En México pasa casi desapercibido, pero cada 15 de septiembre la comunidad internacional conmemora un valor estrechamente relacionado con la independencia política de las naciones: el Día Internacional de la Democracia. Se trata de una coincidencia que vale la pena resignificar.
La independencia y la democracia son complementarias en muchos aspectos. Aun las definiciones más minimalistas del régimen democrático requieren el ejercicio pleno de las libertades de asociación, organización y expresión; medios de comunicación independientes; elecciones libres y justas, e instituciones fuertes que sean capaces de regular y controlar al poder público.
Sin embargo, el rasgo distintivo de la democracia es su reconocimiento de la independencia individual. Un régimen democrático no sólo debe reconocer y respetar los derechos ciudadanos, sino que además debe generar la condiciones materiales y garantías para su realización.
Por eso son preocupantes los resultados que la semana pasada arrojó en su Informe 2021/2022 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Por vez primera en la historia, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) retrocedió durante dos años consecutivos a nivel global. Este indicador mide la situación de la salud, educación y condiciones de vida de las personas. En el 90% de los casi 200 países estudiados, el IDH cayó.
La historia nos muestra que la acción colectiva ha logrado remontar coyunturas adversas. Sin embargo, hay que ser cautos: el Informe PNUD prende focos rojos sobre dos temas. Por un lado, la mayor parte de los países del mundo han perdido calidad en su democracia, comparados con tan sólo hace diez años. Por el otro, se registra un incremento sistemático y global en la polarización política, lo que incrementa la división con quienes piensan distinto y complica las vías para la cooperación.
En el caso de México puede ilustrar la paradoja que encierran estos datos. Nuestro país ocupa el lugar 86 en el ranking de desarrollo humano, por debajo de Trinidad y Tobago, República Dominicana y Perú. Ello sugiere un llamado urgente a la cohesión, en torno a los valores de la democracia y sus instituciones.
Decía Amartya Sen, aquel Nobel de Economía, que la democracia, además de tener un valor por sí misma, tiene un valor instrumental para definir y expresar libremente nuestras necesidades, de forma individual y colectiva. Su fortalecimiento requiere – también - que las instituciones públicas promuevan políticas de desarrollo humano y protejan la libertad y la dignidad de todas las personas.
El 15 de septiembre en México conmemoramos el inicio de la lucha armada por independencia política de nuestro país. Al mismo tiempo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Democracia. Los datos y la realidad global nos muestran que retrocedimos mucho en las dos materias. Tenemos mucho por recuperar en México y en el mundo, en nuestro camino por una democracia universal y plena.
POR AMALIA PULIDO
PRESIDENTA DEL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE MÉXICO
@PULIDO_AMALIA