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Martes, 25 Junio 2024 09:00

La reforma al Poder Judicial

La reforma al poder judicial es inevitable y va. Hace unos días Claudia Sheinbaum, virtual presidenta, recibió los resultados de la encuesta realizada a la ciudadanía sobre el Poder Judicial. La virtual presidenta expresó: “Sería una metodología representativa para todo el país, qué opina la ciudadanía de las y los jueces, de los ministros, qué opina de la elección”.

 

En los resultados de la encuesta se observa que más del 70% está de acuerdo con dicha reforma, sin embargo, hay grupos y sectores que mantienen fuertes críticas a esta propuesta ¿Por qué les causa tanta molestia? ¿realmente es tan mala la opción que se propone? Quizás lo que está de fondo es una serie de intereses económicos y políticos que han salido a la luz pública desde hace ya varios años.

 

El nepotismo con el que se ha conducido el poder judicial es lacerante para la sociedad mismo que desde hace mucho, mucho tiempo se ha querido ocultar. En el estudio realizado por Mexicanos contra la corrupción, por ejemplo, se destacó que hijos, papás, parejas, sobrinos, tíos, cuñados y hasta suegras de al menos 500 jueces y magistrados ocupan plazas en tribunales y juzgados de su adscripción o de otros. Los favores entre integrantes de este poder se materializaban al contratar a familiares de los amigos o conocidos y viceversa.

 

Las cifras son alarmantes porque en ese reporte se enlistaron los datos de 112 jueces y magistrados que utilizaron sus facultades para conseguir empleo a sus esposas o parejas, 180 a sus hijos, 136 a sus hermanos, 27 a sus papás sin contar los más de siete mil funcionarios que comparten espacios laborales con sus parientes.

 

Esta es solo una de las caras del poder judicial que debe ser modificada, otra más es el alto costo que representan Vs el enorme déficit de justicia que existe en el país.

 

Hay quienes critican que los jueces sean electos por voto popular, sin embargo, esto es algo que ocurre en Estados Unidos por ejemplo en donde los jueces hacen campaña para ser electos en su distrito o condado.

 

Ahora con el contexto que se tiene y los resultados electorales, quienes están en desacuerdo con la propuesta podrían cambiar de posición ya que es evidente que habrá una reforma y en lugar de polarizar con discursos que intentan decir que la parte intelectual y profesional se va a perder, quizás sería mejor que optaran por analizar y proponer formas adecuadas de selección de jueces y magistrados.

 

De nada sirve contar con un alto grado de intelectualidad si no se tiene ética y sensibilidad para darse cuenta de la gran demanda en el tema de justicia que existe.

 

Es muy evidente que la confianza pública en el poder judicial se ha erosionado y me refiero a la confianza de la ciudadanía, la que decide en ocasiones mejor no denunciar porque ya sabe que pasarán largas horas antes de poder hacerlo o que denunciando no pasará nada.

 

Los jueces y magistrados no estaban acostumbrados a ser visibilizados y ser parte de la conversación pública, hoy en día la reforma al poder judicial cada vez toma más fuerza, no hay que perder de vista que los tribunales electorales desde la reforma de 1996 forman parte del poder judicial y ahí también seguramente hay tela de donde cortar.

Entre las propuestas de reformas que se han expresado por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentran: 1) crear un Instituto Nacional Electoral (INEC) con una nueva forma de designar o seleccionar las consejerías con la disminución de 11 a 7 el número de sus miembros, darle otras competencias además de un cambio en la duración de su encargo de 9 a 6 años, 2) la elección de magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) por voto popular y también 3) la propuesta de eliminar a diputados y senadores plurinominales, todas ellas como parte de una transformación de fondo del sistema electoral mexicano.

 

Las reformas, no son novedad después de concluido un proceso electoral, prácticamente siempre ha sucedido en la historia política de nuestro país y, menos novedoso lo es en la actualidad ya que estas reformas han estado patentes durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador e incluso han sido avaladas por la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum quien el día de ayer anunció que un 77% y un 83% de la población aprueban se lleve a cabo la reforma al poder judicial, seguramente todas las demás contarán con el mismo aval.

 

Para la eliminación de los diputados de representación proporcional una pregunta legítima es si la ciudadanía se siente representada por los pluris como también se les denomina, ¿verdaderamente representan a las minorías? la pregunta es legítima ya que la representación proporcional surgió para que los partidos políticos que no obtuvieran mayoría lograran también ser parte de las decisiones del país en el congreso federal y los congresos locales y con ello el voto de la ciudadanía que opto por esa opción realmente se encontrara representada, es decir la representación proporcional busca que las minorías políticas también tengan voz y voto en los asuntos públicos, por ello, desde la reforma de 1977 se instauró este sistema mixto en el que las cámaras de los congresos tanto federal como locales cuenten con diputaciones de representación proporcional.

 

¿Funciona? La realidad es que incluso los partidos que obtienen mayorías les son asignados espacios de representación proporcional, quizás es algo que deba cambiar si no son eliminados por completo. Entre las distintas críticas que existen a este tipo de espacios es que los mismos diputados plurinominales desvirtúan su naturaleza y son espacios utilizados y ocupados mayoritariamente por hombres, aunque la paridad total llegó y deben también considerar mujeres en las listas es algo que en realidad les ha costado mucho trabajo cumplir derivado del sistema patriarcal en el que nos encontramos.

 

Además las listas que son integradas y registradas por los propios institutos políticos no son abiertas a su militancia sino son los lugares selectos de personajes que tienen peso político importante para el partido y que se han destacado por su labor y trayectoria en algunos casos, en otros los espacios son otorgados a personas que suelen enquistarse en ese tipo de espacios para hacer política personal o de camarilla sin efectos y beneficios reales para la ciudadanía o su misma militancia, basta revisar en las últimas legislaturas quienes y cuantas veces han ocupado esos espacios y qué decir de la vulneración a derechos de las mujeres, las llamadas Juanitas y Manuelitas siguen presentes, se suma también obligarlas a cerrar filas y guardar silencio antes que interponer cualquier medio de impugnación que pudiera resolver darles el lugar que les corresponde ante la paridad total.

El día de ayer 10 de junio, se cumplieron 13 años de la reforma en materia de derechos humanos. Esta reforma es de las de gran calado que se han hecho en nuestro país y que a pesar de tener ya 13 años aún persisten prácticas añejas e indebidas en diferentes instancias jurisdiccionales y administrativas sin importar incluso de qué materia se hable.

 

Sin duda, ha sido un gran acierto la reforma en mención, ya que parte de los cambios ocurridos en ella es poner al centro la dignidad de las personas y con ello el fin y objetivo de crear una cultura de derechos humanos que antes no existía, ejemplo de ello es que se hablaba de garantías individuales que eran limitativas, con la reforma Constitucional de 2011 se establecen los derechos humanos como eje central de la impartición de justicia y de la visión del derecho para todas las autoridades.

 

Uno de los artículos que sufrió modificaciones y cuyo cumplimiento permite materializar los derechos humanos contenidos en la Carta Magna es el 1º constitucional al que se le agregó que “Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad…”

 

El texto constitucional y todas las disposiciones que se reformaron en 2011 son aplicables a todas las ramas del derecho y el derecho electoral no escapa, afortunadamente, de la implementación.

 

El derecho de participar en las elecciones para votar o ser electo o electa es muy importante, más aún en un régimen catalogado como democrático. No solo ello, todas las etapas del proceso electoral están tuteladas por derechos humanos entre los que se encuentra el derecho de no ser discriminado (a), el derecho de opinar, disentir, expresarse, la libre asociación y participación ya sea a través de los partidos políticos o de las candidaturas independientes.

 

En los últimos procesos electorales se ha hecho obligatorio cumplir con el principio de paridad en el que las mujeres deben ser postuladas en un 50% y en espacios en donde verdaderamente arriben a los cargos de toma de decisión, también se han incluido a través de las acciones afirmativas a los grupos históricamente discriminados.

 

Lo anterior no ha sido sencillo y hay quienes aún tuercen las normas para incumplir con estos principios. En el caso de la sesión llevada a cabo el pasado 9 de junio por el Consejo General del IEEM en la que se declaró la validez de la elección y se hizo la asignación de las diputaciones de representación proporcional, a juicio de la que escribe, se vulneraron principios constitucionales al no correr de forma legal la fórmula establecida en el Código Electoral del Estado de México algo que lacera derechos humanos como el de votar y ser votados (as) y a partir de ello tener escaños de representación proporcional. Mi voto fue en contra tal y como sucedió en 2021 al no haber paridad, para muchos puede ser disco rayado, pero es claro que solo así y a punta de sentencias es que lamentablemente se han tenido que ir generando criterios que tutelen la dignidad de las personas, por ende sus derechos humanos.

“La igualdad de género ha de ser una realidad vivida” Michel Bachelet La llegada a la presidencia de la república de Claudia Sheinbaum Pardo, 1 que de acuerdo a las estimaciones de los resultados del Conteo Rápido para la elección de la Presidencia de la República, obtuvo una votación que se ubicó en 60.7% respecto del 28.6% de Xóchitl Gálvez y el 10.8% de Jorge Maynes, no solo la colocan como la virtual presidenta del país y ganadora de la contienda sino como la mujer que ante un día histórico como fue la jornada del 2 de junio, obliga un nuevo rumbo en la vida política, económica, social y sobre todo cultural de las y los mexicanos.

 

Su triunfo no es menor para las poco más de 57 millones de mujeres que formamos parte del país, con independencia de si profesamos alguna religión o somos agnósticas, si tenemos una ideología o no, si pertenecemos a una clase social o aspiramos a otra, nos consideramos heterosexuales, no binarias, gays, trans o lesbianas, contamos con una profesión o no, tenemos empleo o ejercemos algún cargo público.

 

No, no se trata de nada de ello, se trata de lo que implica que una de nosotras, una mujer llegue a ese cargo que exige necesariamente un cambio de fondo, una trasformación estructural del sistema.

 

Más aún si consideramos que las mujeres durante 71 años estuvimos excluidas del ejercicio del poder político, que el arribo de nosotras a cargos públicos no ha sido sencillo, desde aquella reforma pro cuotas, que impedía postulaciones en más del 70% para un mismo género (en el que por supuesto a las que se les dejaba el restante 30% era a las mujeres) y que pese a que la paridad se elevó a principio constitucional, persisten las resistencias de los actores políticos y partidos para cumplir con plena honestidad con el mismo.

 

Aun con todo ello, México tiene ya a una mujer que ocupará el poder ejecutivo y el significado es grande para las mujeres de todas las edades, desde las niñas y adolescentes hasta las mujeres de la segunda juventud, incluso para aquellas que inconsciente o conscientemente replican prácticas masculinas dado el arraigado sistema patriarcal y machista que tenemos.

 

Son momentos importantes para la reflexión y los replanteamientos sobre la democracia y la generación de éste nuevo bloque hegemónico que la colectividad a través del voto está expresando, está mandatando.

 

El fortalecimiento de mecanismos de diálogo y consenso deberán ser un eje articulador que evite los polos y que comprenda las nuevas voluntades.

 

Sin duda el ámbito electoral que organiza la renovación periódica del poder, tendrá que someterse a una exhaustiva revisión de su existencia y permanencia, hablo de las estructuras electorales como son los institutos y los tribunales jurisdiccionales en los que en ambos casos, vale la pena analizar, si en el actuar de los primeros y en la emisión de sentencias de los segundos, se cumple con los fines para los que fueron creados que es la tutela de los derechos de la ciudadanía o solo hay detrás intereses personales de sumisión y búsqueda de ascensos.

 

El plantear una nueva reforma electoral y también una al poder judicial, entre otros más; son retos de la virtual presidenta, que logro romper ese gran techo de cristal.

Estamos a cinco días de la jornada electoral del 2 de junio y conforme se acerca el día, se percibe en la conversación de la ciudadanía una importante politización.

 

La elección presidencial logra tener siempre ese efecto, es la elección que indudablemente marca el paso y la agenda pública, incluso el nivel de participación ciudadana aumenta. En el Estado de México ha sucedido así, en las elecciones para la renovación de la gubernatura el porcentaje ha oscilado entre el 43% y el 54%; sin embargo, en la renovación del ejecutivo federal el porcentaje ha sido del 62.27% en 2006, 64.70% en 2012 y 67.16% en 2018.

 

Algo que resalta en este proceso electoral es el alto grado de polarización que existe en la sociedad mexicana, son polos extremos, que como su nombre lo dice parecieran irreductibles.

 

La opinión pública está dividida, los discursos de odio y violencia son alimentados por los grupos de poder y seguidores que conforman ambos extremos, pues se deja ver que no hay medias tintas, es blanco o negro, falso o verdadero, correcto e incorrecto incluso se ha introducido el término bueno y malo ligado a temas más religiosos, esto último muy peligroso e ilegal.

 

Y lo es porque se vulnera el artículo 130 constitucional que determina la separación de la Iglesia y el Estado, una lucha que viene desde la Ley Juárez, anterior a la promulgación de la Constitución de 1857. La limitación hecha a la iglesia ha sido correcta pues ninguna institución religiosa debe tener materializado el doble poder que tiene temporal y espiritual inmiscuido en temas de carácter político.

 

Los sacerdotes y miembros de la iglesia están impedidos para participar en la política partidista, no pueden hacer proselitismo a favor de candidato o partido político alguno lo que significa que tampoco deben emitir opiniones en contra de ningún o ninguna contendiente, pues afecta la equidad en la contienda.

 

En México la población profesa mayoritariamente la religión católica, 77.94% que son poco más de 93 millones, más de 13 millones, la religión protestante/cristiano evangélico y casi 13 millones manifestaron sin adscripción religiosa alguna; esa es la materialización de la libertad de culto que debe prevalecer.

 

El principio de autoridad y poder NO descienden de Dios. La democracia es un régimen de gobierno incluyente, con elecciones periódicas, en donde deben prevalecer las propuestas para dar solución a los problemas que como sociedad nos aquejan, un voto libre e informado sin ningún tipo de velo.

 

La iglesia católica ha estado y sigue sumida en graves problemas de pederastia, por ejemplo, ese es un tema que sin duda debe ser condenado y resuelto. Aunado a ello los miembros de la iglesia católica pueden participar votando tal y como se estableció con la reforma de 1992, incluso pueden ser votados si se separaran de su ministerio. Garantizar el estado laico es parte fundamental de la democracia. La ciudadanía debe votar libre, informada, sin ataduras ni presión de ningún tipo.

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