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Martes, 07 Septiembre 2021 07:00

Educación Cívica: pilar de la cultura democrática

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Entre el 21 y el 24 de septiembre, dará inicio el XI Encuentro Nacional de Educación Cívica, organizado por la Red Nacional de Educación Cívica de los Organismos Públicos Locales Electorales y de la Sociedad Civil (Red Cívica), en esta edición, albergado por el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM). Se trata de un esfuerzo institucional loable y fundamental para la construcción de la cultura democrática, no solo en nuestra entidad federativa, sino a nivel nacional, que conjunta la experiencia de servidoras y servidores públicos, docentes e investigadores.

 

Hablar de educación cívica es sinónimo de cultura democrática, ya que ambas están relacionadas de manera simbiótica. Por desgracia, como otros componentes de la democracia, el civismo es un concepto más usado que valorado. Originado como idea y praxis desde la tradición helénica, el civismo se encuentra en los basamentos de la construcción de regímenes en donde la ciudadanía es partícipe efectiva de los asuntos públicos. Desde luego, esta noción no supone una mera participación desinteresada o poco informada; en su lugar se refiere a una deliberación responsable, reflexiva y analítica en torno a los problemas que enfrenta ese cuerpo colectivo denominado polis en Grecia o civitas en la Roma antigua.

 

Por la manera en que se comporta frente a la participación, el civismo exige al menos dos elementos. Por una parte, el uso de la razón en la palabra y, por la otra, la libertad necesaria para pronunciarla. De ahí que no se pueda concebir una cultura propiamente cívica en donde las personas no tengan consciencia de su entorno social, pero tampoco en donde persisten gobiernos no democráticos que transgreden libertades, o que no permiten la deliberación política. Afortunadamente, la idea que equipara al civismo con la formación de ciudadanos obedientes, pasivos y acríticos ha sido superada.

 

En su lugar, al impulsar el debate de ideas y la solución más apropiada de los problemas públicos, el civismo construye capacidad de diálogo y, a través de él, se fortalece el tejido social y las redes ciudadanas. Del mismo modo, el civismo como “proceso civilizatorio”, cultiva y desarrolla valores democráticos como la tolerancia, la solidaridad, la equidad y el respeto a la cultura de la legalidad. Por esta poderosa razón, la democracia solo puede florecer en sociedades con una cultura cívica arraigada, donde el respeto a las instituciones y a las leyes es cotidiano.

 

Temas de actualidad, que aún enfrentan importantes resistencias entre tomadores de decisiones, así como entre ciudadanas y ciudadanos, solo pueden ser exitosamente deliberados dentro de una cultura cívica. El atropellado, pero a su vez decidido avance en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, de las personas de la comunidad LGBTTTIQ, de los pueblos indígenas o de otros sectores sociales, ha sido posible gracias al empuje de las redes ciudadanas construidas. De ahí la necesidad de enfatizar que, sin civismo, las instituciones democráticas corren el riesgo de ser inoperantes.

 

Es precisamente gracias al civismo, y como señalan autores de la talla de José Fernández Santillán, que en democracia es más importante la ciudadanía que sus gobernantes. Por ello, se invita cordialmente a la ciudadanía a seguir el XI Encuentro Nacional de Educación Cívica a partir del próximo 21 de septiembre (https://www.ieem.org.mx/2021/XI_ENEC/index.html?fbclid=IwAR1HhfY3mNdaSEj-831_X9bjI3mX0j40TE0GNaReGCYK7tsX4z1lc8Xt1Qw#programa)  y a conocer la Estrategia Nacional de Cultura Cívica 2017-2023 del Instituto Nacional Electoral. La participación e interés ciudadanos son los pilares que sostienen a nuestra democracia.

 

México aún tiene un déficit importante en la construcción de ciudadanía integral. En las sociedades contemporáneas se abre el debate sobre la necesidad de plantear nuevas formas de ser ciudadana y ciudadano. Un encuentro sobre educación cívica da la oportunidad de abonar al concepto de ciudadanía inclusiva y ubicar su trascendencia en una democracia representativa.

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