En la época feudal los reyes y la divinidad eran quienes tomaban decisiones de poder importantes. Fue hasta la época de las revoluciones inglesa y francesa que ello comenzó a dar un giro distinto. A partir de esos momentos históricos, han pasado innumerables sucesos en el mundo para llegar a la democracia representativa de nuestros días.
La participación, hay que decirlo, es un acto social y está íntimamente vinculada con la representación política porque, es a través de quienes elegimos como gobernantes, que nos sentimos representados o no; y son ellos quienes están obligados a rendir cuentas de su actuar y de las decisiones políticas que toman.
Es decir, la participación se convierte en algo más que una sucesión de elecciones porque enlaza los procesos electorales con las decisiones políticas cotidianas, esas que en muchas ocasiones no son las mejores, sobre todo, cuando se trata de respeto al Estado de derecho o garantizar los derechos humanos.
Ejemplo de ello, la desaparición forzada de personas. Entre los elementos de su definición se encuentra “la privación de la libertad de una o más personas, cometida por agentes del Estado… seguida de la falta de información… o de informar sobre el paradero de la persona...”.
De acuerdo con Naciones Unidas de 1964 a la fecha han desaparecido 100,000 personas, de los cuales, 97% se refiere a casos posteriores a 2006, casos entre los que se encuentran los 43 estudiantes de Ayotzinapa de quienes últimamente hemos tenido noticias lamentables.
Para la ONU las desapariciones en nuestro país son una muestra de un prolongado patrón de impunidad, por ello, el tema de la participación resulta tan importante, pues pese a que es utópico participar en todo lo público, cierto es que no participar da un cheque en blanco a quienes sí participan para que decidan por todos.
La participación es también un acto colectivo y producto de una decisión personal que también se realiza para cuidar los intereses y los derechos particulares de grupos y de personas que se diluyen en el conjunto mucho más amplio. Sirve para corregir los defectos de la representación política. Es por ello por lo que debemos generar conciencia y hacer un trabajo permanente de incentivar la cultura de participación en todos los ámbitos, más, en lo público.