La democracia en 2020 no sólo encontró soluciones a la pandemia por Covid-19, también, abrió su propia brecha en materia de herramientas digitales, ya que las sociedades contemporáneas requieren de una estabilidad que brinde a los ciudadanos la confianza necesaria para la edificación de un futuro mejor. No es para menos, el reto del Coronavirus bien pudo resquebrajar al mundo, tornándose en una excusa para que grupos anti-democráticos pusieron en jaque el orden en todos sus rubros, afortunadamente, ni en las horas más oscuras, la democracia se debilitó, por el contrario, se convirtió en una garantía de gobernabilidad.
De Europa a América Latina, pasando por Estados Unidos, donde se llevó a cabo la elección más concurrida de la historia de ese país, la democracia se mantuvo como un pilar fundamental para la conformación de la paz. Naciones que ante la pandemia optaron por colocar en cuarentena obligatoria a la población, como Francia, Italia o España, mantuvieron un orden gracias a la confianza que dichos estados democráticos emanan en su gente, al grado que el mes pasado, los galos no chistaron en regresar al confinamiento ante el repunte de los contagios por Covid-19. Ese momento fue clave para la Unión Europea que comienza a ver al Primer Mandatario francés, Emmanuel Macron, como el sucesor de la canciller alemana, Angela Merkel, al frente de la UE, quedando de manifiesto la solidez de la democracia en el Viejo Continente.
Cruzando el océano Atlántico, resultó una grata sorpresa en la Unión Americana constatar la fuerza del voto por correo, que, pese a las críticas del todavía mandatario estadounidense, Donald Trump, se tornó en una respuesta para sufragar en la era pandémica. Tanto este mecanismo como el voto anticipado lograron solventar y refortalecer a la democracia del vecino del norte, ya que permitió a la ciudadanía ejercer su derecho y no caer en el conformismo de hace cuatro años, que terminó por dar el triunfo al magnate republicano.
El candidato demócrata, Joe Biden (una figura política un tanto opaca), debe su triunfo en las elecciones presidenciales norteamericanas justo a ese mecanismo, el del voto a distancia. Igualmente, sin una confianza del electorado en la democracia, esto no hubiera sido posible, aunque el mundo sigue y seguirá mirando con extrañeza el sistema de elecciones en la nación de la bandera de barras y estrellas, en que estados pequeños poseen una gran cuota de colegios electorales y estados de mayor población una pequeña representatividad, de tal forma que no es necesario obtener el voto popular para vencer.
Por su parte, países donde hubo menos rigidez en la etapa de confinamiento, como el nuestro, se ha mantenido la gobernabilidad en espera de que estén listas las vacunas contra el Coronavirus. En ese sentido, la democracia jugará también un papel destacado para que el remedio llegue a todos los habitantes del planeta, empezando por las clases bajas, las cuales requieren un suministro gratuito de la dosis, por lo que será menester de los regímenes democráticos atender a la población y brindar el derecho universal a la salud, y ya de paso, desarrollar un crecimiento económico, tecnológico y educativo que afiance las lecciones aprendidas durante esta difícil situación.
Diversos críticos de la democracia, los cuales exigen mano dura o un control excesivo en la población, o han llegado a describirla como “frágil”, deberían también analizar la otra cara de la moneda, es decir, sin ésta, la civilización hubiera caído en un descontrol absoluto, en la multiplicación de poderes dictatoriales, en desinformación, de hecho, organismos como Naciones Unidas han establecido cierto orden en la coordinación global contra la pandemia, incluidos llamados a la transparencia para que cada país informe sobre los casos de contagio en sus fronteras.
También, la democracia continuó su andar gracias al surgimiento de aplicaciones digitales de comunicación, que igualmente aportaron su grano de arena para evitar un caos, en gran medida a que mantuvieron comunicados a individuos, familias, empresas, organismos, países, todo en aras de mantener un ritmo de estabilidad. En una década como los ochenta, en la que el teléfono fijo y la TV eran los principales modos de comunicar, hubiera sido imposible coordinar de manera eficaz y rápida los esfuerzos contra la enfermedad.
El deceso de millones de seres humanos en este duro año es por demás aberrante. Sin embargo, en recuerdo de ellas y ellos, en honor a médicos y expertos en la salud, en homenaje a periodistas, científicos y creadores tecnológicos, debemos, como ciudadanía y partícipes de una comunidad, seguir gestando democracias que brinden luz ante el miedo. El tiempo lo dirá, pero es muy seguro que, si la humanidad sigue caminando a pesar del temor, es porque confió en los valores de las sociedades participativas y plurales.