Desde hace tres décadas, en México dejamos de preguntarnos cómo sucede. Cuando llegamos a la casilla en la que nos toca votar, encontramos siempre una boleta por cada uno de los cargos que nos toca elegir. Y no se acabarán, independientemente de a qué hora nos presentemos.
Las y los funcionarios de casilla también encontrarán los documentos listos para hacer su trabajo. Habrá listados nominales con la fotografía de todas las personas convocadas a sufragar; actas para asentar los resultados; formatos para escribir los incidentes e, inclusive, manteletas que nos muestran cómo ordenar las papeletas para facilitar el escrutinio al final del día.
Pero el hecho de que ocurra en forma periódica e ininterrumpida no nos debe confundir. La logística que involucra que estos documentos lleguen a tiempo a casi cien millones de destinatarios es una hazaña muy compleja que sólo se logra con una planeación muy cuidada, controles estrictos y trabajo en equipo. Si cualquiera de esos componentes falla, toda esa maquinaria diseñada para captar la voluntad ciudadana en un solo día sería inútil.
En un contexto polarizado, como el que ha envuelto algunas de las discusiones asociadas al proceso electoral 2025 por el que se elegirán personas juzgadoras, se hace necesario recordar los basamentos de ese proceso organizativo. Es interesante el modelo de optimización, pero sobre todo es fundamental explicar que todo está orientado a garantizar la integridad del proceso electoral. No sobran ni faltan boletas porque hay controles en cada trecho del camino, todo dispuesto para que la ciudadanía pueda confiar en sus procesos comiciales.
Pongamos el caso del Estado de México, la entidad más poblada del país. Este año se producirán 51.5 millones de boletas: casi cuatro veces más que en la elección 2023. Aunque el volumen es elevado, no se escatimó en garantizar su autenticidad. Se imprimen en papel seguridad y se incluyen diez marcas de seguridad en la impresión, lo que las hace infalsificables.
Pero para mayor control, ayer aprobamos dos ejercicios de verificación muestral. Cada uno de los 18 órganos desconcentrados del IEEM será responsable de verificar que las boletas y actas que les fueron suministradas cuenten con las marcas de seguridad, para confirmar su autenticidad. Lo mismo se hará el día de la jornada en una selección aleatoria de casillas.
La integridad de la documentación es tan importante que su custodia inicia desde el proceso de producción. Se producen en plantas que tienen un adecuado control de sus residuos y en presencia del IEEM, para garantizar que la cantidad producida corresponde con la requerida.
Ayer inició una actividad compleja. Durante nueve días, 35 camiones y camionetas trasladarán 148 toneladas de documentación desde la planta de producción hasta los órganos desconcentrados del IEEM.
Todos los vehículos viajan perfectamente cerrados y custodiados por personal del Instituto, así como por las autoridades de Seguridad Pública. Además, las cantidades se vuelven a verificar cuando llegan a su destino.
La cadena de custodia está en marcha. Esto hace trazable dónde estuvo cada boleta desde su producción hasta el momento en que los votos llegan a su destino para ser computadas y almacenadas en bodegas seguras.
El sistema electoral mexicano es uno de los más robustos del mundo, precisamente porque parte de la mutua desconfianza entre los actores políticos. Para contrarrestarla, promueve controles ciertos y objetivos en cada etapa de la elección. Ello asegura que el voto libre, seguro y auténtico sea la fuente de legitimidad de la representación popular.
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