UN AÑO
Hoy hace un año fui designada como Consejera Electoral, del órgano superior de dirección del Instituto Electoral del Estado de México, como parte de la renovación periódica y escalonada que se da en las instituciones electorales federal y locales. Dos compañeras también fueron designadas como Consejeras Electorales: July Erika Armenta Paulino y Flor Angeli Vieyra Vázquez. Un año de andar juntas.
La tarea no ha sido fácil pero sí gratificante; he asumido con plena responsabilidad las tareas que el cargo demanda; sesiones en comisiones, reuniones con mis compañeras consejeras, encuentros y eventos con distintos actores políticos, sesiones de Consejo General, hasta la participación en la organización e instrumentación de la elección de integrantes del Poder Judicial en el Estado de México, entre otras actividades.
Sin la intención de caer en una salamería institucional, puedo decir que he encontrado armonía, tolerancia, pluralidad, respeto, también disensos, pero siempre disposición para el fortalecimiento de nuestra institución en todas mis compañeras consejeras: Patricia Lozano Sanabria, Paula Melgarejo Salgado, Karina Ivonne Vaquera Montoya, y por supuesto nuestra Consejera Presidenta Amalia Pulido Gómez; todas, tendieron su mano franca para recibirnos y trabajar en equipo. Así, somos el único Instituto Electoral en todo el país, integrado en su Consejo General por mujeres.
También ha sido pedagógico compartir mesas de trabajo con las representaciones de los partidos políticos, quienes siempre se han conducido con respeto a quienes integramos el Instituto y con lealtad a las organizaciones que representan; cada quien desde su posición asumiendo y defendiendo sus propuestas y puntos de vista.
Pero lo más importante ha sido ver el compromiso, la lealtad y el empuje de las centenas de trabajadores en todos sus niveles: Secretaría Ejecutiva, direcciones de área, jefaturas de unidad, para llevar a buen puerto las responsabilidades laborales que a cada uno le toca realizar sin importar horarios, climas ni geografías territoriales, todo se ha realizado con profesionalismo y vocación de servicio; es quizá por esto último que me siento más comprometida en cumplir una convicción que asumí desde el inicio de mi gestión como Consejera Electoral: contribuir a dar estabilidad laboral a todo el personal de nuestra institución y no avalar despidos injustificados, en lo personal así lo he hecho y lo seguiré haciendo porque antes de ser Consejera, soy trabajadora de esta institución. Considero que es de suma importancia, el respeto absoluto a los derechos laborales de todos los servidores electorales.
Más allá de los temas de coyuntura, está mi compromiso y disposición a seguir haciendo mi mejor esfuerzo para estar a la altura de nuestra historia institucional.
Tenemos en ciernes una reforma electoral impulsada desde la Presidencia de la República y sobre la cual expondré en los foros a los que se ha convocado, mis propuestas y puntos de vista que las resumo en la necesidad de fortalecer nuestras instituciones electorales empezando desde lo local, esto es, mantener y fortalecer a los institutos electorales de los estados, llamados organismos públicos locales, reasignándoles todas las funciones que la reforma electoral del 2014 les quitó para que las asumiera el Instituto Nacional Electoral; pero también a los organismos públicos locales darles toda la responsabilidad de la organización y elección de personas juzgadoras.
Este ha sido mi mapa de navegación como Consejera Electoral a un año de haber sido designada, y en ese rumbo me mantengo.
ACORDEONES
Vivimos en una sociedad en la cual hemos sido educados para condenar el uso de los acordeones porque sirven para hacer trampa, es decir, los vemos en su versión negativa olvidando e ignorando que también tienen una cara positiva.
Seguramente hemos visto alguna vez en un juego de futbol americano profesional, que en la propia cancha los mariscales de campo, generalmente en una de las muñecas de sus brazos, traen anotaciones sobre las jugadas a realizar; también ocurre algo similar en el caso del futbol “soccer”; recientemente se disputó la final de la “Champions” femenil entre España e Inglaterra, donde algunas televisoras pasaron imágenes en las cuales se veía a las porteras de ambas selecciones recibir unos papelitos que ellas vieron y guardaron, seguramente en ellos venían datos sobre las tiradoras adversarias.
En otros ejemplos; muchos hemos leído algún libro o visto una película y hacemos anotaciones o resúmenes de lo más destacado. Dicho lo anterior, podemos concluir que un acordeón es una anotación, un resumen o un recordatorio sobre algún tema de nuestro interés, donde lo más relevante es el uso que hagamos de él: si es para reforzar o recordar una idea, o para hacer alguna trampa.
Todo esto viene a colación porque a raíz de la reciente elección de personas juzgadoras hubo un uso indiscriminado de acordeones, en muchos casos como un recordatorio de las personas por las que el electorado deseaba votar, pero en muchos otros lamentablemente, fue para orientar el voto a favor de determinadas candidaturas de manera clientelar; la coacción del voto a través de esta práctica es totalmente reprobable.
La complejidad de esta elección por el número de candidatos y cargos a elegir, propició el uso de acordeones de todo tipo y con distintos fines.
La primera conclusión que podemos anotar por contradictoria que parezca es real: el problema no es el acordeón sino el uso que se la da y los fines que se persiguen con su utilización. Una segunda conclusión es que, si queremos eliminar esta práctica negativa de los acordeones en la elección de integrantes del Poder Judicial, debemos simplificarla para poder hacer menos compleja la emisión del voto de los ciudadanos. La tercera conclusión es que, para materializar las dos primeras se debe tener en la agenda legislativa, una nueva reforma de las leyes respectivas que tomen en cuenta las opiniones y experiencias que vivieron la ciudadanía, los órganos electorales, los propios partidos políticos, los sectores académicos, la sociedad civil.
Cabría preguntarnos ¿por qué en elecciones concurrentes de integrantes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo federal y locales no se usa un acordeón, no obstante, la existencia simultánea de varias boletas y muchas candidaturas?, ¿hacen falta los logotipos partidarios?, ¿los tres poderes deben seguir haciendo la primera parte de la elección de personas juzgadoras?, ¿no son los órganos electorales quienes deben hacer todo el proceso de selección apoyándose en los mismos comités de evaluación?, ¿se debería permitir a candidaturas de distintas especialidades agruparse por algún color o por listados en planillas?, ¿por qué las candidaturas de personas juzgadoras no tienen representantes en los órganos electorales y las de los partidos políticos sí; es esto equitativo en una contienda electoral?, ¿por qué no tienen financiamiento público y las candidaturas independientes que no están vinculadas con partidos sí?, ¿por qué no tienen acceso a tiempos en radio y televisión?
Estas y otras muchas preguntas sobre procedimientos específicamente técnicos que corresponden a los órganos electorales, tienen que atenderse en una deliberación franca y respetuosa sobre la elección del Poder Judicial.
En resumen, mientras se mantenga el sistema electivo actual, erradicar el uso de acordeones será una tarea difícil de erradicar y continuará existiendo un terreno fértil para el clientelismo electoral; una reforma consensada está pendiente.
OTRA VEZ SEPTIEMBRE
Desde que comencé a publicar artículos en algunos medios de comunicación, siempre había expresado mis opiniones sobre temas electorales relacionados con el Estado de México o con nuestro país, sin embargo, ahora permítanme retomar con profundo respeto, la tragedia humana vivida en los últimos días que ha enlutado decenas de hogares y que ha sacudido la conciencia y el alma de millones de mexicanos.
Martín Arellano Solorio se llamaba el periodista quién en sus últimas horas de vida, solicitó ayuda médica ante síntomas de pre-infarto que estaba presentando, cuando finamente logró ser atendido por una institución médica, fue para ser puesto en una camilla y colocado en el pasillo de una clínica del IMSS en Mazatlán, Sinaloa; fue hasta que le dio un paro respiratorio que recibió atención médica especializada, pero fue muy tarde, pocos minutos después lamentablemente murió.
La crónica de auxilio de este suceso la inició el propio periodista el viernes 4 de septiembre y en la segunda hora del día 5 del mismo mes dejó de existir.
El lunes 8 de septiembre en la mañana, por los rumbos de Atlacomulco un tren arrolló a un autobús de pasajeros dejando un saldo de varios heridos y diez personas fallecidas. Vecinos, testigos y videos dan cuenta de que el autobús quiso ganarle el paso al tren. El único señalamiento preventivo existente en el lugar, era una lámina en color rojo que decía ALTO. No hay ninguna pluma automatizada que suba y baje para obligar a los conductores a hacer alto total y no desafiar el paso del ferrocarril; pero este mecanismo automatizado no existe ni ahí ni en muchos otros lugares de nuestro país ante el cruce de tren.
Apenas dos días después, el 11 de septiembre, se registró el estallido de una pipa de gas en el llamado Puente de la Concordia localizado en uno de los paraderos más transitados de la Ciudad de México dejando también varios heridos y personas fallecidas. Hasta ahora dos parecen ser las causas de este fatal accidente: una el exceso de velocidad de la pipa, la otra, los baches existentes en la vialidad. Habrá que esperar los resultados al respecto de los especialistas en la materia.
Nuevamente un mes de septiembre enluta al país y a decenas de hogares mexicanos. Nos deben sacudir estos acontecimientos y debemos reflexionar sobre la adopción y práctica de una mejor política preventiva no solo por parte de las autoridades, sino de la ciudadanía y la población en general.
Las autoridades de los distintos órdenes de gobierno a nivel federal y estatal, deben estar permanentemente informados de la situación que guarda su administración; la estructura gubernamental ha sido diseñada para definir responsabilidades y para poder instrumentar las acciones y estrategias pertinentes que atiendan cualquier tipo de eventualidad.
Varios son los temas que en este mes de septiembre habrán de discutirse a nivel federal y local, pero sin duda uno de los prioritarios que debe atenderse con urgencia es la Prevención.
UTOPÍA Y REBELIÓN
¿Cómo influyen las lecturas que hacemos en diversas etapas de nuestras vidas? ¿Cómo podemos plasmar las enseñanzas de dichas lecturas en nuestras distintas actividades sociales? Aproximo una respuesta a ambas interrogantes poniendo como ejemplo el trabajo institucional que realizamos en el Instituto Electoral del Estado de México.
Lo primero que estamos obligados a conocer y poner en práctica son los principios y valores que nos rigen: certeza, imparcialidad, legalidad, pluralidad, tolerancia, transparencia, diálogo, respeto, inclusión.
Dichos principios y valores no son producto de una ocurrencia de quienes pertenecemos al Instituto, nacen de la experiencia de las instituciones y su buen funcionamiento en el cumplimiento de tareas y objetivos planteados; pero también del pensamiento que durante siglos han aportado personajes como Tomás Moro y George Orwell, cuyas lecturas, en alguna etapa de nuestra existencia pasaron por nuestras manos y nos hicieron reflexionar sobre sus propuestas.
El primero con su libro Utopía escrito hace 509 años, nos invita a no dejar de soñar, ya que el único límite que tenemos los humanos es el de nuestras capacidades y la voluntad para hacer realidad esos sueños; no hay de darse por vencidos en la idea de una sociedad menos desigual, más equitativa, más incluyente, más justa, más solidaria, mucho más pacífica en todo lo que implica el concepto de Paz.
Los valores son faros que guían y nos dicen por dónde deben transitar instituciones como la nuestra; por ejemplo, el de la paz y la transparencia como condición humana y ética respectivamente, para tener certeza y confiabilidad en el resultado final de nuestras tareas.
De George Orwell en la Rebelión de la Granja, obra que acaba de cumplir ochenta años de haberse publicado, nos invita a la rebeldía, a manifestarnos en contra del autoritarismo, de la injusticia y del abuso de poder; nos propone luchar por nuestros derechos, y agrego yo, pero de manera pacífica, sin violencia y dentro de los cauces institucionales.
A lo largo de los ya casi treinta años de existencia, en el Instituto Electoral del Estado de México hemos ido acreditando con resultados, que la disputa del poder político se puede dar de manera pacífica y con legitimidad si contamos con instituciones éticamente confiables y responsables; en cada proceso electoral para elegir autoridades municipales, diputados locales, titular del Poder Ejecutivo y recientemente integrantes del Poder Judicial, los cuestionamientos al trabajo del IEEM han sido cada vez menos justamente por el apego a los principios y valores con los que nos hemos conducido.
Por eso creo que es una rudeza institucional innecesaria de quienes desde distintas posiciones del Poder Federal, promueven la desaparición de los llamados Organismos Públicos Electorales que existen en cada entidad de nuestro país.
Esta visión centralista de concentrar la administración electoral en un solo órgano nacional, es una expresión de ese viejo autoritarismo de hace décadas que realizaba procesos electorales sin credibilidad, sin legitimidad y sobre todo con una gran carga de violencia directa y estructural.
A muchos nos haría bien leer o releer textos y autores como los citados para fortalecer o modificar nuestras acciones.
TROPEZANDO CON LA MISMA PIEDRA
Hay un refrán que dice que solo los seres humanos tropezamos dos o más veces con la misma piedra, lo que significa que no entendemos y tampoco hacemos caso de las experiencias y lecciones de la Historia que debieran ser pedagógicas para no cometer los mismos errores del pasado.
La Historia de las elecciones en México nos dice que el hoyo negro electoral que tuvimos por décadas, fue por la participación directa del Poder Ejecutivo en la organización y calificación de los procesos electorales que los hacía poco creíbles porque este Poder era juez y parte. Es hasta que el Ejecutivo deja de participar en las elecciones y se crea un organismo electoral autónomo cuando los comicios empezaron a tener credibilidad y certeza, y paulatinamente se alejaron de ser una fuente de conflicto violento en la disputa del poder político.
No obstante lo anterior, para la reciente elección de personas juzgadoras, de nueva cuenta se retomó la participación del Poder Ejecutivo, incluso se fue más lejos, también a los otros dos Poderes se les asignó una responsabilidad electiva lo cual pudo ser un factor más, que contribuyó para que ciertos sectores de la sociedad cuestionaran esta elección y se registrara un elevado índice de abstencionismo.
Si no se tuvieron más controversias en esta elección, fue en buena medida por la participación del INE y la gran mayoría de los institutos electorales en los estados, que pusieron en práctica toda la experiencia y prestigio que han acumulado por décadas para organizar procesos electorales apegados a la legalidad, pero sobre todo pacíficos. Al respecto, quedan muchos desafíos y tareas por resolver para los institutos electorales federal y locales; sin embargo, en cualquier escenario los procesos técnico-operativos no son asuntos que puedan improvisarse, se requiere conocimiento, especialización, vocación de servicio, convicción institucional y un gran compromiso con nuestra sociedad.
En la reforma a las leyes respectivas que regulan la elección de integrantes del Poder Judicial, sería muy sano establecer que los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no intervinieran en ninguna de las etapas de la organización de esta elección, pues se corre el riesgo de que el proceso mismo sea fuertemente cuestionado por una posible parcialidad si se insiste en la participación de los tres Poderes.
Estos Poderes fueron diseñados como instituciones con funciones específicas y especializadas: el Ejecutivo para instrumentar y aplicar políticas públicas que garanticen el desarrollo y bienestar de los mexicanos; el Legislativo para hacer leyes, incluida la de ingreso-gasto, así como fiscalizar el uso de los dineros públicos; y el Judicial para impartir justicia; pero en ningún caso para organizar elecciones.
Para organizar elecciones tenemos al INE y a los organismos electorales en cada entidad de la República con muchos años de experiencia, que han logrado que tengamos en construcción permanente una imperfecta paz electoral. El razonamiento es simple, si tenemos una división del trabajo institucional especializado, es necesario su fortalecimiento y no la improvisación asignando funciones para las cuales no fueron concebidas de origen. Cada quien debe asumir las responsabilidades para las que fue creado, es lo más útil y saludable para el país.
En conclusión, sobre la reforma electoral que está en puerta muchos son los temas que habrán de discutirse, diversas son las visiones y experiencias; revisar la Historia político-electoral de nuestro país servirá para no tropezar con la misma piedra y repetir los errores del pasado.
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