Nueva York nos demostró que la apatía en las urnas se responde con propuestas atractivas
El pasado martes 4 de noviembre, presenciamos unas elecciones especiales en Estados Unidos que abrieron múltiples frentes de análisis, pero que invitan a interpretaciones cautelosas sobre el posible fortalecimiento del Partido Demócrata. De entre los muchos comicios celebrados ese martes, me referiré concretamente a la elección por la alcaldía de la ciudad de Nueva York y la Proposition 50 (PROP 50) como medida sometida a votación en California.
Nueva York estuvo a la altura de una obra de Broadway electoral. Zohran Mamdani, después de enfrentarse atípicamente a otras dos candidaturas, será el primer musulmán en gobernar esa ciudad. Con una agenda congregadora de intereses transversales, capturó el voto de personas latinas, afroamericanas, jóvenes y de clase trabajadora que se sintieron apeladas con un discurso centrado en asequibilidad –guarderías y autobuses gratuitos, y congelación de alquiler en departamentos con renta estabilizada–. Mamdani logró en las urnas lo que hace mucho no veíamos. Aunque juntó para su campaña aproximadamente $30 millones de dólares menos que su principal contrincante, ganó con una holgura inimaginable. Obtuvo 50.4% de los sufragios, casi 10 puntos arriba del candidato independiente que quedó en 2º lugar. El candidato republicano se quedó muy lejos, con 7% de las preferencias.
Por su parte, California sentó las bases para una re-edición del uso del gerrymandering. Para contrarrestar la redistritación partidista en Texas que le garantiza cinco asientos extras al Partido Republicano en el congreso local, el gobernador de California, Gavin Newsom, impulsó la misma estrategia en su estado: cambiar la geografía electoral para garantizar cinco asientos demócratas en California. Esta suerte de “ojo por ojo” implica abandonar temporalmente los comités independientes que trazan los límites distritales en California para avanzar a una geografía deliberadamente diseñada para favorecer al Partido Demócrata. Dos de cada tres votantes respaldaron la PROP 50.
Más allá de que este resultado nivele el escenario político, genere reciprocidad entre las estrategias de los partidos y abone a la construcción de la candidatura presidencial para Newsom, lo cierto es que la afectación a la integridad electoral es lamentable. Todos los estándares internacionales obligan a construir las demarcaciones territoriales a partir de criterios objetivos e insesgados. Texas y California dan un paso atrás.
La forma de hacer política está cambiando. Nueva York nos demostró que la apatía en las urnas se responde con propuestas atractivas para el votante mediano, con políticas cercanas a la realidad y con la movilización de las juventudes. Por su parte, California se posiciona como un faro demócrata con un liderazgo que podría dar guía al naufragio partidista de los últimos años al tiempo que nos enseñó cómo la innovación en el uso de herramientas políticas de antaño genera interés en el electorado.
Aunque estos logros no son menores, especialistas han enfatizado la importancia de tomarlos con precaución. Si bien la aprobación del presidente Trump va a la baja, el buen desempeño del Partido Demócrata en elecciones especiales e intermedias no es una sorpresa. Pero eso no siempre ha sido buen augurio para elecciones de mayor calibre. Aunque la literatura especializada ha encontrado que estas elecciones muchas veces funcionan como termómetros prospectivos para la carrera por la presidencia, esto no siempre se confirma. La realidad indica que las elecciones locales de mitad de término siguen una lógica distinta en la que se priorizan los problemas y las candidaturas locales sobre perfiles de candidaturas con alcance nacional y aspectos que trastocan lo federal.
Será importante analizar los resultados electorales de 2026 y 2028 de Estados Unidos a la luz del desempeño demócrata en las elecciones especiales del pasado martes. Parece ser que el partido azul está logrando posicionarse frente a un candidato anti-establishment que ha desestabilizado y cambiado la política mundial. Un cambio de paradigma en los próximos años en nuestro vecino del norte tiene un potencial desmovilizador para el fortalecimiento de la ultraderecha alrededor del mundo; lo contrario podría propagarlo. Tocará mantenernos vigilantes y aprender otras formas de promover la educación cívica y la participación ciudadana: ésas que resultan de cercanía a los ideales de los institutos políticos y que, de forma renovadora, despiertan el interés de las personas votantes.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
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