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Martes, 06 Agosto 2024 06:30

Educar en democracia

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Miles de estudiantes en la región centro de nuestro país iniciaron este 5 de agosto sus actividades universitarias. La Universidad Autónoma del Estado de México (casi 100 mil estudiantes matriculados), el Instituto Politécnico Nacional (poco más de 200 mil estudiantes) y la Universidad Nacional Autónoma de México (más de 370 mil estudiantes) son las instituciones de educación superior que más alumnas y alumnos reciben, y las que poseen una oferta educativa más amplia.

 

Para una sociedad que aspira a tener una mejor calidad democrática, el papel de la educación superior es fundamental. Una de las misiones más relevantes de las universidades y de las escuelas politécnicas es la formación integral de las personas. De ahí que estas instituciones ofrezcan, además de sus cursos regulares, actividades artísticas, culturales, lúdicas, científicas y deportivas. La idea que subyace a esta amplia oferta académica es que un profesionista no solamente debe adquirir conocimientos en su área de especialización, también debe aspirar a ser una persona sensible a su comunidad y capaz de apreciar las múltiples manifestaciones del ser humano.

 

Por esa razón, la socialización de valores democráticos es una de las tareas principales de la formación universitaria. Contrario a lo que se pudiera pensar, la educación fincada en valores democráticos no es exógena a la tarea científica o cultural. Se trata de un paradigma que atraviesa y moldea estas importantes actividades universitarias, ya que solamente en libertad, solidaridad y respeto a los derechos de las personas puede florecer la discusión de las ideas, la investigación, la innovación tecnológica, la crítica constructiva y el mejoramiento de nuestras condiciones sociales y políticas.

 

Debemos celebrar, en ese sentido, que más de medio millón de estudiantes de nuestra región puedan ingresar y continuar sus estudios superiores. Las habilidades y conocimientos que hoy adquieran serán herramientas clave para que puedan involucrarse en la vida pública de nuestro estado y nuestro país desde una posición constructiva, proactiva, comprometida y responsable. Con ello, las universitarias y universitarios están llamados a ser agentes de cambio desde sus respectivos campos de conocimiento.

 

Los desafíos políticos, sociales y económicos que enfrenta actualmente la humanidad nos han demostrado el nivel de interdependencia que hemos alcanzado. Lo que sucede en algún punto del planeta puede tener repercusiones globales como nunca antes. Al mismo tiempo, estos nuevos retos nos han enseñado el valor de la ética en la intervención humana. Problemas como la xenofobia, la distribución de la riqueza, la inseguridad, la superación de una pandemia o el respeto a las reglas democráticas requieren, forzosamente, de una acción colectiva motivada éticamente, es decir, de una conducta y voluntad impulsada por valores que prioricen la búsqueda del bienestar colectivo, el respeto a la dignidad humana y la procuración de la paz social.

 

La democracia no es exclusiva de las aulas, pero en ellas encuentra el sitio perfecto para florecer. El diálogo, el debate y la proposición de soluciones comienzan con el ejercicio de reflexión que debe caracterizar a las comunidades universitarias. Este nuevo ciclo escolar que inicia en nuestro país es un momento propicio para renovar nuestro compromiso con una educación erigida sobre los valores democráticos.

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