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Viernes, 09 Abril 2021 20:52

La esperanza de México

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“Dar a la Patria esperanza presente”, es el lema de Acción Juvenil del Partido Acción Nacional, frase que contiene un alto sentido de responsabilidad con nuestra nación, la obligación de generar expectativas reales hoy, no considerar a la esperanza como algo que será a futuro.

 

Ese lema del sector juvenil del PAN nos ha cobijado durante más de treinta años a todas las generaciones de panistas que iniciamos nuestra actividad desde antes de los veintiséis años; a pesar de ya rebasar la edad para ser considerado juvenil, seguimos mostrándonos orgullosos de nuestro origen.

 

La esperanza es un valor que en el PAN tenemos presente, ahora bien, el diccionario de la lengua española la define como:

 

  1. Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.
  2. Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad.
  3. En el cristianismo, virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido.

 

Del punto número 1, podemos entenderlo como estado de ánimo personal, pero basado en experiencias previas, valoraciones y proyecciones, que es lo que queremos y cómo lograrlo.

 

Del punto número 2, lo entendemos como un dato eminentemente estadístico o científico, con variables establecidas, el qué tan posible es lograrlo o en que promedio se alcanzará.

 

Del punto 3, se relaciona más con cuestiones teológicas, producto de la divinidad y que no está al alcance de los mortales su consecución.

 

La esperanza de México, la de los mexicanos que buscan salir adelante día a día, se basa eminentemente en el trabajo diario, en crear las condiciones para mejorar nuestro nivel de vida y dejar un mejor país para la presente y futuras generaciones.

 

Ahora bien, bajo un esquema de subsidiariedad (tanto sociedad como sea posible y tanto gobierno como sea necesario), esas condiciones de mejora del nivel de vida, deben ser promovidas por el poder público, por ser obligación constitucional, la razón de ser y motivo de que el ejercicio de la soberanía esté a su cargo.

 

Bajo esa idea, es como en gran parte se toma la decisión del voto, a qué ciudadano le vamos a encomendar la tarea de mejorar nuestro nivel de vida, en quién depositaremos nuestra esperanza conjunta de un mejor país.

 

En 2018, la esperanza fue otorgarle apoyo absolutamente mayoritario al que ya desde entonces enarbolaba que era la “Esperanza de México”, claro sin saber si era como coadyuvante para obtener un deseado país más justo y con mejores condiciones para todos o la esperanza ofrecida era bajo un concepto mesiánico y divino, en el que un ente superior resuelve todo.

 

Casi tres años después, esa esperanza de gobierno subsidiario ha desaparecido, la sociedad se ha visto abandonada, en temas de salud, seguridad, desarrollo económico, empleo, medio ambiente. Claro quizás porque no era esa la esperanza ofertada por la autodenominada 4T.

 

La que aparentemente ofertaron era la esperanza que consideraban divina, el gran proveedor que con la sola voluntad y designios de un super hombre, se resolvería todo: La corrupción, la pobreza, el hambre, la violencia, la injusticia y otros rubros.

 

Pues esa esperanza, tampoco se ha concretado, la solución divina no ha llegado, pero sí las actitudes del poder público que rayan en lo dictatorial, mesiánico y con tintes imperiales.

 

Como anécdota más evidente de esa presidencia imperial, es el mudarse a vivir al mismísimo Palacio Nacional, tal como en su momento lo hicieron los virreyes de la Corona Española durante diversos siglos. De verdad suena tan absurdo como si un gobernador o un presidente municipal se fuera a vivir al palacio de gobierno o municipal, respectivamente.

 

Insisto, eso sólo es anécdota, quizás muy simple, son otros aspectos los que ponen en riesgo la democracia en nuestro país. Que el divino detentador del poder público no cuente con contrapesos, como una moderna corte imperial tiene a la mayoría de los diputados al servicio de sus caprichos. Ya lo ha dicho expresamente Andrés Manuel López Obrador, “se pide una obediencia ciega”.

 

Con un poder plenipotenciario determina quién es corrupto o quién no lo es, y si lo es, pues simplemente lo perdona, y si no basta el perdón, tiene a la Secretaría de la Función Pública para que avale “legalmente” ese perdón.

 

Y también realiza otros actos divinos: Rifar un avión sin avión; una campaña de vacunación incluido registro vía web, sin que existan vacunas; una inauguración de un aeropuerto sin pistas de aterrizaje; ostentarse como el presidente más feminista y apoyando la postulación de un político con denuncias de abuso contra mujeres; una victimización de que es el presidente más atacado de la historia y desde el púlpito presidencial arremeter sin pudor contra cualquier ciudadano, institución o agrupación; presumir que bajó el precio de la gasolina y luego hacer oídos sordos cuando se estabilizó el precio a la alza, igual con el gas; designar que primero los pobres y son los primeros que fueron inundados en Tabasco, se dictaminó un moderno diluvio contra los más pobres; determinar la desaparición o debilitamiento de diversas instituciones sociales y sustituirlas con mágicas fórmulas, tan mágicas que son inexistentes; presumir una fuerza moral y no de contagio por el COVID-19 y a pesar de infectarse y pensar que se entendería que ya reconocería su carácter terrenal, sigue con la misma idea de inmunidad celestial; desconocer a la madre naturaleza y construir una refinería y un tren en zonas que quedarán devastadas; cancelar la construcción de un aeropuerto y los recursos para estancias infantiles alegando sin base alguna la existencia de corrupción, lo que nunca ha comprobado ni “Él”, ni las instituciones fiscalizadoras o sancionadoras administrativas o penales.

 

Y así más actos no terrenales, designios mesiánicos que sólo agravan los problemas nacionales.

 

Hermanos mexicanos, la esperanza la debemos construir nosotros, el presente y el futuro es responsabilidad nuestra, no esperemos soluciones mágicas o divinas, hagamos lo nuestro.

 

Por lo pronto, en ejercicio de nuestra responsabilidad ciudadana, debemos acudir a sufragar, decidir quién es el que encabezará a esta gran nación y así de manera verdaderamente subsidiaria, con sociedad y el gobierno, lograremos en nuestro país la tan anhelada justicia, paz, desarrollo, seguridad y cordialidad. En un aspecto aristotélico, trabajemos para lograr la felicidad como el supremo bien y el fin último del hombre.

 

Construyamos pues, la esperanza presente.

 

"Pero basta ya de sombras. Es tiempo ya de salir como el gran florentino, a ver de nuevo las estrellas. Que este ambiente cárdeno y gris que nos envuelve y nos penetra, tenga como en los Grecos más trágicos, la encendida iluminación ascendencial de la esperanza. Salgamos a ver de nuevo las estrellas" Palabras de Manuel Gómez Morín, Fundador del Partido Acción Nacional.”

 

Dr. en Derecho Gabriel García Martínez

Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.

 

 

 

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