Comunicación
Social

Martes, 24 Septiembre 2024 06:00

Elecciones en EU: repercusiones para la democracia

Escrito por

En julio pasado, a poco más de tres meses de las elecciones presidenciales, la carrera electoral en Estados Unidos se salió del guion. Lo que parecía una contienda predecible, anticipable y penosa para el Partido Demócrata, dio un giro tan esperado por buena parte de la ciudadanía estadounidense cuando el presidente Joe Biden confirmó que retiraría su candidatura “por el bien de su partido y del país”.

 

En lo que ha sido calificado como la mejor decisión del Partido Demócrata, la vicepresidenta en funciones, Kamala Harris, fue la encargada de tomar la batuta y de presentarse como la segunda candidata presidencial en la historia del Partido Demócrata. Será ella quien, en noviembre próximo, encare en la boleta electoral al expresidente republicano Donald Trump.

 

Kamala Harris se presenta no solo ante el electorado estadounidense, sino ante la opinión pública global como una mujer sólida, con una notable carrera profesional y un carisma que ha sorprendido. Abogada de profesión, Kamala Harris se ha desempeñado principalmente como fiscal de distrito y fiscal general en su estado natal, California. También conoce a fondo el trabajo legislativo, gracias a su paso por el Senado y a su nombramiento más reciente como vicepresidenta de Estados Unidos. A lo largo de su trayectoria, Harris se ha presentado consistentemente como una mujer progresista, creyente de las instituciones democráticas, defensora de las libertades individuales y de los derechos de las minorías.

 

Su historia de vida está marcada bajo estas coordenadas. Hija de inmigrantes de ascendencia india y jamaicana, sus padres participaron activamente en el movimiento por los derechos civiles de la comunidad afroamericana en Estados Unidos en la década de los sesenta. Ella misma ha manifestado abiertamente ser promotora de los derechos de las mujeres, de la legalización del aborto, de los derechos de las comunidades inmigrantes y de las minorías sexuales. Se trata de una heredera de la mejor tradición progresista estadounidense.

 

Por esa razón, el electorado del país vecino deberá mirarse al espejo una vez más y decidir qué tipo de nación desean construir en el siglo XXI. Una de tipo chauvinista, autoritaria, machista y nativista. U otra más progresista, dialogante y abierta a los cambios políticos, sociales y económicos de la segunda década del milenio. No se trata de una decisión sencilla o pronosticable. Prácticamente todas las encuestas consignan un empate técnico. Nuevamente, los “estados columpio” serán territorios decisivos para inclinar la balanza y definir no solo el futuro inmediato de Estados Unidos, sino una serie de decisiones de alcance global. Los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza, la transición energética, las políticas comerciales hacia México o China, el tratamiento del fenómeno migratorio, la promoción de la democracia en la región… todos estos son asuntos que esperan con atención el resultado que emerja de las urnas el próximo martes 5 de noviembre.

Conéctate