El derecho a la intimidad sexual frente a la violencia digital
Escrito por Lilibeth Álvarez RodríguezLa violencia digital hoy más que nunca es un problema sistémico y estructural, el mundo virtual es el escenario propicio para que los diferentes tipos de violencias y las consecuencias que podemos sufrir las mujeres se vea materializado gracias a la vorágine de la gran cantidad de información que existe o el fácil intercambio y difusión de la misma a través de internet o redes sociales.
La accesibilidad de la información y el uso de la tecnología en nuestra vida cotidiana permite que las desigualdades se vean reflejadas. En la actualidad y culturalmente sigue predominando el poder y la dominancia masculina en el ámbito sexual, así como estereotipos sexistas; nos guste o no históricamente las mujeres llevamos una gran carga relacionada con el físico pues nuestra validación como personas ha estado fuertemente vinculada a que tan atractivas somos.
En este sentido, los actos de acoso, hostigamiento, amenazas, insultos, mensajes de odio, vulneración de datos o información privada realizados mediante el uso de tecnologías, además de la difusión de imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido íntimo sexual de una persona sin su consentimiento se ha potencializado.
Las reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y al Código Penal Federal mejor conocidas como la “ley Olimpia” estuvieron encaminadas a reconocer y tipificar la violencia digital, así como sancionar la comisión de delitos que violen la intimidad sexual.
Ante este escenario, ¿realmente existe un empoderamiento de las mujeres y una mayor libertad sexual? o por el contario, más bien hemos normalizado prácticas como el sexting, OnlyFans y la sobreexposición masiva del físico a través de las redes sociales e internet.
Compartir nuestra sexualidad con otra persona, es uno de los aspectos más íntimos de nuestra vida y es un espacio selectivo al que no todas las personas pueden acceder, justo en eso radica el derecho a la intimidad sexual, en el poder decidir como cuando y con quien disfrutamos de la sexualidad, de la intimidad, del vínculo y de las emociones que compartimos y generamos con las personas con las que nos involucramos a un nivel en donde les permitimos conocer nuestro cuerpo, sensualidad y sexualidad.
Los derechos humanos no pueden estar alejados de la realidad social, la tecnología ha impactado de manera significativa las relaciones humanas trasladando o muchas veces sustituyendo la dinámica de relacionarnos cara a cara o de manera presencial con otras personas, por los entornos digitales.
Lo virtual es real, el autocuidado que tenemos en el mundo real respecto a nuestra intimidad sexual deberíamos trasladarlo al mundo virtual para prevenir la violencia digital; recordemos que una vez que compartimos información con otras personas utilizando la tecnología, perdemos el control sobre la misma, por lo que resulta importante reflexionar si vale la pena arriesgarnos, así sea “en nombre del amor”, para buscar la validación externa o porque nos gusta cómo nos vemos.
La violencia digital genera consecuencias y daños emocionales, sociales, familiares, inclusive políticos y es un atentado directo a nuestra dignidad como mujeres y como personas, hoy más que nunca estamos expuestas a ello, practiquemos el autocuidado para prevenirla.
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