Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate
Faltan menos de dos semanas para una de las elecciones más trascendentes para la geopolítica mundial y los resultados todavía son impredecibles. Desde hace unos días, las casas de apuestas dan como favorito al expresidente Donald Trump, mientras que las de encuestas arrojan empates técnicos entre la Vicepresidenta Kamala Harris y el referido candidato republicano.
Las primeras tienen un poder predictivo limitado. Esto es así porque los momios dependen de las estimaciones de las y los apostadores, quienes no necesariamente son representativos de la población. Además, los mercados de apuesta pueden ser deliberadamente manipulados por quienes detentan el capital. Una muestra de lo erradas que pueden estar las tendencias en los centros de juego está dada por la elección 2016, pues el lunes previo a la jornada daban 75 puntos porcentuales de ventaja a Hillary Clinton sobre Donald Trump.
Las encuestas tienen, por supuesto, una mucho mejor capacidad de reflejar las preferencias de la ciudadanía. No sólo se conoce la fuerza de una y otra candidatura, sino también el tamaño del error estadístico. Es en este punto donde las elecciones estadounidenses se vuelven más difíciles de modelar.
Las características del sistema electoral de Estados Unidos hacen compleja cualquier estimación. La presidencia no la gana quien más votos ciudadanos obtiene, sino quien logra 270 votos en el “Colegio Electoral”. Este cuerpo colegiado se integra por 538 representantes electos por el voto popular en las entidades federativas. Cada estado elige entre tres y 54 integrantes del órgano que decide a la o el próximo Presidente, de manera que su composición es una imagen inexacta del electorado.
Así, en 1968, 2000 y 2016 –por citar algunos ejemplos– la candidatura que obtuvo más votos ciudadanos no fue la que resultó electa en el Colegio. Hay sesgos provocados por el número de integrantes que aporta cada entidad, así como por la regla comúnmente usada de que el partido que gane en cada estado propone a la totalidad de integrantes del Colegio que le correspondan. Ello, sin importar con qué margen obtenga su mayoría.
Para quienes observamos desde fuera, ese método indirecto de elegir Presidenta/e es inexplicable. De hecho, desde su adopción en 1787, se registran alrededor de 900 esfuerzos infructuosos por abolir este mecanismo.
Lo cierto es que estas iniciativas no han prosperado porque la fórmula del Colegio Electoral está bastante arraigada en la historia política de nuestro vecino del norte. Es, por un lado, el equilibrio que lograron Nacionalistas y Confederacionistas para mantener políticamente unidos a los estados. Por el otro, refleja el temor compartido por algunos de los fundadores respecto de las decisiones que pudiera tomar la mayoría. En 1788 Hamilton describió que les causaba malestar que “el Ejecutivo sólo dependiera para su permanencia de la voluntad del pueblo … [ya que]… podría verse en la necesidad de sacrificar su deber a la complacencia”.
Es, derivado de ese sesgo que provoca la elección indirecta a través del Colegio, que en las últimas semanas ambas candidaturas han enfocado sus esfuerzos sólo en aquellos estados que permanecen en disputa. Ahí donde no hay una preferencia definida, cambios marginales pueden hacer que la representación de Colegio se mueva en cualquier dirección. Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin están en esa circunstancia y concentran al 17% del potencial para elegir representantes del Colegio.
No será extraño ver en los próximos días que una y otro candidato destinen cantidades millonarias de recursos para generar adeptos en esos estados, donde podría definirse la elección. Habrá que estar pendientes, también, de la eventual propagación de noticias falsas y guerras mediáticas que, en los días previos a una jornada electoral, se suelen intensificar cuando vislumbran un empate.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
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