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Lunes, 30 Agosto 2021 13:00

Imperativa la participación de la ciudadanía en lo público

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Vivimos tiempos en los que la incertidumbre y el miedo se han apoderado de la colectividad en diversos aspectos.

 

Los Estados modernos han transitado de la lucha y consolidación de los regímenes y sistemas políticos democráticos a la búsqueda de alternativas para dar solución a las problemáticas que nos aquejan, temas como el calentamiento global, la economía, la erradicación de la violación de derechos humanos hasta la manera de salir bien librados de la pandemia provocada por el COVID-19 son sólo algunos de ellos.

 

Sociólogos y politólogos de diferentes latitudes coinciden al expresar que las crisis que permitían exponer soluciones para ser superadas hoy en día son las que explican en sí el contexto que vivimos, muchos consideran que incluso existe una crisis del propio pensamiento.

 

Ante este panorama, y sabedores que la democracia es la mejor forma de gobierno que hasta el momento permite contar con sistemas de pesos y contrapesos, que equilibran y limitan el poder a través de elecciones libres y periódicas, que permiten que la ciudadanía se encuentre representada; la obligación de todas las autoridades de garantizar los derechos humanos y sancionar a quienes los vulneran entre otros, nos obliga a tener claridad sobre la importancia que tiene la participación de la colectividad en todos y cada uno de los actos de responsabilidad pública.

 

Tal vez para muchos el tema de la sociedad civil sea viejo, pero por el contrario ponerla en el centro de toda actividad económica, social y política es atemporal.

 

La sociedad civil concebida como esa esfera de interacción social entre la economía y el Estado compuesta por la familia, las asociaciones voluntarias, los movimientos sociales y los sistemas de comunicación, debe ser considerada e incluida no en la parte final del eslabón democrático sino como la sustancia y esencia de la misma.

 

Estamos obligados a pensar y repensar nuestras formas de organización y de participación porque la democracia es un proceso de constantes cambios.

 

No podemos olvidar que la sociedad civil es la intermediaria de grupos que han sido históricamente excluidos, que a través de ella se dan la crítica y la generación de proyectos que permiten tener opciones pues se nutre de las diferentes visiones y realidades de quienes viven día a día situaciones de carencia, de inseguridad, de violencia y de desconocimiento de un futuro que cada vez se torna más incierto.

 

Así la democracia también goza particularmente de un alto grado de insatisfacción relacionado con la pobreza y lo altos índices de corrupción. Vale la pena reflexionar a nivel estatal y municipal.

 

La ciudadanía delega su soberanía en quienes considera los mejores para tomar decisiones de lo público, es justo y necesario que se abran opciones para escuchar y para que la participación ciudadana sea verdaderamente vinculante.

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