La capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres en serio; rumbo a la paridad sustantiva de género
Escrito por Sandra López BringasDe acuerdo con los bloques de constitucionalidad, convencionalidad y legalidad vigentes en el Estado Mexicano, los hombres y las mujeres somos iguales ante la ley, y cabe precisar, iguales en todos los aspectos de la vida (en lo social, económico, laboral, familiar, político, etc.).
No obstante, el reconocimiento jurídico en comento, la realidad social y política de México denuncia brechas de género antidemocráticas que son producto de un pasado inaceptable pero que, al mismo tiempo, representan los desafíos del futuro para lograr la tan anhelada y legitima igualdad de género en todos los ámbitos de la vida pública y privada del país.
Así, en materia electoral hemos pasado del sistema de cuotas al actual sistema paritario en el registro de candidaturas, lo que representa en sí mismo un gran paso democrático. En efecto, la ley electoral establece que es derecho de la ciudadanía, y obligación para los partidos políticos, la igualdad de oportunidades y la paridad entre mujeres y hombres para acceder a los cargos de elección popular. Por su parte, las autoridades electorales del país, tienen la obligación de vigilar que dicho mandato se cumpla.
Sin embargo, para lograr la paridad sustantiva en materia electoral, es indispensable que los partidos políticos, en tanto entidades de interés público, lleven a cabo una adecuada y eficiente capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres. Ello habida cuenta de que, para tal fin y por mandato legal, los partidos políticos nacionales y, en el caso particular de los partidos con acreditación en el Estado de México, tienen la obligación de destinar anualmente, por lo menos, el 3% de su financiamiento público ordinario.
Por ello, el INE aprobó el Protocolo para la implementación de buenas prácticas en el ejercicio de los recursos del gasto programado: capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres.[1] El objetivo de este instrumento es establecer criterios de orientación y pautas de actuación para los partidos políticos nacionales y locales, a fin de que cumplan eficientemente con la planeación, ejecución y comprobación de los recursos destinados a dicha actividad.
De esta manera, los proyectos partidistas que integren los respectivos programas deberán contener, por lo menos, aspectos relacionados con: perspectivas de género, acciones afirmativas, avances y empoderamiento de las mujeres, igualdad sustantiva, así como desarrollo y promoción del liderazgo político femenino.
Cabe precisar que el Protocolo define al empoderamiento de las mujeres como el proceso por medio del cual transitan de cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación, explotación o exclusión a un estadio de conciencia, autodeterminación, autonomía e independencia el cual se manifiesta en el ejercicio del poder democrático que emana del goce pleno de sus derechos y libertades. En este sentido, lo relevante de este instrumento es que proporciona parámetros conceptuales objetivos y eficaces para poder medir el desarrollo del liderazgo político de las mujeres.
En suma, lo que debemos construir entre todos y todas, es la igualdad de oportunidades para el desarrollo político de las mujeres, su acceso al poder público y la participación en los procesos de toma de decisiones. Por ende, debemos erradicar cualquier práctica de simulación que se pueda suscitar al interior de los partidos políticos, como el fingir gastar dinero en la capacitación de las mujeres o incluirlas en la toma de decisiones en cargos de poca importancia, o peor aún, postulándolas como candidatas en lugares donde los partidos nunca han ganado.
Al respecto, conviene recordar que la marcha feminista del pasado 8 de marzo y el paro del 9 siguiente, movimientos unificados de mujeres sin precedentes en el país, dan cuenta del reclamo por una igualdad de género y de que en México es impostergable el cambio social y político de la mujer.
Por ello, instrumentos como el Protocolo aprobado por el INE contribuyen al fortalecimiento de la institucionalización y transversalización, en todos los ámbitos de gobierno, del liderazgo político de las mujeres, cuya meta final, al menos en este rubro, es la paridad sustantiva de género; y eliminar con esto, las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres.
[1] El Protocolo puede ser consultado en: https://www.ine.mx/protocolo-la-implementacion-buenas-practicas-ejercicio-los-recursos-del-gasto-programado/