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Miércoles, 24 Febrero 2021 04:29

La pérdida de privilegios.

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Estado, nación, país, son algunos de los conceptos con los que se define a una de las mayores organizaciones humanas, es un fenómeno social donde un grupo de personas se unen para buscar el bien común, para satisfacer sus necesidades y en una etapa avanzada, a través de la ley y su obligatoriedad, se establecen las reglas formales de convivencia y estructura de gobierno.

 

Elementalmente se han establecido algunos aspectos que generan cohesión: el idioma, la religión, los símbolos patrios, la gastronomía, las tradiciones, fechas cívicas, entre otras. Un mexicano identifica a otro mexicano y esa hermandad nos distingue en el extranjero.

 

Sin embargo, es por demás comprensible que entre los mexicanos existan diferencias ideológicas, culturales y política. En más de doscientos años de vida independiente se ha mantenido la cohesión nacional y salvo algunos breves episodios históricos, la nación mexicana sigue unida y prácticamente desde hace más de ciento cincuenta años, no se han presentado de manera permanente rompimiento del pacto federal por parte de las entidades federativas.

 

Los gobernantes aparte de las obligaciones que se establecen por ley, también tienen obligaciones cívicas y sociales, deben buscar la unión de los habitantes que gobiernan. Evidentemente la más relevante responsabilidad de unión, es la del Presidente de la República.

 

O al menos eso debería ser, se han presentado fenómenos en diversos países, donde el titular del ejecutivo se ha convertido en un efecto de polarización de la sociedad, el de mayor impacto por la importancia que tiene a nivel global, sin duda es Estados Unidos de América y su expresidente Donald Trump. Bajo la bandera del populismo de derecha, logró enfrentar a la sociedad norteamericana al grado que conservó una gran base de votantes a pesar de los horrores de su gestión.

En el caso de México, contamos con un presidente que es calificado como populista, que ha polarizado a los mexicanos, ha ocasionado enfrentamientos ideológicos por sostener que es el dueño de la verdad a pesar de la dura realidad, considera que es el único que puede decir lo que es moralmente aceptable, perdona desde el púlpito presidencial a colaboradores con evidentes casos de corrupción, concentra el poder político y económico, ahoga a las entidades federativas y más a los municipios.

 

Va en contra de la ciencia, ya sea la medicina, la física, la química o demás disciplinas como la economía, la política, el derecho y su andamiaje jurídico, la ética, la sociología, las matemáticas, la estadística, la lógica, la contabilidad, la ecología, la moral y demás conocimiento humano. Sólo “Él” como un moderno mesías tiene la verdad gracias a sus otros datos.

 

En caso de debate de sus decisiones, pues esgrime simples argumentos: “son politiquerías”, “periodismo ramplón”, “los conservadores”, “los neoliberales” y un largo etcétera. Y la frase más usual, algo así como “están en contra porque no quieren perder sus privilegios”.

 

Efectivamente, por las decisiones plenipotenciarias del Presidente de la República se ha ocasionado que se pierdan lo que ahora serían privilegios, a pesar de que son derechos inherentes al ser humano, derechos fundamentales, derechos humanos y sus garantías.

 

Ahora se pierde el privilegio a la salud:

 

Por el desmoronamiento del sistema de salud, el Seguro Popular logró grandes avances en atención a los más desprotegidos, independientemente de las instituciones públicas de salud como el IMSS y el ISSSTE, que durante décadas han sido el anclaje en la atención de los mexicanos. Ahora existe desabasto de medicinas y equipo médico, se puso o se intentó poner en funcionamiento el INSABI, instituto que no ha cumplido con su papel ante los mexicanos y no se diga la terrible atención preventiva, correctiva y de vacunación en el caso de la pandemia por el COVID-19.

 

Ahora se pierde el privilegio al empleo:

 

El contar con un trabajo honesto, es sin duda una de las cosas que más se pueden apreciar y que mayor dignidad le da al ser humano, el tener la forma de llevar alimentos al hogar es de lo más apreciado. Pues estamos ante niveles alarmantes de desempleo, si bien es cierto por la pandemia se acentúo dicha situación, también lo es que desde 2019 ya se estaban presentando fenómenos de contracción económica que afectó la generación de empleo. Ni antes de la pandemia hubo acciones de promoción o al menos mantenimiento de los empleos formales, ni en la pandemia hubo acciones del gobierno federal para evitar el quiebre de miles de empresas, al “quédate en casa” se sumó “quédate sin empleo”.

 

Ahora se pierde el privilegio a la seguridad:

 

Es de todos conocidos los datos estadísticos del número de muertes violentas derivadas de la lucha contra el narcotráfico, la estrategia de combate al narcotráfico con apoyo de las fuerzas armadas es criticada o reconocida en diversos ámbitos. No puede negarse que se lograron avances en materia de seguridad, pues a la par de las acciones militares, se invirtió en estructurar una policía civil nacional: la policía federal preventiva, esto a efecto de reducir la presencia de militares en materia de seguridad interior. Pues ahora, desapareció la policía federal, se sustituyó con una policía militarizada: la Guardia Nacional, sin visos que se busque que tienda a ser una policía de corte civil, tal como se privilegia en los países democráticos. Ahora se reducen los apoyos del FORTASEG, que permitía que las policías locales se fortalecieran y que cada nivel de gobierno atendiera el problema de inseguridad de acuerdo con las competencias que le fija la ley y sigue en incremento el número de muertes violentas.

 

Ahora se pierde el privilegio a la libertad de expresión:

 

Es evidente que desde finales del siglo XX, cada vez existía una mayor libertad de expresión, en el Foxismo era claro que no existieron acciones evidentes de acallar las voces opositoras o a los periodistas, las críticas hacia el poder público se hicieron cada vez ácidas y directas, no se diga con el advenimiento de las redes sociales donde en el Peñismo se daban críticas desproporcionadas, no sólo en el ámbito de lo público, sino ataques en aspectos personales e incluso íntimos de los gobernantes. Ahora regresamos en el tiempo, como en los setenta, desde el púlpito presidencial, es el propio titular del ejecutivo el que acalla a los opositores, los insulta y descalifica, se apoya en pseudoperiodistas que le hacen preguntas a modo, gracias a esto, las mañaneras en múltiples ocasiones se han convertido en un ejercicio de simulación y salvo actuaciones de algunos verdaderos reporteros, la palabra presidencial es omnipotente sustentado en sus otros datos. Ya no se diga el riesgo de censura que se corre ahora que incluso se busca regular las redes sociales.

 

Y así podemos continuar con los privilegios que hemos perdido o que estamos en riesgo de perder, la vida, la libertad, la vivienda, el libre pensamiento u otros.

 

En ese sentido, por supuesto que como oposición estamos luchando contra los horrores de la autodenominada 4T, luchamos por no perder los privilegios que son inherentes a la persona humana. Fuimos, somos y seremos un contrapeso contra las decisiones caprichosas, dictatoriales, sin sentido y facciosas del poder público.

 

¿A qué privilegios se referirá el Presidente de la República?, porque el grueso de las personas que estamos levantando la voz contra los excesos del poder público, hemos trabajado antes y ahora, nos hemos preparado antes y ahora, luchamos antes y ahora y contundentemente decimos que nadie nos ha regalado lo que somos, ni antes ni ahora. Y queremos un presente y un futuro donde tengamos una Patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos.

 

“El ser humano es persona, con cuerpo material y alma espiritual, con inteligencia y voluntad libre, con responsabilidades sobre sus propias acciones y con derechos universales, inviolables e inalienables, a los que les corresponden obligaciones inherentes a la naturaleza humana individual y social.

 

Por su dignidad, los hombres --iguales por naturaleza-- no deben ser reducidos a la categoría de mero instrumento de personas, grupos o instituciones privadas o públicas, con menoscabo de su propio destino temporal y eterno”[1]

 

 

Dr. en Derecho Gabriel García Martínez

Representante Suplente del Partido Acción Nacional ante el Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México.

 

 

[1] Proyección de Principios de Doctrina del Partido Acción Nacional. 1965.

 

 

 

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