La violencia electoral desde la experiencia internacional
Escrito por Amalia Pulido GómezEl caso colombiano es uno de los más estudiados a la hora de analizar la interacción entre violencia
El caso colombiano es uno de los más estudiados a la hora de analizar la interacción entre violencia y elecciones. Luego de más de 50 años de conflicto, Colombia se ha convertido en un referente internacional en el manejo de la violencia política electoral y restauración a víctimas.
En ese sentido, es de gran utilidad revisar estos aprendizajes, ante el crecimiento en la región de la inseguridad y de los crímenes contra políticos, líderes sociales o activistas. Dedicaré estas líneas para reflexionar en torno a sus principales aportaciones.
El primer elemento por destacar son las circunscripciones transitorias especiales de paz (CITREP). En 2022, por primera vez y luego de los Acuerdos de Paz firmados entre el Gobierno y las FARC-EP, la ciudadanía colombiana votó por 16 asientos reservados para víctimas del conflicto armado. Algunos de estos territorios no habían tenido comicios en décadas, ante el riesgo de reactivar la violencia.
El reto era doble: garantizar una elección en paz e impedir simulaciones en las candidaturas. Debía asegurarse que estos escaños realmente sirvieran a personas vulneradas durante estos periodos de confrontación. Esto es clave para lograr una realidad política libre de violencia.
Otro aspecto tiene que ver con la logística electoral. El diseño de planes como el “Ágora II” o el “Democracia” son buenos ejemplos. En 2022, mediante la Unidad Nacional de Protección, se establecieron poco más de 4 mil esquemas de protección a candidaturas.
Además, contaron con una Unidad de Recepción Inmediata para la Transparencia Electoral (URIEL), instancia encargada de recibir y dar seguimiento al trámite de las denuncias por violencia política electoral.
También es un ejemplo internacional en materia de colaboración institucional. La URIEL está conformada por el Ministerio de Defensa Nacional, la Policía Nacional, la Unidad de Información y Análisis Financiero, entre otras. Fuera de Colombia, también hay líneas de acción útiles contra la violencia.
Las nuevas modalidades de votación en México son una de ellas. El voto por correo o el electrónico por internet ayudarían a evitar congregaciones que supongan un riesgo de seguridad. También, impedirían que el miedo afecte los niveles de participación en zonas con alta incidencia delictiva. El voto desde el extranjero ha ofrecido valiosas experiencias. Vale la pena explorarlas en territorio nacional.
En el Estado de México, junto con diversas estrategias de gestión de riesgos, estamos impulsando la creación de enlaces directos entre vocalías ejecutivas y las coordinaciones regionales de las autoridades de seguridad. La comunicación es clave para respuestas oportunas.
No son pocos los países en los que las elecciones se desarrollan en contextos de violencia o inseguridad. De ahí la importancia de difundir buenas prácticas internacionales y seguir diseñando mecanismos domésticos para la coordinación. Aún con todas sus áreas de oportunidad, el caso colombiano brinda ideas que vale la pena estudiar y analizar para generar espacios seguros para el ejercicio de derechos político-electorales.
POR AMALIA PULIDO
Presidenta del Instituto Electoral del Estado de México
@pulido_amalia
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