¡NUNCA MÁS SIN NOSOTRAS, TODAS Y TODOS TENEMOS EL MISMO VALOR!
Escrito por Laura Daniella Durán CejaHace poco más de seis décadas, el país fue testigo de un cambio de pensamiento, se transformó la vida de miles de mujeres en el país al prever en nuestra Constitución Federal que todos y todas -por igual- tendríamos el derecho a votar y ocupar los diversos cargos de elección popular.
Es en la década de los 50´s cuando –por primera vez- cientos de miles de personas acudieron a las urnas a emitir el sufragio y decidir a quiénes los representarían en distintos órdenes de gobierno.
Así, durante varios años estos esfuerzos empezaron a dar frutos, incluso, recordemos que, en las pasadas elecciones, miles de mujeres compitieron por algún cargo de elección popular en igualdad numérica con los hombres. Esto tuvo como resultado que un gran número de ellas hoy formen parte de la vida pública (destacando que en varios de estos poderes del estado están integrados de forma paritaria 50%-50%).
De esta manera, distintas voces, se han ido escuchando, de forma pacífica, ordenada, progresiva y en una sana convivencia, con un único fin.
Ejemplo de ello, también es lo ocurrido hace un par de días en el Senado de la República, al ser aprobada por unanimidad de votos una reforma Constitucional que permite el empoderamiento de las mujeres, toda vez que se dispone que todos los órdenes y niveles de gobierno se deben dar en condiciones de igualdad. Esto quiere decir que en todos ellos, sin distinción, deberán estar integrados en paridad. De ahí que, de culminar– el proceso legislativo que se establece para este tipo de reformas, en este mismo sentido, las mujeres podrán estar en la esfera pública tanto como los hombres.
Permítanme resaltar que estos acuerdos se lograron con el consenso de todas las fuerzas políticas, además del esfuerzo y aportaciones de todas y todos por igual, lo cual refleja una madurez como sociedad para generar las mismas oportunidades para todas y todos, sin ningún tipo de distinción.
Este tipo de reformas nos aquilata como grandes mexicanas y mexicanos y nos permite estar orgullosos, pero debemos entender que sólo es el comienzo hacia una verdadera igualdad (llamada por algunos como sustantiva). Para ello es necesario continuar con este esfuerzo; eliminar cualquier obstáculo que impida que sean escuchadas; romper y evitar cualquier tipo de discriminación; y jamás dar un paso atrás.
Si bien, estos pasos resultan trascendentes, también nos invitan a la reflexión, pues ahora tenemos un deber de hacer seguir empoderando a todas las mexicanas; no sólo aquellas que se desarrollan en la esfera pública.
Es momento de re-pensar y voltear a ver y escuchar aquellas mujeres que se encuentran en prisión, y que por este simple hecho son señaladas duramente por la sociedad; a las indígenas, muchas de ellas que sólo hablan su lengua materna, más no el español, lo cual dificulta su interacción en la vida cotidiana; las profesionistas, que buscan tener los mismos derechos laborales que sus compañeros de trabajo; entre miles más, con sus propias condiciones y particularidades.
En fin, hagamos conciencia de su situación y hagamos la diferencia; seamos un referente en la protección de los Derechos Humanos de cada una de las personas que vivimos en este país, demostremos que podemos trabajar, convivir y desarrollarnos de forma igualitaria, sin distinción alguna; pero sobre todo nunca olvidemos que:
¡NUNCA MÁS SIN NOSOTRAS, TODAS Y TODOS TENEMOS EL MISMO VALOR!