¿Cómo influyen las lecturas que hacemos en diversas etapas de nuestras vidas? ¿Cómo podemos plasmar las enseñanzas de dichas lecturas en nuestras distintas actividades sociales? Aproximo una respuesta a ambas interrogantes poniendo como ejemplo el trabajo institucional que realizamos en el Instituto Electoral del Estado de México.
Lo primero que estamos obligados a conocer y poner en práctica son los principios y valores que nos rigen: certeza, imparcialidad, legalidad, pluralidad, tolerancia, transparencia, diálogo, respeto, inclusión.
Dichos principios y valores no son producto de una ocurrencia de quienes pertenecemos al Instituto, nacen de la experiencia de las instituciones y su buen funcionamiento en el cumplimiento de tareas y objetivos planteados; pero también del pensamiento que durante siglos han aportado personajes como Tomás Moro y George Orwell, cuyas lecturas, en alguna etapa de nuestra existencia pasaron por nuestras manos y nos hicieron reflexionar sobre sus propuestas.
El primero con su libro Utopía escrito hace 509 años, nos invita a no dejar de soñar, ya que el único límite que tenemos los humanos es el de nuestras capacidades y la voluntad para hacer realidad esos sueños; no hay de darse por vencidos en la idea de una sociedad menos desigual, más equitativa, más incluyente, más justa, más solidaria, mucho más pacífica en todo lo que implica el concepto de Paz.
Los valores son faros que guían y nos dicen por dónde deben transitar instituciones como la nuestra; por ejemplo, el de la paz y la transparencia como condición humana y ética respectivamente, para tener certeza y confiabilidad en el resultado final de nuestras tareas.
De George Orwell en la Rebelión de la Granja, obra que acaba de cumplir ochenta años de haberse publicado, nos invita a la rebeldía, a manifestarnos en contra del autoritarismo, de la injusticia y del abuso de poder; nos propone luchar por nuestros derechos, y agrego yo, pero de manera pacífica, sin violencia y dentro de los cauces institucionales.
A lo largo de los ya casi treinta años de existencia, en el Instituto Electoral del Estado de México hemos ido acreditando con resultados, que la disputa del poder político se puede dar de manera pacífica y con legitimidad si contamos con instituciones éticamente confiables y responsables; en cada proceso electoral para elegir autoridades municipales, diputados locales, titular del Poder Ejecutivo y recientemente integrantes del Poder Judicial, los cuestionamientos al trabajo del IEEM han sido cada vez menos justamente por el apego a los principios y valores con los que nos hemos conducido.
Por eso creo que es una rudeza institucional innecesaria de quienes desde distintas posiciones del Poder Federal, promueven la desaparición de los llamados Organismos Públicos Electorales que existen en cada entidad de nuestro país.
Esta visión centralista de concentrar la administración electoral en un solo órgano nacional, es una expresión de ese viejo autoritarismo de hace décadas que realizaba procesos electorales sin credibilidad, sin legitimidad y sobre todo con una gran carga de violencia directa y estructural.
A muchos nos haría bien leer o releer textos y autores como los citados para fortalecer o modificar nuestras acciones.
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