Los retos para la participación ciudadana frente a la nueva normalidad
Definir participación ciudadana la mayoría de las veces, representa confusión debido a la amplitud que el concepto pudiera representar-, sin embargo, de acuerdo con la “Ley de Participación Ciudadana de la Ciudad de México, publicada en la Gaceta Oficial el 12 de agosto de 2019, la participación ciudadana es el conjunto de actividades a través de las cuales toda persona tiene el derecho individual o colectivo para intervenir en las decisiones públicas, deliberar, discutir y cooperar con las autoridades, así como para incidir en la formulación, ejecución y evaluación de las políticas y actos de gobierno de manera efectiva, amplia, equitativa, democrática y accesible; y en el proceso de planeación, elaboración, aprobación, gestión, evaluación y control de planes, programas, políticas y presupuestos públicos”.
Señalar los retos para que se lleve a cabo dicha participación ciudadana, se resumen en la imposibilidad de reunirse físicamente en mesas de trabajo y diálogo. Sin embargo, a casi un año de que iniciara esta pandemia, la solución parece muy obvia: el uso de tecnologías de la información y la comunicación. Vale la pena señalar que, debido a razones económicas, no toda la ciudadanía tiene acceso inmediato al uso de las tecnologías, lo que dificulta que se lleve a cabo eficazmente su participación. En este sentido, el partido Fuerza X México se compromete a legislar e impulsar acciones de gobierno convirtiéndose en facilitador para proveer la alfabetización tecnológica y los medios electrónicos a la ciudadanía.
Las organizaciones de la sociedad civil, como promotoras de la participación ciudadana, se enfrentaron a algunos de estos retos, de acuerdo a la encuesta “Sociedad Civil Organizada frente al COVID-19. Impacto, retos y acciones de resiliencia”, lanzada en mayo del 2020, por el Colectivo Causas Ciudadanas, de una muestra de 477 organizaciones de todos los estados del país: 53.3% de ellas ha mantenido operaciones de forma parcial o total optando por la modalidad virtual; además, el 39.5% ha reorientado sus programas y un 24.4% ha creado nuevos programas para la atención de sus beneficiarios. Aunque el 67.6% de las organizaciones tenga equipos personales de cómputo para cada empleado y un 75.8% cuente con internet, una parte importante de las organizaciones trabaja directamente en campo y la modalidad virtual no es suficiente para cumplir con sus objetivos, además la brecha digital en cuanto infraestructura y capacitación puede hacerse mayor frente a otros sectores (público y privado).
A pesar de los retos mencionados, la participación ciudadana, aunque suene difícil, no ha sido imposible en esta nueva normalidad. Como ejemplo, durante la pandemia ha sucedido cuándo los ciudadanos se han organizado para cumplir y hacer que otros cumplan con las medidas sanitarias, a través de campañas masivas en las redes sociales.
Asimismo, la democracia se enfrenta al reto de que, tal como lo indica la Académica e Investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California, Alejandra Leonor Salado Íñiguez, en esta situación de emergencia sanitaria, en aras de cuidar su salud de la amenaza que implica el COVID-19, la ciudadanía esté dispuesta a renunciar a ciertas libertades y derechos que ha costado mucho ganar, tales como los político-electorales o los espacios en materia de participación ciudadana.
La esperanza de las instituciones democráticas y partidos políticos es que las elecciones federales y locales en México, el próximo 06 de junio del 2021, no se vean afectadas y el inicio de la vacunación, así como el aseguramiento de las medidas sanitarias en los módulos de votación, principalmente el de sana distancia, inviten a la población a ir a votar ese día.
Podría decirse que, para no erosionar la participación ciudadana en los comicios, los recursos digitales podrían ser una solución, así como las reuniones de trabajo, conferencias, foros y todas las actividades profesionales producto del ingenio para encontrar solución en las tecnologías, sin embargo, en 2018 el Latinobarómetro reportó que solo 28 por ciento de los latinoamericanos tenía alguna o mucha confianza en la institución electoral de su país, una caída de 23 puntos desde 2006. Esto es, existe una alta probabilidad de que, en América Latina, la introducción de mecanismos especiales (digitales o a través del internet) para votar sería percibida como una amenaza y con desconfianza.
Por lo anterior, podemos estar seguros de que, para que la participación ciudadana tenga lugar se necesita que sea en ambos sentidos, es decir, que tanto la sociedad civil se haga presente en los medios electrónicos o de internet, como el gobierno responda a esta presencia y solicitud de participación, facilitarle a la ciudadanía e invitarla a continuar haciéndolo. A inicios de la pandemia, el Presidente de la República afirmó que la participación del pueblo, era eje de la estrategia contra COVID-19; al señalar que no fueron necesarios el uso de la fuerza, toques de queda, sino decisión consciente y voluntaria de los mexicanos/as de permanecer en casa y seguir al pie de la letra las indicaciones de la autoridad sanitaria.
Recordemos que el distanciamiento puede ser físico, pero no social, podemos seguir conectados con la ventaja y privilegio que implican las tecnologías y redes sociales y que es responsabilidad de todos/as propiciar el uso de éstas para que la participación ciudadana se mantenga vigente en fortalecimiento a nuestra democracia.
Mtro. Jorge Alejandro Neyra González.
Representante Propietario del Partido Fuerza por México ante el Consejo General del IEEM.
Las instituciones democráticas en medio de la crisis COVID-19
Concebidas como “el pilar de las democracias modernas”, las instituciones representan el conjunto de normas y prácticas organizadas insertadas en estructuras que deberían ser permanentes y fuertes ante los cambios negativos que las amenacen. Ahora bien, si las instituciones son parte y característica de un régimen democrático, también definen la forma en que se dirige un gobierno democrático.
La confianza en las instituciones democráticas ha sido cuestionada, desde sus inicios o creación, luchando por el reconocimiento de su trabajo. De acuerdo con el Latinbarómetro, estudio de opinión pública que recopila anualmente alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de América Latina y el Caribe, en 2018, 3 de cada 4 personas tenían un juicio negativo sobre la vida política en su país o el funcionamiento de dicho sistema.
Sin embargo, la crisis de salud que estallara a inicios del año 2020 en todo el mundo, resultó ser un parteaguas, sin precedentes, que ha significado no solamente cambios en el estilo de vida, pero también serias consecuencias en la economía.
Inevitablemente, los estragos en el bienestar de las personas, los problemas sociales y económicos a los que se enfrenten, han contribuido a que la ciudadanía de muchos países, incluyendo a México, hayan puesto en tela de juicio la credibilidad de las instituciones en las que confiaban o, en su caso, sigan haciéndolo. El Banco Interamericano de Desarrollo señaló que la crisis del Covid-19 podría poner en riesgo la democracia y sus expresiones como el voto, derechos civiles y protestas y, como consecuencia, la confianza en las propias instituciones democráticas.
Como ejemplo de lo anterior, las críticas y cuestionamientos acerca de la capacidad de respuesta de los gobiernos ante la actual crisis de salud, significa una pérdida de confianza en las instituciones de salud, y otras, formadas a partir de un sistema democrático. Se convertirá en un círculo vicioso en el que la inevitable recesión económica, desempleos y medidas de austeridad, inseguridad, consecuencia de la pandemia, cuarteará la confianza en las instituciones actuales, aunado al mínimo histórico del 2018, siendo un duro golpe para las instituciones democráticas.
La posposición de votaciones en América Latina (12 elecciones reprogramadas: los comicios presidenciales en Bolivia y República Dominicana —finalmente celebrados el 5 de julio— y el plebiscito constitucional en Chile) y en otras partes del mundo, más de 70 países y jurisdicciones subnacionales postergaron eventos electorales de todo tipo y más de 50 los han llevado a cabo en condiciones de pandemia.
Lo anterior, pudo generar incertidumbre y hasta descontento, sin estar conscientes de la verdadera emergencia sanitaria que se estaba viviendo, creyendo que era un plan articulado de los gobiernos para alterar las elecciones a su conveniencia.
Si bien es cierto que los gobiernos totalitarios y autoritarios se caracterizan por restricciones en el ejercicio de los derechos humanos, las actuales medidas de contención del virus: cuarentenas, suspensión de concentraciones masivas y actos públicos; suspensión de la jornada laboral y comercial, distanciamiento social, toques de queda, cierre de fronteras nacionales e internacionales, paralización de la actividad económica, movilización de fuerzas militares y policiales, han sido necesarias para salvaguardar la salud y vida de las personas; por lo que, una comprensión de la urgencia de adoptar estas medidas, y su temporalidad, no debería minar la confianza en las instituciones democráticas que hicieron los pronunciamientos y dieron indicaciones a su población.
Aunado a lo anterior, las teorías conspiratorias que circulan en las redes sociales acerca de que el COVID-19 sea una mentira o engaño, para controlar a las masas, dificulta el acatamiento de las medidas de contención del virus, antes mencionadas; poniendo una vez más en desventaja la credibilidad de las instituciones democráticas.
En este escenario, los gobiernos elegidos por la vía democrática podrían contrarrestar el sentimiento de desconfianza, surgido o acrecentado durante esta pandemia, promoviendo las reuniones virtuales con la población para la atención de sus necesidades o solicitudes, con organizaciones civiles, innovando en los mecanismos que posibiliten los eventos electorales, asegurando en la ciudadanía el interés de sus instituciones para que se lleven a cabo.
El partido Fuerza X México se compromete a que, mientras tengan vigencia las medidas para combatir la pandemia, continuar con ellas, por la salud de las mujeres y hombres en igualdad, que garanticen sus derechos humanos y, además, un acercamiento y contacto, con sana distancia y virtual, para escuchar sus inquietudes, lo que quieren de nuestras candidatas y candidatos y así, asegurar que nuestro plan de trabajo vaya acorde a lo que la gente quiere y a cumplir con sus verdaderas necesidades.
Recordemos que las instituciones democráticas son base de la democracia, la cual, de acuerdo al Artículo 40.- de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental; por lo que debemos defenderla de aquellos miedos que la amenacen.
Mtro. Jorge Alejandro Neyra González.
Representante propietario ante el Consejo General del IEEM.