El poder político tiene diversas formas de comprenderse: antropológicas, sociológicas y por supuesto políticas con la conformación de grupos que lo detentan; aquí la democracia como régimen exige la creación de leyes con contenido axiológico, limita el mismo, establece reglas como la renovación del poder a través de elecciones, crea mecanismos de participación ciudadana, de transparencia y de respeto a los derechos humanos.
Estas normas jurídicas tienen un contenido ético pues los valores son la expresión de la sociedad misma. El pluralismo, la tolerancia, la participación, la legalidad, la misma paridad son principios y valores democráticos. De ahí la importancia para que se conozcan, aprendan y ejerciten en toda la sociedad.
Es claro que el poder político debe ser usado para el bien social y la democracia es un medio para hacerlo. El problema es cuando la ética en el ejercicio del poder se corrompe. Casos emblemáticos como el de Chiapas en temas de paridad con “las juanitas” es un ejemplo claro de lo que se debe evitar.
En los últimos procesos electorales se impulso reducir deudas con la equidad en las contiendas en cuestión de género lo mismo que en temas paritarios. Ejemplo de ello son las acciones afirmativas que implemento el INE para que se postularan personas indígenas, trans, afromexicanas y con discapacidad en candidaturas a diputaciones federales.
En materia de fiscalización se han impuesto sanciones a quienes dañan la equidad en la contienda. Se trata de erradicar conductas ilegales e indebidas que corrompen la ética de los valores democráticos.
La educación resulta fundamental en el núcleo primario, en la escuela, pero también en las instituciones del Estado en donde se debe fomentar los valores democráticos.
Evitar prácticas deshonestas: beneficiar o beneficiarse ilegalmente para arribar a los espacios de dirección y de poder de manera individual o a través de organizaciones políticas no abona a la democracia, la lacera.
Jhon Acton decía “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente” por ello es imperativo que los valores democráticos no se diluyan por el contrario se fortalezcan.