Un número elevado de reaperturas no significa necesariamente que haya inconsistencias
Dice un viejo proverbio ruso que las telas se deben medir siete veces, ya que sólo se pueden cortar una vez. En efecto, cuando las cosas son importantes es necesario hacer todas las pruebas de validez que sean necesarias antes de que los eventos cobren definitividad.
Lo mismo pasa con los votos. Antes de que se expidan las constancias de mayoría, es preciso asegurar que las cuentas están bien hechas y reflejen nítidamente la voluntad del electorado. Por eso a nadie debe sorprender que en los últimos días se hayan escuchado anuncios en el sentido de que las autoridades electorales recontarían votos depositados en las urnas. Este mecanismo es una de las mejores salvaguardas de la integridad de los resultados finales y brinda mayor legitimidad a los gobernantes electos.
En el nivel federal y en el de las entidades federativas el procedimiento es bastante similar. Al finalizar la jornada de votación
las y los funcionarios de casilla cuentan los sufragios depositados en la urna. Si bien lo hacen frente a las representaciones partidistas, quienes hacen la clasificación (escrutinio) y el conteo (cómputo) son ciudadanos escogidos al azar. Esa misma noche
las actas son capturadas y digitalizadas para poder ser consultadas por la ciudadanía. Sus resultados son muy ágiles, pero no son verificados, por lo que no se les puede dar validez oficial. A pesar de ello, el Programa de Resultados Preliminares suele ofrecer datos bastante confiables. En el caso del Estado de México, por ejemplo, los datos al momento arrojan que el 99% de las candidaturas que ganaron en los cómputos definitivos lo hicieron en el PREP.
Los que sí son oficiales son los cómputos distritales y municipales que a nivel federal y en casi todas las entidades federativas inician el miércoles siguiente a la elección. Y es justo aquí donde están los mejores controles de la autenticidad de los resultados. Al establecer un catálogo cierto de causales de recuento, se evita que éstos sean producto de la negociación política y la intimidación. Los paquetes se abren cuando cumplan los requisitos.
Un número elevado de reaperturas no significa necesariamente que haya inconsistencias en el proceso. Se puede tratar de errores aritméticos, pero también a problemas comunes como que la copia sea ilegible. En el Estado de México, por ejemplo, se recontó el 17% de las casillas, lo que lejos de incomodarnos nos permite garantizar que se tuvo un doble control para asegurar que su voluntad es fielmente traducida a los resultados finales.
Como todos los actos electorales, los cómputos distritales y municipales son susceptibles de ser impugnados. Si, a pesar de la doble revisión, alguno de los actores políticos siente que su derecho ha sido violado, puede recurrir a los tribunales. Como en el proverbio ruso, los resultados electorales en México son confiables porque se les mide tantas veces como sea necesario para garantizar que reflejan debidamente el voto popular.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA
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