La democracia representativa es frágil y puede desvirtuarse por algunos actores como Vladimir Putin, quienes pretenden prolongar su mandato mediante enmiendas constitucionales afectando al equilibrio de poderes y trastocando las reglas electorales de la democracia participativa.
Hace unos días la prestigiada Valentina Tereshkova, quien fue la primera mujer en viajar al espacio y actual integrante de la DUMA, presentó una propuesta para que las próximas elecciones presidenciales a realizarse en 2024, “partan de cero”, lo que se traduce en la posibilidad de que Putin pueda postularse nuevamente como presidente de ese país, hasta por dos periodos consecutivos, cada uno de seis años.
La propuesta forma parte de un paquete de reformas a la Constitución que ya fue aprobada por la mayoría de los legisladores, sumando 380 votos a favor y 44 en contra, después de dos lecturas solamente restaría la decisión del Tribunal Constitucional.
De aprobarse esta propuesta legislativa, se abriría la posibilidad para que Vladimir Putin busque postularse por dos mandatos presidenciales consecutivos más, lo que representaría su continuidad en el poder hasta el 2036, fecha en la que alcanzaría 83 años de edad. Para algunos expertos, con la pretendida reforma constitucional, la figura presidencial adquiriría mayores atribuciones y podría intervenir en el funcionamiento de varias instituciones del Estado, en detrimento de los mecanismos de control aún existentes.
Posteriormente, se tiene previsto que la ciudadanía rusa, posiblemente a través de un referéndum, vote a favor o en contra del paquete de reformas que incluyen elementos atractivos para inclinar la balanza a favor de un “sí”, por ejemplo: el incremento de las pensiones conforme a la inflación, y el establecimiento de un salario mínimo por encima de la línea de pobreza. De este modo, el 22 de abril se tiene previsto un ejercicio electivo cuyo mecanismo todavía no es claro.
La prensa internacional señala que la oposición al presidente Vladimir Putin prepara movilizaciones en contra de lo que identifica como un “golpe de Estado”. De manera paralela, la alcaldía de Moscú prohibió la realización de eventos con más de 5 mil participantes, hasta el 10 de abril, decisión supuestamente basada en la pandemia originada por el coronavirus (Covid-19), lo que se interpreta como una limitación a la libertad de reunión con fines políticos.
Hoy la frase que Vladimir Putin expresó respecto a su visión al frente de la Federación de Rusia adquiere un sentido claro y abrumador: “No solo un trabajo sino un destino”, fiel reflejo de su forma de entender su efecto en la vida pública rusa.
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