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Lunes, 25 Abril 2022 12:00

La crisis de valores éticos

¿Qué es lo que hemos perdido? ¿Qué y cómo se ha diluido? Será que existe una descomposición de la sociedad de nuestros tiempos o que en esta posmodernidad la crisis de los valores éticos desnuda una verdadera podredumbre que nos arrastra de forma voraz.

 

Desde hace más de diez días escuchamos una vez más en las notas periodísticas, en la radio, redes sociales y la televisión la desaparición de una joven y posterior a ello la muerte de ella, padres como muchos, miles, en este país exigiendo justicia.

 

Es necesario que verdaderamente se reflexione desde diferentes espacios públicos, privados, académicos, institucionales, legislativos, sociedad civil para encarar este vacío de valores que hoy en día se encuentran presentes en nuestra sociedad.

 

Resulta imposible no escribir sobre este tema que pone de manifiesto el nombre de Fátima, Mayra, Debanhi, Paulet y todas las demás niñas, adolescentes y mujeres jóvenes y adultas que han sufrido violencia hasta llegar a la muerte.

 

Etimológicamente la ética viene de êthos, que significa carácter en griego. La toma de decisiones es lo que forja el carácter de las personas, de acuerdo con algunas autoras hay dos valores que son clave para construirse un buen carácter que son la justicia y la felicidad, ¿quién en su sano juicio no quisiera tener plenitud en ambos?

 

La ética está relacionada con la forma continuada de ser, de comportarse en el mundo y lo que vemos es que existe una grave crisis de valores éticos, esos que se construyen desde el núcleo de nuestra sociedad que es la familia, pero también en la convivencia cotidiana con quienes interactuamos desde la niñez.

 

Y debe quedar claro que me refiero a valores éticos que son los que forman parte de la obligación moral que nos permite comportarnos de una u otra forma en el mundo globalizado en el que nos encontramos y con las múltiples circunstancias que se presentan como la guerra, la pobreza, la desigualdad cada vez mayor, el cambio climático y la violencia que millones de mujeres vivimos unas en grados atroces como el caso de Debanhi y todas las que forman parte de expedientes y fichas de localización.

 

La integralidad del ser humano en donde se encuentran las obligaciones morales para poder decidir hacer o no hacer determinada acción parece haber dejado de calar en los corazones y en el ser total de muchos hombres que comenten este tipo de actos ya sea por lo que las últimas teorías sobre los feminicidios han explicado sobre el dominio del patriarcado o la demostración de virilidad y ausencia de justicia.

 

Pero la falta de valores éticos no es exclusividad de los hombres también se suman mujeres lamentablemente que en otros espacios demuestran esa carencia de valores con autocomplacencias insulsas. Reflexionemos sobre estos valores, nos atañe a todos y todas.

Esta fue la frase que acuño Rosario Ibarra de Piedra una mujer que se convirtió en activista y luchadora social a quien se le ha considerado como pionera en la defensa de los derechos humanos en nuestro país.

 

Rosario Ibarra comenzó su lucha con la desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra a quien se le acuso de pertenecer a un grupo armado comunista denominado La Liga Comunista. Jesús fue detenido y desaparecido en 1974.

 

A partir de entonces su madre comenzó su búsqueda incansable, acudió a todas las autoridades gubernamentales sin tener respuesta sobre el paradero de su hijo. Todo esto aconteció en lo que se ha denominado la Guerra Sucia en México que va de los años 1960´s a los 1980´s.

 

En esos años los presidentes que gobernaron nuestro país fueron Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo todos ellos emanados del partido hegemónico en el poder el PRI. Fueron años difíciles sobre todo para todos aquellos grupos de personas que pensaban diferente al partido que controlaba el país, social, económica y políticamente.

 

Las desapariciones forzadas son un tema que duele a miles de familias mexicanas desde esa época cuando se generó una fuerte violencia represiva del Estado contra activistas y disidentes políticos, la desaparición, la tortura y la muerte fueron las constantes en la estrategia que esos gobiernos crearon para eliminar a sus opositores.

 

Rosario Ibarra fue ejemplo de una madre que no solo lucho por esclarecer la desaparición de su hijo con ella se sumaron un gran numero de madres y familias que pasaban por el mismo dolor, así formo Eureka un comité Pro defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos.

 

Se convirtió en una mujer que reclamo a los gobiernos su gran déficit de la justicia para las grandes violaciones de derechos humanos que se dieron en la época del PRI y posteriores nunca se rindió, cuestiono y exigió a través de huelgas de hambre amnistía para presos políticos de los años setenta.

 

El tema de las desapariciones forzadas es un pendiente que se tiene al que se han sumado también como víctimas las mujeres y niñas, la misma Rosario se sumo a la lucha de las mujeres indígenas de Chiapas y también pugno por el esclarecimiento de las muertas de Ciudad Juárez.

 

Ella partió sin que se esclareciera el caso de su hijo, hoy niñas y mujeres desaparecen ya no solo por temas políticos, los feminicidios son un claro ejemplo de ello en donde quienes cometen estos delitos de acuerdo con estudios de Segato y Solís de Alba lo hacen para demostrar control territorial, dominio, virilidad violenta en estados de impunidad y ausencia de poder soberano que pueda controlarlos, el Estado de México ocupa el primer lugar en estos casos, sin duda hay que trabajar en ello.

Guste o no el ejercicio de ayer domingo 10 de abril fue un hecho inédito e histórico ya que por primera ocasión se puso en práctica uno más de los mecanismos de participación ciudadana.

 

 

Llama la atención lo altamente cuestionado de este ejercicio por el sinuoso camino que el mismo tuvo desde su gestación, sin embargo, de los posicionamientos al seno del consejo general del INE por parte de los representantes de los partidos políticos del Revolucionario Institucional y Acción Nacional en una parte de sus intervenciones, dejan claro que la revocación de mandato debe irse adecuando y perfeccionando como lo que es, un medio que debe servir para empoderar a la ciudadanía.

 

Hay fuerzas políticas que hace décadas pugnaban por estos mecanismos y hoy en día se ha desdibujado ese discurso, la política y el poder siempre generan grandes controversias por quienes son los actores y actoras y, sobre todo, por las circunstancias y coyunturas que se presentan en la historia, en gran parte ser mayoría o minoría se refleja en los posicionamientos.

 

Lo cierto es que a favor o en contra, se olvida reflexionar y considerar a toda la ciudadanía que aceptó ser funcionario o funcionaria de mesa directiva de las 57,448 casillas, hablo de 287,240 personas que tomaron la decisión de participar.

 

Los discursos de descalificación general en el que implícitamente se incluye a la ciudadanía me parece que para nada forman parte de lo que es la democracia y sus principios, dudar de la forma de ejercer ese derecho de miles de ciudadanos y ciudadanas que ayer estuvieron desde las 8:00 hrs y hasta el fin de dicha jornada, me parece sumamente grave.

 

Como lo es también que la detentación del poder bajo cualquier ideología vulnere principios como la legalidad.

 

Para los mecanismos de participación directa, como lo son la consulta popular y la revocación de mandato de reciente incorporación al texto constitucional en 2019, debe quedar claro que el gran déficit se encuentra en la generación de una mejor cultura política democrática en donde los partidos políticos y también de las instituciones encargadas de promover el ejercicio de los derechos político-electorales de la ciudadanía son los principales responsables.

 

Las polarizaciones no abonan en nada a una sociedad que ha transitado muy paulatinamente de un régimen autoritario a regímenes donde la ciudadanía ha marcado contundentemente su aprobación o rechazo, ahí están las elecciones de 2000 con la conclusión del PRI en la presidencia y el arribo del PAN, después 2012 y por último 2018 en donde MORENA y Andrés Manuel López Obrador lograron una nueva renovación y configuración política en el país.

 

Es claro que la ciudadanía cuenta y participa activamente, la pluralidad es lo más sano que en democracia se espera exista, los discursos de odio la diluyen, ¿Lo tenemos claro?

Hoy como nunca condenamos los actos de violencia política contra las mujeres en razón de género.

 

Hay que decir que la violencia política contra las mujeres tiene un impacto sumamente nocivo en el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres que deciden y desean participar en política.

 

Si bien las mujeres fueron ganando espacios en las legislaturas sumando esfuerzos para lograr competir en condiciones más igualitarias, lo cierto es que después de 2014 y a partir de 2015 a 2018 los actos violentos en contra de las mujeres se intensificaron.

 

De acuerdo a cifras oficiales, en el proceso electoral federal 2017-2018 se registraron 237 agresiones contra mujeres en el ámbito político de las cuales 23 terminaron privándolas de la libertad y se denunciaron 19 atentados contra familiares de ellas en donde 13 de estos resultaron en asesinatos.

 

La CEDAW reconoció que nuestro país tenía avances en esta materia, pero nos recomendó armonizar las legislaciones estatales en donde se reconociera como delito la violencia política, pues de las observaciones hechas al informe periódico de México se dio cuenta que la mayor violencia se ejercía en el plano municipal.

 

En ese tenor, en el Estado de México, una de las entidades con mayores rasgos de violencia contra las mujeres, donde de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de los 75 feminicidios reportados en todo el territorio nacional en el mes de enero 2022, 14 casos eran del Estado de México encabezando la lista, resulta urgente que se continue trabajando arduamente en erradicar cualquier tipo de violencia contra nosotras las mujeres.

 

Normativamente el 13 de agosto de 2020 la legislatura mexiquense modificó la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de México, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de México, el Código Electoral del Estado de México entre otras leyes, reproduciendo el contenido de la reforma que aprobó el Congreso de la Unión en esta materia.

 

Aunado a ello, la reforma a la legislación secundaria mandató la creación al IEEM de la Unidad Técnica para Atender la Violencia Política contra las Mujeres, que tendrá como función principal brindar apoyo, asistencia y asesoría a precandidatas, candidatas, aspirantes, militantes de partidos políticos, servidoras públicas, periodistas, defensoras de derechos humanos y demás personas que manifiesten ser víctimas de violencia política en razón de género.

 

La cual no ha sido creada, un gran déficit en la entidad si se consideran las estadísticas de violencia e incluso la nulidad de la elección de Atlautla por razones de violencia política, la primera en la entidad y la segunda a nivel nacional. Menos discurso, más convicción y voluntad.

 

Durante décadas las mujeres permanecieron sin ejercer sus derechos políticos, alejadas del poder. Actualmente aún hay un gran número de mujeres que consideran que votar es el único de los derechos que tienen en el ámbito político electoral. Nada más falso que ello.

 

Las mujeres, además de votar en elecciones para la renovación de los distintos cargos populares que existen (presidencias municipales, diputaciones locales y federales, senadurías, gobernaturas y presidencia de la república), consultas populares y revocación de mandato, tienen derecho a ser votadas en condiciones de paridad para todos estos mismos cargos de elección popular.

 

También, somos libres de asociarnos individual y libremente, lo que ha permitido que millones de mujeres se sumen a diversos colectivos que han impulsado con fuerza la exigencia, cumplimiento y respeto de nuestros derechos humanos entre los que se encuentras los políticos.

 

Es una realidad el avance para que más mujeres nos encontremos hoy en día ocupando espacios que hace años solo eran pensados para hombres, ejemplo de lo anterior lo constato cada que hay sesión en el Consejo General del IEEM al pasar por el pasillo donde se encuentran las fotografías de las integraciones del Consejo General en la mayoría de ellas los hombres ocupaban esos lugares. El cambio ha sido muy paulatino.

 

De acuerdo al último censo de población y vivienda, las mujeres representamos el 51.2% del total de la población, y en el Estado de México representamos el 52% de la lista nominal, a pesar de ello, en la entidad nunca ha existido una mujer gobernadora.

 

En la última elección de 2021 las mujeres presidentas municipales representan solo el 37.90% y en el Congreso Local solo una de ellas integra la Junta de Coordinación Política.

 

Los retos que las mujeres con convicciones claras sobre igualdad sorteamos, no son sencillos, desde la academia se han alzado voces para expresar que se continúa con patrones machistas ya sea culturales o derivado de presiones políticas, pues en algunas decisiones o actuaciones se observa que no existe acompañamiento de las propuestas en pro de lograr equilibrar la discriminación histórica de nuestro género por las mismas mujeres que ocupan espacios de toma de decisión.

 

En 2001, Klausen refería en su texto sobre la conducta de las élites políticas las siguientes interrogantes ¿tienen las mujeres una “política natural” distinta o “masculina”? seguro habrá estudios que nos permitan dar cuenta de las posturas y decisiones que tomamos las mujeres al seno de nuestros espacios y dar cuenta si valoramos y apoyamos las reivindicaciones feministas o sigue presentándose una cultura patriarcal.

 

Lo cierto es que hombres y mujeres podemos cambiar la realidad de la política ante la exigencia ciudadana, el fin es lograr una sociedad más igualitaria en todos los sentidos.

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