¿Por qué es necesario escribir en torno a la felicidad? ¿por qué escribir sobre este concepto y no concretamente sobre los asuntos electorales que en estos momentos parecieran tornarse álgidos y complicados? Sin pretender hacer una teoría en torno al término de felicidad, tampoco llegar a tener una definición concluyente y acabada porque creo en los cambios y las transformaciones permanentes; si considero que los componentes cotidianos de dicha palabra nos arrojan a estados de satisfacción individuales y colectivos, y pueden vincularse con las actividades electorales.
Nadie es feliz por definición, pero se busca ser feliz en las distintas esferas en que nos desenvolvemos como parte de la humanidad. En lo político, por ejemplo, las mujeres fuimos y somos felices a partir de que legalmente se reconoció nuestro derecho a votar y ser votadas después de un muchos años de luchas durante la primera mitad del siglo XX; o bien cuando se conquistaron derechos laborales que no sólo fueron reducción de jornadas, sino mejoras salariales, espacios dignos de trabajo, derechos maternos, entre otros. Pero no somos felices cuando nos seguimos enfrentando a las violencias como la discriminación, la falta de equidad e igualdad para acceder a mejores puestos laborales, a cargos de elección popular, o cuando nos quitan nuestra fuente de empleo, o cuando no tenemos una vida digna. Cultural y socialmente se nos sigue menospreciando pese a ser responsables, en muchos casos, de la integridad, y de la seguridad del bienestar de nuestras familias y hogares.
Nuestras instituciones emanadas de los estados-nación, son corresponsables de la felicidad que se puede tener social e individualmente, sobre todo, cuando se logran objetivos trazados. Por ejemplo, en el Instituto Electoral del Estado de México, próximo a cumplir 29 años de existencia, hemos obtenido muchas satisfacciones; en retrospectiva, desde 1996 hemos organizado 23 elecciones de las cuales 15 han sido ordinarias (cinco de gubernatura; 10 de diputaciones y ayuntamientos) y ocho extraordinarias (de ayuntamientos); en cada uno de estos procesos electorales hemos instalado casillas en todo el territorio del Estado, los votos depositados por la ciudadanía han contado y se han contado bien, se han asignado las constancias de mayoría a los ganadores, hemos logrado involucrar ciudadanía profesionalizada e informada desde diversos espacios en el desarrollo de cada una de las actividades que implica organizar una elección, como funcionarios de mesas directivas de casilla, capacitadores, observadores, ciudadanía militante de partidos políticos, vocales, consejeros, entre otros, y también hemos atendido las disposiciones de las autoridades jurisdiccionales cuando se ha dado el caso. Lograr lo anterior y finalizar un proceso electoral apegado a la legalidad, pero sobre todo pacífico, produce momentos de felicidad institucional porque logramos hacer bien nuestras atribuciones y funciones.
Está en curso la elección de personas juzgadoras, y el 1º de junio es la fecha en que la ciudadanía mexiquense podrá acudir a las casillas electorales para ejercer de manera libre y secreta, a los integrantes del Poder Judicial. Los órganos electorales habrán de culminar solo una etapa de preparación de esta elección que, en la práctica, con sus novedades y particularidades, habrán de cumplir en tiempo y forma, es la instalación de casillas y la recepción del voto; en esto tiene una gran experiencia acreditada con aquellas 23 elecciones.
La incertidumbre organizada, presente en toda elección transparente, imparcial y apegada a la legalidad, habrá de despejarse cuando en los órganos desconcentrados distritales, inicie la etapa de escrutinio y cómputo y empiecen a perfilarse ganadores y perdedores. Será el Consejo General, integrado solo por mujeres, lo cual también es motivo de satisfacción, quien culmine con los cómputos y asignación de cargos de personas juzgadores, atendiendo el tema tan vigente de paridad. No se pierden de vista las posibles impugnaciones.
Culminar el proceso electoral número 24 habrá de generarnos una gran satisfacción y un momento de felicidad colectiva e individual. En suma, la tarea de ser felices es permanente, y eso, no se regala ni se compra; tenemos que buscarla y construirla día a día.
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