anterior, se reafirma el logro de la representación de las mujeres en puestos de toma de decisión y liderazgo, sin embargo, falta recorrer camino para alcanzar los cargos de más alta dirección política. Las uniones de mujeres, como esta Red, entretejidas con respaldo y compañerismo, contribuyen a reducir brechas de desigualdades, a apoyar ante la configuración de violencias y a sensibilizar con firmeza.

 

Si estás contendiendo en esta elección y aún no te has inscrito a la Red de Mujeres Juzgadoras, Candidatas y Electas en este enlace te puedes registrar: https://forms.gle/JVcGjDCGhFsvUjqQ9

Martes, 18 Marzo 2025 06:00

¿Por qué movilizarnos cada 8 de marzo?

Las movilizaciones del 8 de marzo, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, son actos simbólicos que constituyen un ritual para las mujeres que eligen expresar colectivamente su ira, inconformidad e indignación con una realidad que les continúa oprimiendo, sin importar sus posiciones de ventaja respecto a las demás y trasladándose en discriminaciones simultáneas para la gran mayoría.

 

Las feministas no son las únicas en las filas de los contingentes. Principalmente, se manifiestan madres, padres, hijas, hijos, amigas, amigos y familiares que todavía se encuentran en el sinuoso camino por obtener justicia para las mujeres importantes en sus vidas, víctimas de feminicidio o desaparición.

 

Con todo, quienes marchan son víctimas acompañando a otras víctimas de la violencia machista, la cual se reproduce en el cotidiano a través de infravaloraciones, control, agresiones y discriminación estructural.

 

Las consignas que se gritan durante la movilización interpelan a cada sector de la sociedad como corresponsables y agentes con poder de cambio en todo el gran reto que representa hacer frente a la violencia contra las mujeres: autoridades, sociedad civil, hombres y otras mujeres. En ellas se efectúan llamados a la acción y a la conciencia sobre la dimensión real de la violencia de género, invitaciones a cuestionarnos las dinámicas de las relaciones de pareja entre mujeres y hombres, así como exigencias a respetar la autonomía de las decisiones de las mujeres.

 

Sin bien la voz es uno de los instrumentos más empleados, la comunicación escrita y visual es clave en el movimiento. Se acude a la marcha con carteles y lonas. Los primeros son hechos con gran creatividad y elocuencia con proclamas, frases y postulados sobre el feminismo, experiencias y razonamientos sobre las desigualdades sociales vividas por las mujeres. Los segundos tienen fotografías y nombres de las víctimas de las formas más extremas de violencia, con lo que se pide memoria y se reclama la reparación en sus causas.

 

En ocasiones, los carteles muestran ideas por ambos lados. Además de asegurar que los mensajes lleguen a una mayor cantidad de personas, podemos dar a esta práctica la lectura de que con ella se busca dirigirse a las participantes de la marcha, así como a la ciudadanía que observa su paso por el centro de las ciudades y comunidades.

 

Hay manifestantes que cargan consigo más de un cartel para compartirlo con quienes no tengan alguno e incluso suelen intercambiarse debido a que, aunque nos cueste admitirlo, las vivencias de la violencia motivada por el género son comunes a todas las mujeres.

 

Pintas y actos de iconoclasia y de desobediencia civil transcurren junto con la movilización. La lectura de manifiestos o entrega de pliegos petitorios son las actividades con las que concluyen las movilizaciones, a veces seguidas de perfomances. Se crea un ambiente de acompañamiento y sororidad.

 

Ante una crisis global de derechos humanos y de violencia de género, se esperaría que la consciencia colectiva respetara y compartiera la molestia por las inadmisibles fallas y numerosas decepciones que el sistema y la cultura dan a las mujeres a cada momento.

 

En contraste, la opinión pública de manera general criminaliza las manifestaciones, desacertadamente asume que las marchas pretenden eliminar la violencia y la discriminación contra las mujeres -lo que es una tarea diaria conjunta de las instituciones, la sociedad y las personas individualmente- y cuestiona sus formas, legitimaciones y resultados.

 

Son recurrentes los comentarios de que los hombres sufren violencia por igual y los abusos por los que pasan son igualmente válidos. Ello ocurre aun cuando en México hay entre 9 y 10 asesinatos de mujeres al día. (ONU Mujeres, 2024)

 

Por supuesto, esto no es casual. Las luchas de las mujeres han sido siempre incómodas -porque implican un cambio en el flujo del poder- e indeseadas para quienes se benefician de la desigualdad.

 

Podemos encontrar las posiciones más variadas, pero con independencia de lo que pensemos de estas, nos muestran una verdad: el feminismo es una lucha visible.

 

¿Por qué movilizarnos? Por rabia, por impotencia, por consecuencias, por no permisibilidad. El 8 de marzo no es el único día en el que las mujeres luchan por sus derechos, pero sí es uno en el que con su presencia en las calles exigen el cese de su discriminación. Y seguiremos marchando porque, al movilizarnos, estamos haciendo política.

El lenguaje es un componente nuclear en la comunicación humana, puesto que, es a través de este, que se intercambian símbolos y signos que le dan sentido a la vida cotidiana, posibilitando el intercambio de experiencias y la toma de decisiones. No obstante, a lo largo de la historia también ha perpetuado desigualdades sociales y reproducido violencias simbólicas que se basan en prejuicios y estereotipos de género.

 

El lenguaje al ser un producto social, se ha construido desde el sexismo y androcentrismo, esto quiere decir, desde un sistema de creencias que busca justificar la subordinación de las mujeres y personas que no encajan en los marcos tradicionales de género, definiendo el mundo desde el masculino genérico.

 

Como parte de esta reflexión diversas feministas han propuesto el uso de lenguaje incluyente y no sexista, el cual reivindica a las mujeres y poblaciones que no encajan en el binarismo de género, ofreciendo un espacio de enunciación digno que promueva la igualdad y el respeto a la diversidad. Paulina Chavira (2024) menciona que esta alternativa del uso de las palabras logra que cualquier persona se sienta identificada, vista, incluida y reconocida en el discurso.

 

En México, desde inicios de siglo XXI se comenzó a institucionalizar el uso de lenguaje ciudadano e incluyente, con la intención de garantizar el acceso a la información a todas las personas, además de reivindicar y visibilizar, en un primer momento, a las mujeres. No obstante, fue hasta el año 2014, cuando se agregó a la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación que en el ámbito público y privado se promovieran formas de comunicación incluyentes y el uso no sexista del lenguaje.

 

En lo que concierne al Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) en 2018 mediante el Acuerdo No. IEEM/CG/51/2018 se aprobaron los Lineamientos para el uso del lenguaje ciudadano e incluyente, con el propósito de brindar al personal del IEEM directrices para su utilización en todas las comunicaciones oficiales.

 

A partir de ese momento, el IEEM, por medio de la Unidad de Género, ha construido distintas estrategias para eliminar de su comunicación el uso del masculino genérico e implementar otras alternativas como: expresar concordancia genérica en artículos y sustantivos; sustituir “el, los, aquel”, por quien, quienes, alguien; aplicar el desdoblamiento de sustantivos o artículos, entre otras.  Además, se ha puesto a la disposición del personal distintos materiales gráficos, así como asesoría telefónica que favorezcan el uso de este lenguaje en la institución.

 

En conclusión, el nombrar a la diversidad de personas que conforman el mundo, representa un primer paso para construir espacios igualitarios, donde se respete y reconozca su identidad y derechos humanos.

El sufragio de las mujeres representa un triunfo esencial en la lucha por la igualdad de género y los derechos humanos, así como el progreso hacia sociedades más justas e inclusivas. Como sustento de la democracia, garantiza su participación de forma equitativa en la vida política y pública. 

 

Hace más de un siglo las mujeres en el mundo no tenían permitido votar, antes de la década de los cincuenta sucedía lo mismo en México. Múltiples razones negaban su derecho político electoral: la tutela masculina, la falta de ciudadanía, el descuido de sus hijas e hijos y hogares, la deshonra o la creencia de la pérdida de la fertilidad.

 

Los movimientos sufragistas abrieron el camino. Nueva Zelanda otorgó el derecho a votar a las mujeres en 1893, le siguieron Australia en 1902, Finlandia en 1906 sin limitaciones, Noruega en 1907, Reino Unido en 1918 y Estados Unidos en 1920 excluyendo, este último, a mujeres afrodescendientes (Amnistía Internacional, 2022).

 

Es de destacar que, en Arabia Saudita, hasta el 12 de diciembre de 2015, las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto y ser votadas (BBC, 2015), aunque con restricciones motivadas en los arraigos a la cultura e ideología religiosa, en particular de la posición de subordinación que tienen a los hombres en este país.

 

A la fecha, en curso de 2024, en estados como Brunei y Eritrea, tanto mujeres como hombres no tienen derecho a votar ni a ser personas electas por la ciudadanía (The World Factbook, 2024).

 

Ahora bien, en América Latina, Uruguay fue el primero que permitió a las mujeres votar a nivel local en 1927, no obstante, Ecuador otorgó el derecho al sufragio femenino constitucionalmente en 1929. En este tenor, en México, el 17 de octubre de 1953, en el Diario Oficial de la Federación se publicó el decreto que estableció que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular a nivel nacional (CNDH, s.f.).

 

Derivado de lo anterior, se reformaron los artículos 34 y 35 de la Constitución federal. En consecuencia, se concedió la ciudadanía plena a las mujeres mexicanas, quienes, el 3 de julio de 1955, por primera ocasión emitieron su voto en unas elecciones federales para integrar la XLIII Legislatura del Congreso de la Unión (UNAM, 2018).

 

Actualmente, en la participación electoral existe una tendencia: las mujeres votan más que los hombres, como sucede en nuestro país. En la elección para la presidencia de la república efectuada en el 2000, en términos de lo analizado por el entonces Instituto Federal Electoral (IFE), más mujeres que hombres ejercieron el sufragio.

Igualmente, en las elecciones federales del año 2009, 47.4% de las mujeres registradas en la lista nominal ejercieron su derecho al sufragio, a pesar de ello, resulta importante mencionar que, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS, 2010) 7.7% de las mujeres que fueron encuestadas pidieron permiso para votar.

 

Para 2018, en términos del estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018 presentado por la Comisión de Organización Electoral del Instituto Nacional Electoral (INE, 2018) la participación de las mujeres fue mayor en comparación a la de los hombres en ese proceso electoral. Del 62.3% del electorado que ejerció el voto, 66.2% correspondió a las mujeres y 58.1% a los hombres, configurándose una diferencia de 8 puntos porcentuales.

 

En el Proceso Electoral 2023-2024, el INE señaló que el 52% de personas de la lista nominal fueron mujeres, es decir, 51,103,424, quienes tuvieron una participación alta al momento de acudir a la votación. Se espera el próximo diciembre la información completa con los números precisos al respecto.

 

Con el liderazgo de las mujeres en el ámbito público se ha cambiado la percepción de su papel en la política desafiando los estereotipos de género. Seguiremos influyendo en el rumbo electoral, inspirando a las nuevas generaciones mediante el activismo que hizo posible la materialización del derecho al voto y, en general, al ejercicio de los derechos político electorales libres de discriminación y de violencia. 

Es tiempo de mujeres, hoy ya no es una aspiración, hace apenas 10 años no nos hubiéramos atrevido a imaginar que las mujeres estaríamos integrando, de manera paritaria los espacios de representación en el congreso mexiquense.

 

Si nos remontamos al 2012, previo a la incorporación del principio constitucional de paridad, el congreso local estaba compuesto por 11 mujeres y 64 hombres, la representación de las mujeres alcanzaba el 15% de los espacios, en 2015 con el primer registro de candidaturas atendiendo al principio de paridad la representación de las mujeres fue del 37% de los espacios, en 2018 y 2021 la integración se consideró paritaria con 37 mujeres y 38 hombres.

 

Como resultado del Proceso Electoral 2024, será a partir de septiembre que por primera vez 38 de los 75 espacios de representación estarán ocupados por mujeres. A la par tres mujeres indígenas y una mujer de la población de la diversidad sexual tendrán una curul por acción afirmativa, reconocimiento a la lucha de todas las mujeres, en toda su diversidad, en la integración de espacios de toma de decisión.

 

Para entender las dimensiones de este suceso es necesario conocer las decisiones que la autoridad electoral materializó y que hoy hacen posible que, en unos días, 38 mujeres tomen protesta como legisladoras. 

 

En el IEEM, hemos ido dando pasos decididos para dar a las mujeres que aspiran a un cargo público piso parejo, aprobando mecanismos que permitan no solo la postulación en condiciones de igualdad, sino garantizando que en todas las etapas del proceso se cumpla con el principio de paridad, incluyendo la designación de espacios por representación proporcional; el camino no ha sido sencillo y las resistencias han ido cediendo poco a poco, partiendo de la incorporación del principio de paridad en la normatividad electoral, las reformas para identificar, prevenir y atender la violencia política contra las mujeres por razón de género, así como la expedición de los Criterios para la implementación de acciones afirmativas en la postulación de candidaturas a los distintos cargos de elección popular para la Elección de Diputaciones y Ayuntamientos 2024, permitieron que mujeres de pueblos y comunidades indígenas, afromexicanas, con discapacidad permanente y de la diversidad sexual pudieran ser postuladas para cargos de elección popular.

 

La sociedad mexiquense reconoce en la diversidad e inclusión un nuevo pacto democrático y una mejor distribución del poder, con legisladoras y legisladores que efectivamente representan la pluralidad de ideas y agendas en nuestra entidad, para las generaciones futuras, sin duda, este proceso electoral será recordado como el primero en visibilizar las diferencias y generar acciones para la inclusión, luchando contra estereotipos y caminando hacia un modelo democrático donde todas las voces sean escuchadas.

 

En el IEEM celebramos esta integración histórica, que sea el inicio de una etapa donde cada vez tengamos representantes más plurales, con agendas que respondan a la diversidad de quienes habitamos el Estado de México, refrendamos el compromiso de garantizar que todas las personas tengan el mismo punto de partida para el ejercicio de sus derechos político-electorales.

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