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Domingo, 23 Mayo 2021 12:46

Encuestas electorales

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Debido a su gran popularidad, las encuestas se utilizan con amplia frecuencia durante los procesos electorales. Suelen despertar interés por el valor predictivo que se les atribuye. Son una técnica de investigación social que mide la intención de voto y las preferencias en la etapa previa a la jornada electoral y durante ella. Generan muchas expectativas en los medios de comunicación, en las redes sociales, en los partidos políticos y la ciudadanía. Pero cuidado, las encuestas no determinan el voto.

 

Medir el clima de opinión enfrenta una realidad compleja de entender. Es un fenómeno multifactorial que debe abordarse desde diferentes perspectivas. Motivo de crítica y señalamiento, por su imprecisión en algunos casos, las encuestas ofrecen una información fundamental para vitalizar la democracia y hacer valer el derecho de la ciudadanía a informarse. Contribuyen a la construcción del voto razonado y una opinión pública más enterada.

 

Parte de la narrativa de los procesos electorales, la precisión de las encuestas no es una problemática vernácula o estrictamente doméstica, es un fenómeno que se vive en todo el mundo. Quienes contestan los sondeos han cambiado, hoy lo hacen informantes conscientes de que las encuestas son un tema de discusión pública y que sus respuestas son trascendentes, eso provoca que al responder saben que participan en un juego de datos, en un proceso de consulta que posteriormente se publicará en los medios y así lo utilizan. No es extraño que oculten su voto y jueguen con el encuestador, circunstancia que vuelve complejo calibrar la tendencia del sufragio. No debe olvidarse que, incluso a nivel mundial, cerca del 20% del electorado toma su decisión justo en la casilla electoral.

 

Nada fácil estimar la intención de personas que aún no saben por quién van a votar. El ecosistema de la opinión pública y su medición también está impactado por la emergencia de un enorme cúmulo de noticias falsas o fake news. Los informantes empoderados y desinformados constituyen un elemento que complica, todavía más, la ecuación que deben resolver las encuestas electorales. Todas las elecciones son difíciles de medir, es mayor la competencia y las contiendas controvertidas o polarizadas modifican de forma muy dinámica las preferencias y, por tanto, los resultados.

 

Nunca han sido las encuestas una bola de cristal, y no vaticinan el futuro. Los sondeos toman una fotografía de un momento específico de la opinión pública. El escenario podría cambiar de un instante a otro como consecuencia de algún evento específico, un escándalo o algo contundente que impacte las percepciones ciudadanas. Los ejercicios demoscópicos ayudan a comprender una elección, a entender el balance de fuerzas y las tendencias que marcan al electorado, pero no adivinan el porvenir.

 

Hacer encuestas es un trabajo altamente sofisticado, el gran desafío es interpretar. El cuestionario es un instrumento frágil, solo el fraseo y la posición de una pregunta puede cambiar los porcentajes de las respuestas. Otro factor son los usos a modo de los sondeos. La lógica demostrativa y científica de una encuesta se erosiona frente a los fines de una campaña. Los principios metodológicos se debilitan ante las necesidades de darse a conocer, de diferenciarse, convencer y ganar. Representa un gran peligro que las encuestas se conviertan en propaganda y respondan al interés de la mercadotecnia política. Las candidaturas y partidos suelen aplaudir las encuestas favorables y desacreditar las que no lo son.

 

Demasiado cuidado deberá tenerse con las encuestas disfrazadas de propaganda. En todo el mundo las llamadas push polls deben tomarse con cautela, para evitar confundir al electorado y sesgar la opinión del votante. La gran mayoría son estrategias propagandísticas que se utilizan para modificar la tendencia del voto.

 

La ciudadanía tiene la oportunidad y el deber de informarse antes de acudir a las urnas y razonar con detenimiento su sufragio. Las encuestas electorales son valiosos ejercicios estadísticos, pero este 6 de junio la piedra angular de nuestra democracia es la participación ciudadana.

 

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