Sobre el índice de la democracia en América Latina
Escrito por Patricia Lozano SanabriaNada o poco favorable resultó el 2021 para la democracia en el mundo; por segundo año consecutivo se experimenta un retroceso sin precedente. Según el informe del semanario británico The Economist, en los últimos doce meses el Índice de la Democracia Global sufrió la peor caída desde 2010. Lamentablemente, el punto más débil está en América Latina, donde la democracia padece un acelerado descenso que ubica a la región como la de mayor deterioro democrático.
Menos de la mitad de la población mundial vive ahora en una democracia, y más de un tercio lo hace bajo un régimen autoritario. Es cierto que el impacto de la pandemia es innegable, pero también lo son la extensión considerable del poder del Estado y la erosión de las libertades individuales. El compromiso cada vez más precario con una cultura política democrática, ha dado lugar a la expansión de gobiernos autócratas o al crecimiento de populistas antiliberales como sucede en el caso de Brasil.
Varios gobiernos elegidos democráticamente, incluidas algunas democracias consolidadas, están adoptando con frecuencia prácticas autoritarias. El retroceso democrático a menudo ha contado con un apoyo popular significativo. La corrosión de la democracia ocurre en distintos entornos y contextos, y cada vez es menor la proporción de democracias de alta calidad. Después de un año con una agenda electoral bastante intensa, las instituciones democráticas en América Latina estuvieron demasiado expuestas y nunca habían sido tan frágiles.
Coinciden The Economist e IDEA Internacional en establecer que la calidad de la democracia se juzga a partir de cinco criterios: el pluralismo electoral y la existencia de procesos democráticos; el funcionamiento del gobierno; la participación política de la ciudadanía; la cultura política del país; y el respeto a las libertades civiles. Pues bien, los países latinoamericanos registraron una declinación en todos ellos. Bajo dichos estándares, México, Ecuador y Paraguay perdieron su estado de “democracia defectuosa” y ahora están colocados como una “democracia híbrida”, es decir, más cerca del autoritarismo.
Particularmente vulnerable en algunos contextos de transición, la democracia en los países latinoamericanos con cambio de régimen ha sufrido rupturas parciales y su inconsistencia o precariedad es ahora más notoria. A pesar de los logros democráticos en varias naciones de la zona, aún persisten señales preocupantes de degradación, que se caracterizan por generar una serie de problemas que afectan la calidad democrática. La situación debe preocuparnos, pues nunca como ahora se ha cuestionado tanto el valor, la viabilidad y el futuro de la democracia.
Pero entre confrontar desafíos y revivir la promesa, el más reciente Informe de IDEA Internacional sobre la Democracia en el Mundo pone el acento en su condición resiliente a largo plazo. Pese a la pandemia, el número de democracias no ha variado en América Latina y el Caribe en los últimos dos años. Es evidente que la situación sanitaria afecta de modo negativo algunos aspectos de la democracia, como la libertad de movimiento y la integridad de las personas, tal vez de cierta manera, incluso la libertad de expresión; sin embargo, los países de la región respondieron de forma adecuada al desafío de celebrar elecciones en circunstancias especialmente complicadas. Pronto pusieron en marcha disposiciones electorales que permitieron a la ciudadanía seguir ejerciendo sus derechos democráticos.
Podrá seguirse cuestionando o polemizando sobre el desempeño de las democracias. Lo que ya no es debatible es que, a pesar de sus defectos, ofrece mejores resultados que los regímenes híbridos o no democráticos.