Quizás la herramienta más democrática de todas sea el sufragio, el voto es una forma de expresión que sirve para tomar una decisión colectiva. Votar siempre implica elegir entre distintas alternativas. Es un acto que presupone libertad, sin ella es imposible ejercer el genuino derecho a escoger. No hay formulación más simple y universalmente aceptada de la noción de igualdad que el voto. Todo sufragio cuenta y vale lo mismo, sin importar quien lo haya manifestado y cuáles son sus condiciones de vida o el lugar que ocupa en el ámbito social.
Votar tiene un enorme significado, cambia a las sociedades, las vuelve más democráticas, plurales, abiertas. Da la posibilidad a la alternancia, pone a prueba el ejercicio del poder político, permite a la ciudadanía discernir, discutir y decidir en torno a distintas ofertas y oportunidades de gobierno. Mecanismo indispensable y sumamente representativo, a través del voto la ciudadanía expresa sus intereses, necesidades y demandas. El voto es un medio de expresión política de la voluntad individual.
Este 6 de junio, como en otras elecciones, el voto decidirá muchas cuestiones, va más allá de elegir ayuntamientos y la integración de la legislatura local. El sufragio repercute en temas diversos. Es a través del voto como se dispone qué partidos políticos conservan su registro y quienes lo pierden. Determina también el monto de sus prerrogativas, el acceso a la radio, la televisión y el financiamiento público. Puede ser el rechazo de cualquier opción partidista y decidirse por una independiente. Premia o castiga a la reelección, exige la rendición de cuentas.
Empodera a la ciudadanía y le permite participar en el ámbito de lo público, el sufragio es efectivo, una vez depositado en la urna contribuye a generar representación política, da sentido a la división del poder y califica lo que sucede en el circo de lo político. Votar ayuda al correcto funcionamiento de un sistema democrático. Es capaz de mandar un mensaje vigoroso que desaliente malas prácticas de la clase política. Exige resultados y pone costo a las promesas incumplidas.
Quizás agrega la perspectiva de considerar a la ciudadanía como algo mucho mayor que un conjunto de derechos y obligaciones. Votar consigue la cohesión de innumerables identidades individuales y colectivas, que difícilmente puede conseguirse de otra manera. Es el primer paso de una ciudadanía que se interesa, participa y se informa de los asuntos públicos. Sin el voto, el proceso político y la democracia carece de sentido y legitimidad.
Existen distintos tipos de participación política, cada uno de ellos difiere en el tiempo y el esfuerzo para su ejecución. El voto es la medida más común de hacerlo posible en las democracias liberales. Es una actividad relativamente sencilla, que requiere poco esfuerzo, pero que contribuye de manera notable para que una sociedad sea más dinámica y comprometida. Expande la agenda de los gobiernos y exige que se cubran los espacios vacíos que han dejado el Estado y las instituciones tradicionales.
Sin duda, las ciudadanas y los ciudadanos pueden intervenir en los asuntos de interés colectivo de distintas maneras. Los mecanismos de participación para ejercer control social de sus representantes y gobernantes son amplios, pero el voto es menos complicado y, posiblemente el más efectivo. La esencia de la democracia es una ciudadanía activa, en donde las personas intentan resolver de manera conjunta y solidaria sus necesidades. Sufragar auxilia razonablemente a que eso suceda.
Este 6 de junio es importante que la ciudadanía vaya a votar, simplemente porqué es un derecho y una obligación.
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